Por amarse
Navegaron el río, atravesaron
la ciudad para llegar a su anhelada cita,
un cuarto sin prisión para los cuerpos,
un lecho para dos hombres desnudos.
Si fue en la Grecia aquella de los reyes
o en la Roma imperial o allá en Bizancio,
si fue en el medieval rayo de luna
o en el renacentista cielo claro,
dos hombres se encontraron cual dos hombres,
dos hombres se encontraron cual un hombre
con su mujer se halló en el aledaño
palacio de sus cuerpos y sus almas,
o bien son dos mujeres junto a Safo
que llegan a Madrid o a Buenos Aires.
Qué importa la verdad, si, por amarse,
vencieron la tragedia de los tiempos,
dejáronse llevar por lo imperfecto
de ser las dos mitades que hallan su otro,
su otra, su mitad, ya reprimida,
ya repartida en cuatro puntos virginales.
Un hombre, una mujer, dos hombres o dos hembras,
qué importa ya, ciudad, si en tus orillas
se entregan al amor que a ti te falta,
se ayudan a decirte cuánto debes
de dar y agradecer por su alegría,
cuánto mejor serás si en ti construyen
como tú su balcón y su escalera.
El río ya te cruza, ya no temas,
con tal riego y rumor habrá semillas para siempre,
tú mójate los labios y celebra
que al fin la libertad puede nadar
sin más disfraz en lo profundo del caudal de tu estatura.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
08 03 14
Navegaron el río, atravesaron
la ciudad para llegar a su anhelada cita,
un cuarto sin prisión para los cuerpos,
un lecho para dos hombres desnudos.
Si fue en la Grecia aquella de los reyes
o en la Roma imperial o allá en Bizancio,
si fue en el medieval rayo de luna
o en el renacentista cielo claro,
dos hombres se encontraron cual dos hombres,
dos hombres se encontraron cual un hombre
con su mujer se halló en el aledaño
palacio de sus cuerpos y sus almas,
o bien son dos mujeres junto a Safo
que llegan a Madrid o a Buenos Aires.
Qué importa la verdad, si, por amarse,
vencieron la tragedia de los tiempos,
dejáronse llevar por lo imperfecto
de ser las dos mitades que hallan su otro,
su otra, su mitad, ya reprimida,
ya repartida en cuatro puntos virginales.
Un hombre, una mujer, dos hombres o dos hembras,
qué importa ya, ciudad, si en tus orillas
se entregan al amor que a ti te falta,
se ayudan a decirte cuánto debes
de dar y agradecer por su alegría,
cuánto mejor serás si en ti construyen
como tú su balcón y su escalera.
El río ya te cruza, ya no temas,
con tal riego y rumor habrá semillas para siempre,
tú mójate los labios y celebra
que al fin la libertad puede nadar
sin más disfraz en lo profundo del caudal de tu estatura.
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08 03 14
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