Nuestra balada
De nuevo te decora la tristeza,
un suspiro aquí, allá una carta
que nunca se escribió, que nadie lee
y un gesto que confirma soledades.
Te empiezas a cansar de ser sensible,
no miras más el sol, cierras la puerta
y en largas noches con el televisor siempre encendido
no miras más allá de aquella piel que ya no tocas.
Hay tantos ventanales como el tuyo,
tanta ciudad en cuyas calles proliferas,
te habitas, te abandonas, pides otro trago
y ya ni tu sombra te sigue por no caer de rama en rama.
Perdiste el corazón, el de las flechas,
perdiste la manzana del pecado,
recuerdas el sabor a sangre y paraíso,
a besos, al dolor del placentero orgasmo,
perdiste la canción que te gustaba,
el oído que la oyó contigo tres mil veces,
la risa que brotaba como el tiempo,
creyendo, como el río, que la eternidad sólo era eso,
un mar azul al fin de tu mutuo sendero.
Pero estás solo, te han dejado, te abandonas,
es triste no encontrarse ni uno mismo,
es duro comprender lo que nunca nadie ha comprendido,
por que con tanto amor, amar no basta para ser felices,
por qué, con tanta voz,
es el silencio el de la última palabra.
Te digo que no sé, tampoco he sido
el más sabio en las horas infelices,
me alegra el ver la luz, oír un pájaro,
saber que hoy volveré temprano a casa,
sé que todo lo di, mas no me alivia,
sé que todo soñé y no me consuela,
que tú no estás aquí y en tu burbuja,
cual yo en la mía, desmenuzas sinrazones
u olvidas sin dudar de que jamás tendrás olvido.
Te puedo pedir que no me dejes,
te puedo confesar que siempre te amo,
pero por triste estoy muy torpe de alma
como para llegar hasta tu puerta y abrazarte,
como para pedir perdón por lo que ignoro
y en tus brazos confesar que lo que sé es que me haces falta.
Por siempre así será, y, pese a que lloro,
eso me alegra, ¿sabes?, porque pienso
que aunque sólo tristeza me acompañe en el camino,
ella es menos un dolor si en tus dolores
también la mía te acompaña y te busca y te atesora.
Mientras, el mundo nos decora de esos dulces recuerdos,
apreciados por el alma y que no dejan,
que no permitirán que nunca yo te olvide
o que tú me olvides, ya abrazados por la noche
y por la soledad que nos espera en cada almohada.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
23 03 14
De nuevo te decora la tristeza,
un suspiro aquí, allá una carta
que nunca se escribió, que nadie lee
y un gesto que confirma soledades.
Te empiezas a cansar de ser sensible,
no miras más el sol, cierras la puerta
y en largas noches con el televisor siempre encendido
no miras más allá de aquella piel que ya no tocas.
Hay tantos ventanales como el tuyo,
tanta ciudad en cuyas calles proliferas,
te habitas, te abandonas, pides otro trago
y ya ni tu sombra te sigue por no caer de rama en rama.
Perdiste el corazón, el de las flechas,
perdiste la manzana del pecado,
recuerdas el sabor a sangre y paraíso,
a besos, al dolor del placentero orgasmo,
perdiste la canción que te gustaba,
el oído que la oyó contigo tres mil veces,
la risa que brotaba como el tiempo,
creyendo, como el río, que la eternidad sólo era eso,
un mar azul al fin de tu mutuo sendero.
Pero estás solo, te han dejado, te abandonas,
es triste no encontrarse ni uno mismo,
es duro comprender lo que nunca nadie ha comprendido,
por que con tanto amor, amar no basta para ser felices,
por qué, con tanta voz,
es el silencio el de la última palabra.
Te digo que no sé, tampoco he sido
el más sabio en las horas infelices,
me alegra el ver la luz, oír un pájaro,
saber que hoy volveré temprano a casa,
sé que todo lo di, mas no me alivia,
sé que todo soñé y no me consuela,
que tú no estás aquí y en tu burbuja,
cual yo en la mía, desmenuzas sinrazones
u olvidas sin dudar de que jamás tendrás olvido.
Te puedo pedir que no me dejes,
te puedo confesar que siempre te amo,
pero por triste estoy muy torpe de alma
como para llegar hasta tu puerta y abrazarte,
como para pedir perdón por lo que ignoro
y en tus brazos confesar que lo que sé es que me haces falta.
Por siempre así será, y, pese a que lloro,
eso me alegra, ¿sabes?, porque pienso
que aunque sólo tristeza me acompañe en el camino,
ella es menos un dolor si en tus dolores
también la mía te acompaña y te busca y te atesora.
Mientras, el mundo nos decora de esos dulces recuerdos,
apreciados por el alma y que no dejan,
que no permitirán que nunca yo te olvide
o que tú me olvides, ya abrazados por la noche
y por la soledad que nos espera en cada almohada.
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