Ornamental labio
Besa tu luz, causa de sombras,
la noche que embellece tus pupilas:
cual si la noche de tu rostro, asombras,
entre las sombras proliferan y destilas…
Cual si la mella del desierto se condena
en otra espuma, que los mares adormece;
en otra ciénaga de cauces no refrena,
y sólo evade, y sólo anhela lo que empece…
La llama que perdura y se blasfema,
en otra distinción, estática, si llama,
en otro tronar de su despecho,
que sólo bulle: acierto de su hecho…
Contraria amante, ya la forma de su lirio,
ó condenado espera, ó brama en su delirio
ajeno cual semblanza opaca en su dialecto,
cual si no fuera la rosa, espina de su efecto.
Ó ya no languidece: es feria su retrato
cual otro amante espera, pronuncia ó descabella
su flor en otra estrella: de júbilo la estrella,
centella de oro, cauce, aceradamente mato…
Prisión, que aun no obstante, quimera no resguarda,
atesorando heridas, del Salmo que empobrece
la luz que no demanda, ó llama, ó que perece
en otra sombra herida, y anhela lo que aguarda…
Ó sólo de su cielo, no empequeñece el trato
de su constante fïebre, de lechos en la cuna,
vanagloriando mellas, del sesgo de fortuna
en otra fiebre herida, solícita que abato…
Mojada plata enciende, su corolario: brumas,
ó resguardado acero, se funde en otro imperio,
cual sesgo en otra duna, enoja cual si en serio
su rostro fuera noche, de astros que me abrumas…
Ó caldo de murallas, que cielos no conciben,
en otros cielos castos, del cielo que me inhiben
vanagloriando mellas, de otros, la vanguardia
en otra estrella amante, del cielo, cineraria…
Madeja del suspiro, que claudicando mella
osados, perspicaces, oriundos de su bella,
contornos sino faustos, heridas apremïantes,
en otras vanaglorias, de júbilos, diamantes…
Es la batalla hendida, ornamental tu labio
en otro labio, bocas, que a tu delirio, cabe,
ya murmurar la nave, de otro ademán más sabio
que el beso de tu boca, ardiente, no se acabe…
Es labio mi delirio, es boca de tu rosa,
el beso de tu cara, en otra rosa hermosa:
cual si tu boca fuera, palabra primorosa
de otra voz que profiera, el lirio de tu rosa…
Tus labios sólo fueran, unánimes, por rosa,
precarios aranceles, de mi lujuria hermosa.
Besa tu luz, causa de sombras,
la noche que embellece tus pupilas:
cual si la noche de tu rostro, asombras,
entre las sombras proliferan y destilas…
Cual si la mella del desierto se condena
en otra espuma, que los mares adormece;
en otra ciénaga de cauces no refrena,
y sólo evade, y sólo anhela lo que empece…
La llama que perdura y se blasfema,
en otra distinción, estática, si llama,
en otro tronar de su despecho,
que sólo bulle: acierto de su hecho…
Contraria amante, ya la forma de su lirio,
ó condenado espera, ó brama en su delirio
ajeno cual semblanza opaca en su dialecto,
cual si no fuera la rosa, espina de su efecto.
Ó ya no languidece: es feria su retrato
cual otro amante espera, pronuncia ó descabella
su flor en otra estrella: de júbilo la estrella,
centella de oro, cauce, aceradamente mato…
Prisión, que aun no obstante, quimera no resguarda,
atesorando heridas, del Salmo que empobrece
la luz que no demanda, ó llama, ó que perece
en otra sombra herida, y anhela lo que aguarda…
Ó sólo de su cielo, no empequeñece el trato
de su constante fïebre, de lechos en la cuna,
vanagloriando mellas, del sesgo de fortuna
en otra fiebre herida, solícita que abato…
Mojada plata enciende, su corolario: brumas,
ó resguardado acero, se funde en otro imperio,
cual sesgo en otra duna, enoja cual si en serio
su rostro fuera noche, de astros que me abrumas…
Ó caldo de murallas, que cielos no conciben,
en otros cielos castos, del cielo que me inhiben
vanagloriando mellas, de otros, la vanguardia
en otra estrella amante, del cielo, cineraria…
Madeja del suspiro, que claudicando mella
osados, perspicaces, oriundos de su bella,
contornos sino faustos, heridas apremïantes,
en otras vanaglorias, de júbilos, diamantes…
Es la batalla hendida, ornamental tu labio
en otro labio, bocas, que a tu delirio, cabe,
ya murmurar la nave, de otro ademán más sabio
que el beso de tu boca, ardiente, no se acabe…
Es labio mi delirio, es boca de tu rosa,
el beso de tu cara, en otra rosa hermosa:
cual si tu boca fuera, palabra primorosa
de otra voz que profiera, el lirio de tu rosa…
Tus labios sólo fueran, unánimes, por rosa,
precarios aranceles, de mi lujuria hermosa.
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