Mundo de gracia
Mundo de gracia noble la pasión inquieta,
de su soberbio mundo, reptil, la colapsara,
en otro campo duelo, de su bastión, la clara
y norte de efusiva sien, rapsodia aprieta…
Imán que sella el traste de su garra,
golondrina acérrima del viento,
contra el doblez, taimando su elemento,
privada de su miel, bobina su guitarra…
Irradia lenta sien, contra moldura hebrea,
tañe la crin, de su armazón, proverbio:
que engalanado de su salto serbio,
moldura de su guante, la noche canturrea…
De su efusión, se viste un paraíso,
de dulce mella, atado con cobijo,
entre la zarza prende, de su fulgor, hechizo
cantando un paraíso, de la flor, un hijo…
Música tañe al fin, de su sollozo, trunca,
la verborragia amante, de su licor, endulza
un oro de su flor, una pasión: compulsa
que de su flor la nieve, a su hilarante y trunca,
el medieval acierto de su limón, esboza,
clarividentes süeños, de la mar, el mar no pulse,
bravío y solventado, su discurso, osa
abrevar todo el silencio de la canción, embalse…
A su pretérito mar acaba de su distancia clara,
su sólo arribo casto, por multitud, un beso,
que el casto medidor de su guirnalda clara,
tan efusivo labio, a su labio da embeleso…
Acaba por pronunciar, de su descuello, iras,
que el dulce de mis liras, en su bastión, promete
de su iracundo apriete, de sus solemnes piras,
otro descuello araba, de su canción, las liras…
Otro perfume busca, de mi olfato el labio,
que tu nariz ebúrnea, tan solícito recaudo,
por rosedal, incienso, por vestir su laudo,
de distantes horas surge, al abrevar el labio…
Orquídea de pulmones, que resuelven otras lides,
tan confrontadas sombras, de tu bastión, amante
otro láudano fragante, de multitud, decides,
el otorgar sin páramo, la orilla de tu guante…
Ó por mejilla evoca, solicitud, un ruego,
de tu mejilla alzada, loor y casi abrigo,
desorbitada clama, perpetua alba consigo,
la multitud te clama, el sello de tu fuego…
Mi perspicaz anzuelo, con golondrina, surge,
en otro salmo encalla, la turpitud, mi náufrago
con el colapso idiota, del remo que no emerge,
si para bestial, conforme, para nadar, un trago…
Añoranza de mis bucles, delanteros entre faunas,
estimando abrevaderos de coloquial belleza,
entre frutas y frambuesas, de turpitud de urnas,
en soplos de silencios, de la boca a la realeza…
Ó de destreza amante, mi palio anocheciera,
contornos no franqueados, de la nube que hipoteca,
deslumbrados faros, subliminal, hiciera
arder las ascuas brunas, del mar, que me reseca…
Mundo de gracia, pleno: busca un sitio, ribera,
para dorar las alquimias, florecer tu Primavera.
Mundo de gracia noble la pasión inquieta,
de su soberbio mundo, reptil, la colapsara,
en otro campo duelo, de su bastión, la clara
y norte de efusiva sien, rapsodia aprieta…
Imán que sella el traste de su garra,
golondrina acérrima del viento,
contra el doblez, taimando su elemento,
privada de su miel, bobina su guitarra…
Irradia lenta sien, contra moldura hebrea,
tañe la crin, de su armazón, proverbio:
que engalanado de su salto serbio,
moldura de su guante, la noche canturrea…
De su efusión, se viste un paraíso,
de dulce mella, atado con cobijo,
entre la zarza prende, de su fulgor, hechizo
cantando un paraíso, de la flor, un hijo…
Música tañe al fin, de su sollozo, trunca,
la verborragia amante, de su licor, endulza
un oro de su flor, una pasión: compulsa
que de su flor la nieve, a su hilarante y trunca,
el medieval acierto de su limón, esboza,
clarividentes süeños, de la mar, el mar no pulse,
bravío y solventado, su discurso, osa
abrevar todo el silencio de la canción, embalse…
A su pretérito mar acaba de su distancia clara,
su sólo arribo casto, por multitud, un beso,
que el casto medidor de su guirnalda clara,
tan efusivo labio, a su labio da embeleso…
Acaba por pronunciar, de su descuello, iras,
que el dulce de mis liras, en su bastión, promete
de su iracundo apriete, de sus solemnes piras,
otro descuello araba, de su canción, las liras…
Otro perfume busca, de mi olfato el labio,
que tu nariz ebúrnea, tan solícito recaudo,
por rosedal, incienso, por vestir su laudo,
de distantes horas surge, al abrevar el labio…
Orquídea de pulmones, que resuelven otras lides,
tan confrontadas sombras, de tu bastión, amante
otro láudano fragante, de multitud, decides,
el otorgar sin páramo, la orilla de tu guante…
Ó por mejilla evoca, solicitud, un ruego,
de tu mejilla alzada, loor y casi abrigo,
desorbitada clama, perpetua alba consigo,
la multitud te clama, el sello de tu fuego…
Mi perspicaz anzuelo, con golondrina, surge,
en otro salmo encalla, la turpitud, mi náufrago
con el colapso idiota, del remo que no emerge,
si para bestial, conforme, para nadar, un trago…
Añoranza de mis bucles, delanteros entre faunas,
estimando abrevaderos de coloquial belleza,
entre frutas y frambuesas, de turpitud de urnas,
en soplos de silencios, de la boca a la realeza…
Ó de destreza amante, mi palio anocheciera,
contornos no franqueados, de la nube que hipoteca,
deslumbrados faros, subliminal, hiciera
arder las ascuas brunas, del mar, que me reseca…
Mundo de gracia, pleno: busca un sitio, ribera,
para dorar las alquimias, florecer tu Primavera.
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