La pasión revisitada
En la selecta funda de tu cuerpo,
la guitarra yo toco con besos afinados,
con ríos como espigas, con cantares
que desde tu eternidad me dan la luz para el camino.
En el torrente en cruz de tus caderas
yo beso por denarios tus pezones
y, en vez de por tres veces negar, amaneciendo,
a aquel calvario voy del que resucito con tu fuego.
Es santo y es sacrílego, es el juicio
en el que temblarán cielos y tierras,
en que nos perderán los jueces por ser libres
y en que en la altura un sismo remedará nuestros temblores.
Cantarán santos viejos, los que saben
que ya cualquier amor merece el cielo,
que ya cualquier pasión se encuentra absuelta
en tiempos en que a nadie se le ocurre más que odiarse.
Cantarán los angelotes de las plazas,
los que en viejos vitrales de la iglesia
contemplan el pecado y su lucha con el hombre,
contemplan al hombre y su pecado sin más lucha
y al par que tras mirarse deja la misa hacia la noche.
Y será en la guitarra de tu cuerpo fértil
que la mañana encuentre el nuevo canto de los gallos
y Judas el perdón por ese beso impenitente
y nosotros redención en la verdad de nuestros labios
y en el triunfo del amor en la pasión de nuestro propio viernes.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
05 12 14
En la selecta funda de tu cuerpo,
la guitarra yo toco con besos afinados,
con ríos como espigas, con cantares
que desde tu eternidad me dan la luz para el camino.
En el torrente en cruz de tus caderas
yo beso por denarios tus pezones
y, en vez de por tres veces negar, amaneciendo,
a aquel calvario voy del que resucito con tu fuego.
Es santo y es sacrílego, es el juicio
en el que temblarán cielos y tierras,
en que nos perderán los jueces por ser libres
y en que en la altura un sismo remedará nuestros temblores.
Cantarán santos viejos, los que saben
que ya cualquier amor merece el cielo,
que ya cualquier pasión se encuentra absuelta
en tiempos en que a nadie se le ocurre más que odiarse.
Cantarán los angelotes de las plazas,
los que en viejos vitrales de la iglesia
contemplan el pecado y su lucha con el hombre,
contemplan al hombre y su pecado sin más lucha
y al par que tras mirarse deja la misa hacia la noche.
Y será en la guitarra de tu cuerpo fértil
que la mañana encuentre el nuevo canto de los gallos
y Judas el perdón por ese beso impenitente
y nosotros redención en la verdad de nuestros labios
y en el triunfo del amor en la pasión de nuestro propio viernes.
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