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por Río en aguas cristalinas
Río, en aguas cristalinas, tu blancura,
nevada erige cumbres desdeñosas que alas vence,
en otros rastros someros, voz convence
en las tardes de azor, y mirada que procura,
el aliento de tu sombra, de mi hartura
la privada mella que se vierte en tu hermosura,
y busca el sello de tu norma en mi bravura,
contino a mi vergel, apasionado en tu cintura…
Mi luz es castaño lienzo de murmurado trance,
en otro imán que perdura cual espejo,
mi rudo amar, en el continuo abadejo
que la sombra de tu piel, muda me alcance…
Rostro si arde, en otra suma, candileja,
por cuanto sepia holgura distinta en el poema
y abrasa el lirio de tu sombra, que bermeja
con tornasol, la lágrima de amor que el rostro quema…
De mi palabra, el arduo roce de la piel trasunta,
en otro adarme, la flor donde suscinta,
el carmesí irradiado que despinta,
en la ardua noche que en la flor, despunta…
Mi flor es ala, donde alan los jazmines
la pulcritud hilvanada en tu sonrisa,
donde diviertes oropeles en tu risa,
y asumes mis vergeles, que platines…
Vuelta al sol de tus estrellas soñadoras,
la luz distante, por contorno inmaculada
de toda voz, en la flor tan empinada,
las arduas noches de tu canto, adoradoras…
Busca el seno de tu arrobo, una estrella
que el bisonte, en el campo, arredra,
con campo adusto, el parangón que nube bella
busca en tu lienzo, el porvenir, que te desmedra…
Privado urge, hacia el desquite de panojas,
ya la plausible entonación de las miradas
en otra búsqueda, pasión de voz amadas,
en otra sombra de ilusión, que no despojas…
Asombra el arte de tu sombra, el cautiverio,
de la sombra, igualada en tu retrato
por cuanto el cedro de tus mares, de mi ornato,
contigo es fiebre, de mi mundo, mi misterio…
Mi mundo erige, el venablo de tus ojos,
donde declina ya del viento, mis despojos…
Río, en aguas cristalinas, tu blancura,
nevada erige cumbres desdeñosas que alas vence,
en otros rastros someros, voz convence
en las tardes de azor, y mirada que procura,
el aliento de tu sombra, de mi hartura
la privada mella que se vierte en tu hermosura,
y busca el sello de tu norma en mi bravura,
contino a mi vergel, apasionado en tu cintura…
Mi luz es castaño lienzo de murmurado trance,
en otro imán que perdura cual espejo,
mi rudo amar, en el continuo abadejo
que la sombra de tu piel, muda me alcance…
Rostro si arde, en otra suma, candileja,
por cuanto sepia holgura distinta en el poema
y abrasa el lirio de tu sombra, que bermeja
con tornasol, la lágrima de amor que el rostro quema…
De mi palabra, el arduo roce de la piel trasunta,
en otro adarme, la flor donde suscinta,
el carmesí irradiado que despinta,
en la ardua noche que en la flor, despunta…
Mi flor es ala, donde alan los jazmines
la pulcritud hilvanada en tu sonrisa,
donde diviertes oropeles en tu risa,
y asumes mis vergeles, que platines…
Vuelta al sol de tus estrellas soñadoras,
la luz distante, por contorno inmaculada
de toda voz, en la flor tan empinada,
las arduas noches de tu canto, adoradoras…
Busca el seno de tu arrobo, una estrella
que el bisonte, en el campo, arredra,
con campo adusto, el parangón que nube bella
busca en tu lienzo, el porvenir, que te desmedra…
Privado urge, hacia el desquite de panojas,
ya la plausible entonación de las miradas
en otra búsqueda, pasión de voz amadas,
en otra sombra de ilusión, que no despojas…
Asombra el arte de tu sombra, el cautiverio,
de la sombra, igualada en tu retrato
por cuanto el cedro de tus mares, de mi ornato,
contigo es fiebre, de mi mundo, mi misterio…
Mi mundo erige, el venablo de tus ojos,
donde declina ya del viento, mis despojos…
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