De acuerdo con su luz, y astros constantes,
de su luz, desorbitada, la única estrella
encierra la esperanza de un cielo vasto de diamantes
donde anide la comarca iridiscente, fría, bella,
de un nimbo azul y ya de plata que prevenga la luna…
Mis ojos son dos luces de frío intacto, sepultada
la sombra de mi ardor en mar deshecho, cuna…
Las horas donde apreso, tiñen llamarada…
…La noche cautiva oscuridad que se sepulta,
tras los pasos rastreros de un águila que oculta
ya su voz infinita. Ciego, mi dócil lecho
no envuelve cálida nuez de otoño ágil
cual mirada sombría en voz perenne. Frágil
como el mar tu voz ausente llama mi coraje despecho
y anonada la rota y desigual, parlera ave
que en el rostro se eterniza cual mirada suave…
Mis ojos, ciernen el pecado de la soledad entre tus liras,
bóveda de sol cual fino dial esculpe su agonía
en la plegaria donde duermen las bandadas que retiras
sobre el mar, tenue, mi llanto pudo amar la antagonía
del plectro al ruiseñor hermano que pelëa sobre el traje
del albor, y se arroba la turquesa que enfría en su ramaje
con el fuego oculto de su amor, nítido, bajo el alba,
donde la premura del ábaco del sol, tiñe la selva…
Más acá de la sombra pide el vuelo, un otoñal silbido
donde rizan los oscuros cinceles el olvido
y duermen en endechas claras su figura hendida,
cual cabestro nocturno donde acierta la vida…
Desierta, clama al cielo tenue su albor, que en el regreso
entona su único desastre de palabra cual pluguiera
el rostro del océano en la voz que no tuviera
lä sombra infinita… Desierto que en el peso
De su albor cual sombra cara, empina con sus albas
el lecho que en la cal, asidua llamarada no se oculta
de su risa, inmersa al devaneo de la flor, cual estandarte salvas
con la ruina del despecho, mi amor, por sobre peñas calvas…
De nïeve, la sombra augura un estandarte frío con adelfos,
de sitios claros en el sol de tu tañido, inmerso entre las aguas
de una vorágine de mar, que precipita, sueños entre elfos
y cielo, y sombra en el descanso de una rima entre las treguas
de una doncella de mar, que sobre el cielo inminente
su bosque no traía el rostro cierto, de una lluvia
donde el rocío y la espuma delirante
engavia su sutil tramo de nieve donde hay savia
que descubre el mohín de su existencia, y sobre el cielo
hace oscuro ir y venir de su carbón cual frío espacio
de un ardor cual la debacle de su cielo en el vacío…
Y su sombra espera vulnerar el rojo al terciopelo...
Frecuente ágata sombría, de luz en el anzuelo
acorta la llamada de un duro malecón, por sobre el piso
que fraguara la maleza del tifón cual en el friso
del alba, encïerra su desván el lento vuelo…
Y nïeva, y es preciso su roer cual lento el canto
de su destello en el albor, fraguado encanto
de doseles y brumas en la noche cual caídas ceremonias
entablan con su grito, las augustas parsimonias…
Estrella, no dejes de brillar, el tiempo afirme,
la nocturna voz que procura el sol al irme…
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