Acecho tras la locura

Ardor que mueve mi llano sin el desliz del viento,
bajo la enhiesta forma de un cautiverio ensimismado
en luna, en arpegio, en trova, en muralla en silo esmaltado del brillo, mediodía
de sólo ciego ardor bajo la espuma de un rojo acantilado,
de un adusto frenesí que invade y que no calla
bajo la misma herradura de un antro que en sombras agoniza su pasïva fuente de descaro, y luna de azor, bajo el destemple de la luna, agazapa su cieno en bóvedas brillantes, y se enferma en oro y en riego de muralla adormecida sobre el verso…
De una bandada de luz que atavía su beso trovador, de mil banderas encabrita
su sólo suelo de noche y ducho amor que besa su artimaña bajo el leño,
bajo el humo, de un claustro que despeña lasitudes encorvando sutilezas
en el oro de su cïego despertar tras el baluarte de la espuma,
acecho risa que se esconde en su diadema de berilos tras la sombra
tras el verso trovador de mil erráticas banderas de soleada astucia
tras el manto de negras cuchilladas de viento en la neblina
de un oro que siega un atardecer tras el rocío, tras el verso de la hora
de su ilusión llamado y reinventando el ardor tras la quimera
vacïando la doncella de amor bajo la espuma
la plata de la luz en su erotema, en su cabestro la misma diáfana marea
que ilustra el verbo tronador de mil querubes así atando la tarëa de su llanto
y su mirada, hecha de flor bajo el silencio,
de espuma vacua, tras el sendero de un oro que no árde tras el cerro, tras el arpa
de la luz, hecho sol, hecho mirada,
así sólo se desvista la luna maniatada en los lentos crisoles consumidos:
árboles que trovan su platino en la austera confrontación con el alba y su llamado hermoso,
tras el incienso de la duna, que acaba de esmaltar las horas perfumando mi desvelo
con el cierre de plumas en la lluvia, en las aves que música al oído no se escucha
y truena en mi doncella la misma muralla enardecida de súplica y manto
de abril,
de sólo süeño en el ardor que me recita…