Roja estepa
Roja estepa, de verdes muros; al unísono tu voz, sopesa el llano,
bermeja luna de sovoz, tronchó la Aurora; agora taza,
el término tu voz, que adora el cano, magenta ruiseñor, con su bocaza!
Gimió la noche, estrépito veloz, sin ser tu mano
palabra ungida de distancia hermética, afincando:
la noche en hélices de Sol, de sol hiriente,
en la clemátide del dial, y su jinete… Tal tentativa no alarmando
cinética la flor de su sainete… Ó tamo más sonrïente…
Crepúsculo, ladera… Inercia de su flor en la espesura,
cual roba al astro de su sombra, la amargura,
en otra inercia, cual combate no mesura, distinta
de su luz, supuesta flora, ardïente tonada intrinca süeños,
ó vapuleada noche, en costas soberanas y de empeños;
en la alborada que dispersa de su bruma y nace extinta,
el silbo, el astro, el cedro que apuñala de su sombra
la duna inquïeta que hace voz, mientras alumbra…
Histérica bandada de arcos latentes: en cuyas flechas de dolor
homenajea la sombra de tu luz, en un instante hiriente,
la sola voz del verso, en un rocío; ó verso ó llama de esplendor
cual en el frío; tu boca no adoncella... lo sapiente…
Instante quedo de su flor, henchida bruma, acantilado, fuelle
que cabizbajo, en norte, no apabila incandescente
el sesgo de la rosa, no descansa no adormila aún la gente,
sombra y reparo de su norte, en otra estrella ó que no selle…
Descansa de su voz, tañe la huida, doblega roto el esplendor,
ya no su fuga; el otro ariete de su cumbre nace enhiesta
en otra sombra de sudor, cual la floresta,
encauza rimas donde agota su labor…
En otro estero; cual si la noche, en su aguacero
nieve le imparte en la mirada, a su resero,
en otra sombra, en otro hilo de su goce…
Ó aun laqueando el palo de su tierra en otra, hoce…
Cual si mirada más gallarda de doncella, no bermeja
sus labios otra estrella, lacerando, inmensa,
el color, de su busto, enardecido, cual la paloma tensa
de su flor, que adusta, extensa, no demanda ni una ceja:
sino el sudor de la noche: en otra estrella compartida.
Mirada esbelta, casi abortando la ceguera del latido,
ó confrontando la extensión de lo que ha huido,
…Ó lo que aguarda, en el lecho cual la rosa más herida…
De tu pie al lecho, de tu flor, al sueño laudo,
en tus pechos y en tu boca, los recaudo…
Roja estepa, de verdes muros; al unísono tu voz, sopesa el llano,
bermeja luna de sovoz, tronchó la Aurora; agora taza,
el término tu voz, que adora el cano, magenta ruiseñor, con su bocaza!
Gimió la noche, estrépito veloz, sin ser tu mano
palabra ungida de distancia hermética, afincando:
la noche en hélices de Sol, de sol hiriente,
en la clemátide del dial, y su jinete… Tal tentativa no alarmando
cinética la flor de su sainete… Ó tamo más sonrïente…
Crepúsculo, ladera… Inercia de su flor en la espesura,
cual roba al astro de su sombra, la amargura,
en otra inercia, cual combate no mesura, distinta
de su luz, supuesta flora, ardïente tonada intrinca süeños,
ó vapuleada noche, en costas soberanas y de empeños;
en la alborada que dispersa de su bruma y nace extinta,
el silbo, el astro, el cedro que apuñala de su sombra
la duna inquïeta que hace voz, mientras alumbra…
Histérica bandada de arcos latentes: en cuyas flechas de dolor
homenajea la sombra de tu luz, en un instante hiriente,
la sola voz del verso, en un rocío; ó verso ó llama de esplendor
cual en el frío; tu boca no adoncella... lo sapiente…
Instante quedo de su flor, henchida bruma, acantilado, fuelle
que cabizbajo, en norte, no apabila incandescente
el sesgo de la rosa, no descansa no adormila aún la gente,
sombra y reparo de su norte, en otra estrella ó que no selle…
Descansa de su voz, tañe la huida, doblega roto el esplendor,
ya no su fuga; el otro ariete de su cumbre nace enhiesta
en otra sombra de sudor, cual la floresta,
encauza rimas donde agota su labor…
En otro estero; cual si la noche, en su aguacero
nieve le imparte en la mirada, a su resero,
en otra sombra, en otro hilo de su goce…
Ó aun laqueando el palo de su tierra en otra, hoce…
Cual si mirada más gallarda de doncella, no bermeja
sus labios otra estrella, lacerando, inmensa,
el color, de su busto, enardecido, cual la paloma tensa
de su flor, que adusta, extensa, no demanda ni una ceja:
sino el sudor de la noche: en otra estrella compartida.
Mirada esbelta, casi abortando la ceguera del latido,
ó confrontando la extensión de lo que ha huido,
…Ó lo que aguarda, en el lecho cual la rosa más herida…
De tu pie al lecho, de tu flor, al sueño laudo,
en tus pechos y en tu boca, los recaudo…
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