Dulce sabor...

Dulce sabor…


Para vos, Kelly…


Dulce sabor del Cielo de tus ojos,
mirada que detiene al tiempo igual,
fría la espada leve de tu rostro,
conjuro si del Tiempo, voz natal…
Dulce ruiseñor del alba yo siento,
entre tus manos claras de bondad:
si rostro, ruiseñor, profundo aliento,
tu beso es la elocuencia del mirar…

Altiva ya mudable en tu mejilla,
el róseo carmesí bandada elige
tu mano, tu virtud, tu aurora exige,
el labio de oportuno labio rojo…
Ya médano, la Trova, la poesía,
te escribe a soliloquio vano sienta,
el rostro en tu perfume va y atenta
contra el dolor del alba que alimenta…

Mi boca te recita mudos cambios
que no la noche cede si hay aroma,
lo fresco en tu dulzor va por si toma,
las flores de tu amor que besa mi alma…
Es sueño ya tu voz, melodía amada,
que endulza de mi oído y de mi acecho:
tu boca se despierta en mudo pecho,
que el Cisne de tu sombra me arrebata…

No hay rosas que comparen tu mirada,
la noche de tu risa es estrellada,
y por si el Oro sueña tornasoles,
tus labios de sirena me arreboles…
No hay goces, no hay deleite que te evoque,
eres la juventud del cierzo cálido;
no hay sueño, no hay virtud que se compare
a tu racimo esbelto, tu anidar…

La poesía, leve, se te acerca,
y copia de tu huella el suspirar:
no es verso tu suspiro enamorado,
no es oro que tus labios dejen, ya.
El tacto en tu belleza me confina,
el rostro amable sí, del habla puede;
tus lindes, ó premuras vueltas sueño:
ó torvas las debacles de tu miel…

Tus suaves primaveras se deslizan,
hasta ser blanco océano que cierne,
aquél verano, rostro que te eriza,
ó la palabra muda de tu piel…
La primavera luce las tormentas,
que tu efusiva fruta, dulces claros,
arroban a la intensa marea fuerte,
que tu cuerpo entre brumas no acomete…

Es nieve tus caricias, son del tiempo
donde no las renuncias vuelven sueño,
a tu piel soñolienta y dulce amada,
de tu rostro, sendero, que agua besa…
Soy tórtolo, sorpresa de mi lira,
que tu brisa descubre en otro invento,
soy clara efigie donde de tu espejo,
el arte te concibe, Sol idóneo…

No eres ya, de mi arte prisionera,
tu pluma elige el estro, la manera…


Alejandro Rodrigo Flagel