Quisiera...

Quisiera


Quisiera levantar, vertiginoso sueño,
mi sombrío vuelo,
elevado a la aurora,
distinguido del plectro-
aguzado y ausente, mi descarado abismo
sediento de páginas
de tus senos…

Quisiera anochecer sombrío, mi destinado anzuelo,
trepar por tu boca, mi red sombría,
de última gota, mi sed sedienta,
de sal hambrienta
tu natural premura:

la de tu cuerpo,

la de mi hostil letrado, de humus avariento, en coplas de versos
por ti, moribundos…

Mi amor joven,
mi joven amor,

tendida en el vuelo,
de tu ágil noche,

nocturna de incienso,

quemando claveles,

hechizos de Música, tras de mis ojos,

negando el Tiempo,

atrasando los relojes:

invicta espada, sedienta de Universo!


Letrada huella, de enamorada sombra,

tendida en el vuelo, de tu guitarra hambrienta

sedienta en el pómulo de tu deseo,


por mi silencio, de trova sepultada,

bajo tus pies.



Tú eres, distinta sombra, distinta noche,


distinto albor, necio,

irascible


contra el viento reclinado

de su fría esfera!


Panojas virales, de sedienta alcurnia, de segado relato de amor



por tus artes Helénicas, de sobria Medusa… de coplanar ruiseñor…


Herido desorden, de palabra rota, de melindre caro,

de delgada Aurora!


Pasiva y dominante, bella, auténtica rosa,


Madre, Reina! Trivial desacato, de mi sordo anzuelo,

cogido por la cola del pez,


que ahora abre dócil su voz,


para pensarte suyo


cual delgado motor de mediomundo herido,


en las fauces del mar…




Tu suave mano, es origen de la noche,


y sedienta de albedrío,


clamas y bravas tu nombre, como un delgado archipiélago besa


el infante navío


de un ánade herido,



por tu dulzor…




Sueño volar hasta tus pies y


reconciliarme, nocturno en tu falda,


para batir helado,


nuevamente


la sombra de tu rubor


blanquecino,


bronceado de albur,


y sedienta noche…



Por ti,

perdido…



en nevada rosa,



mi perfecta y dócil, reinante y desnuda,


prisión de oropeles.





Alejandro Rodrigo Flagel


Ale