Dedicado a Jorge Sosa, ya en la eternidad.
Te desprendiste quedo
del árbol de la existencia
como esas hojas del otoño mendocino
que recorrieron el mundo con tu canción.
Sin que nada lo anunciara caíste
suave en la mañana de agosto en que
tímidamente se anunciaba el zonda,
tan cuyano, en este invierno atípico
en que la pandemia es una
oscura amenaza de presencia diaria.
En plena actividad te sorprendió la muerte,
así como viviste, entre tonadas,
poesía y un entorno mendocino
que amabas con toda el alma.
Aunque habías nacido en la lejana
Santa Fe y pasado fugazmente
por la vecina San Juan…
¡te atrapó Mendoza y su otoño
de árboles dorados!
Jorge…
¡tan mendocino como las acequias
de nuestra herencia huarpe,
la tonada y el zonda!
Mendoza, Argentina – 5/8/21
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