Música, mi amor
Con la orquesta metida en las costillas,
la noche palpitó, ¿me das un beso?,
la calle de los locos se alumbraba
tan solo con medallas del recuerdo,
pues la noche sólo era el porvenir
si la orquesta sonaba y si bailamos.
En el tenue fulgor de los acordes
nada había que hablar, las estaciones
dejaban su estertor entre violines,
entre pianos y guitarras, en las copas,
donde una se trizó de escarcha vieja,
la otra se llenó de frutos secos
y las dos que quedaban nos asieron
para llevarnos a beber uno del otro.
Y así a saciarnos de alegría y piel y besos,
los nuevos, los de siempre, los benditos
en el atardecer del saxofón y los flautines,
en la orilla del mar en que nosotros somos olas.
¿Me quieres? La pregunta es necesaria,
aunque más que evidente es la respuesta,
no vuelvas sin mis alas, no anocheces
si no pongo mi estrella en tu cintura.
Te quiero, te contesto, aunque no escuches,
se trata del amor, no de un concurso,
sí de un bello danzar entre las hojas de los vientos
y de un buscar la voz en que cantemos su alegría.
La orquesta acabará cuando regreses a mi abrazo,
pero la música se oirá eterna y pura en nuestros labios.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
14 04 14
Con la orquesta metida en las costillas,
la noche palpitó, ¿me das un beso?,
la calle de los locos se alumbraba
tan solo con medallas del recuerdo,
pues la noche sólo era el porvenir
si la orquesta sonaba y si bailamos.
En el tenue fulgor de los acordes
nada había que hablar, las estaciones
dejaban su estertor entre violines,
entre pianos y guitarras, en las copas,
donde una se trizó de escarcha vieja,
la otra se llenó de frutos secos
y las dos que quedaban nos asieron
para llevarnos a beber uno del otro.
Y así a saciarnos de alegría y piel y besos,
los nuevos, los de siempre, los benditos
en el atardecer del saxofón y los flautines,
en la orilla del mar en que nosotros somos olas.
¿Me quieres? La pregunta es necesaria,
aunque más que evidente es la respuesta,
no vuelvas sin mis alas, no anocheces
si no pongo mi estrella en tu cintura.
Te quiero, te contesto, aunque no escuches,
se trata del amor, no de un concurso,
sí de un bello danzar entre las hojas de los vientos
y de un buscar la voz en que cantemos su alegría.
La orquesta acabará cuando regreses a mi abrazo,
pero la música se oirá eterna y pura en nuestros labios.
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14 04 14
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