No sé más, que su silencio, y que el llanto lento ampara,
su cordura bate en andas ya las alas de mi vientre,
sol a sol desnudo mïente, sobre el llano ó sobre el hueso
y es venablo de mi seso, el perfume en lo sombrío…
No sé más que su delirio, sólo nieva bajo hechizo
de las alas cual sumiso trovador de lo silente,
Sólo habla y mudo miente, si no habla, no es preciso
la vanguardia de su hechizo, como habla, fácilmente…
Sólo nieva, no blasona, estandartes en la ruina
sólo trova mi rendida sóla nieve en las edades
de la niebla, a cantidades, que la fragua no trasnocha
sólo siega su desmedro, cuando ciega su arrebato…
Mella y cubre con ornato, de su fábula de peste
la canción en lo celeste, de mi duna y de mi ornato,
como fragua mi zapato ya muriendo entre mi alcoba
sólo siega sobre escoba, la mirada en lo presente…
Ruina empella con su boda, boda erige manantiales
que su ósculo se sella con trivialidades,
sólo embate mi crepúsculo, sólo niega cantidades
de sus marcas en el seno, cual hundidas nimiedades…
Sólo roba aquél centeno, que no brava en lo segundo
mi marmórea pena helada de lo gualdo hasta la cumbre
adorando mansedumbre, de lo innato a lo superfluo
y el desgano de lo inmerso, sólo trova en multitudes…
Sólo halla lo que niega, y no niega lo que halla
en la cumbre desmintiendo, su amorío y su muralla
sólo trova su cimiento, y entre el habla sólo alaba
el suspiro de mi sombra corcoveándose en el tiempo…
Mi marea es verde aurora, mi clemátide temprana,
sólo es vista soberana, si su adarme está en el suelo,
sin su fuga, sin su cielo, contoneándose al atisbo
me murmura: -Soy yo mismo- y no espero libertades…
Canta un ígneo ardor que fuere, la clemátide liviana
de su azor en la imbuida, noche álgida que süeña,
mi ribete de pandemia sobre el ala que lo erige
a mi voluntad que finge, la bravura de su espalda…
Mira el arte con oprobio, sueña el ala con su ala
alas, dos, que más liviana, hacen gala a su estertor
y en la llama de sus alas, salen mudas, en silencio
con el grato adarme frío de su roto resplandor…
Cobra cielos la añoranza de tu cara entre la nïebla,
lo sombrío, lo que llama, y es la llama que me incendia,
sobre cántaros de llama, y en la llama se desvelan,
con el canto y la cautela de lo frío, de las algas…
Sólo nieva en su silencio, sólo es noche en su misterio,
sólo habla el cautiverio de la noche en lo porfío,
sü silencio estima rüido de su bóveda liviana,
no la sombra puede hermana dividir a lo que ansío…
Llora el tiempo, llora el alba, su distancia cercenada
mi resguardo canta el arte, de su risa enamorada…
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