Tú me preguntas qué escribo
Tú me preguntas qué escribo,
te cuento, lo escribo todo,
desde mi origen de lodo
hasta el milagro en que vivo.
Lo que doy, lo que recibo,
lo que falta , lo que pierdo,
lo que es promesa y recuerdo,
lo que es amor, lo que es nada
o infinito en la mirada
con que callo o con que muerdo.
Yo mi carne la hago verbo,
ya que el verbo se hizo carne,
desde San Felipe a Marne,
desde la paloma al cuervo.
Sé que es bien poco mi acervo,
unos montes, aquel río,
mis dos padres, fuego y frío
y las calles de Santiago,
un hijo y el amor vago
que es de todos cual es mío.
Como ves, no hay nada nuevo, ,
que de siempre escribe el hombre,
por a todo darle un nombre
y a sí mismo dar renuevo.
Soy Adán, dijo, me atrevo
a decir que soy el mundo,
perdí aquel jardín fecundo,
gané exilio y compañera,
mas ya sé que es la manera
de aprender lo que es fecundo.
Yo a mis años igual pienso,
que el destino uno lo labra,
que es semilla la palabra
y este suelo un surco inmenso.
Del final y del comienzo
poco tengo que aportar,
tierra, fuego, aire y mar
han forjado mi experiencia
y entre hermanos la vivencia
que nos brinda el verbo amar.
Así pues, me voy cantando,
sea en silencio o en grito,
lo que sueño dejo escrito,
y el vivir voy anotando.
Ni el por qué ni el cómo o cuándo
sé explicar de esta jornada,
sé que vale si acabada
te has jugado por tu anhelo,
y el mío es decir que vuelo
con mi pluma enamorada.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
25 08 13
Tú me preguntas qué escribo,
te cuento, lo escribo todo,
desde mi origen de lodo
hasta el milagro en que vivo.
Lo que doy, lo que recibo,
lo que falta , lo que pierdo,
lo que es promesa y recuerdo,
lo que es amor, lo que es nada
o infinito en la mirada
con que callo o con que muerdo.
Yo mi carne la hago verbo,
ya que el verbo se hizo carne,
desde San Felipe a Marne,
desde la paloma al cuervo.
Sé que es bien poco mi acervo,
unos montes, aquel río,
mis dos padres, fuego y frío
y las calles de Santiago,
un hijo y el amor vago
que es de todos cual es mío.
Como ves, no hay nada nuevo, ,
que de siempre escribe el hombre,
por a todo darle un nombre
y a sí mismo dar renuevo.
Soy Adán, dijo, me atrevo
a decir que soy el mundo,
perdí aquel jardín fecundo,
gané exilio y compañera,
mas ya sé que es la manera
de aprender lo que es fecundo.
Yo a mis años igual pienso,
que el destino uno lo labra,
que es semilla la palabra
y este suelo un surco inmenso.
Del final y del comienzo
poco tengo que aportar,
tierra, fuego, aire y mar
han forjado mi experiencia
y entre hermanos la vivencia
que nos brinda el verbo amar.
Así pues, me voy cantando,
sea en silencio o en grito,
lo que sueño dejo escrito,
y el vivir voy anotando.
Ni el por qué ni el cómo o cuándo
sé explicar de esta jornada,
sé que vale si acabada
te has jugado por tu anhelo,
y el mío es decir que vuelo
con mi pluma enamorada.
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