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por Alas me dio tu corazón bajo la lluvia
entonando eclesiástica sonrisa,
abrevaba de mi sien caduco ángel en la gavia
donde se hermana corazón a corazón, la misma risa…
Sin ti no amara mi capricho de volar,
bajo el desnudo manto de tu Cielo, el mismo Sol
que en la distancia no sabía mi destino de soñar
en aquél vuelo que bastó para besarte el arrebol…
Oro me ampara bajo risas y de estrellas
bajo llanto, tu silencio no acapara mi mudez,
y en sombras quedas mi señuelo en desnudez
sobre los alerces y los pinos aclamara las centellas…
Incesante río en oro, se acometen las pausadas
estrecheces que en el borde son soñadas
para vestir un sueño con la alcurnia más salvaje
que desnudó de oro en las sombras, tu linaje.
Es preciso navegar sobre las olas,
es preciso soñar las gentilezas
y desnudar el alma infinita al tramontar:
Es necesario dos, para volar!
Y así la nívea mano, gallarda, en la promesa
se discurre ya flagrante como encumbrada ensoñación
que hace brillo en la distancia, sin hallar la precaución,
el desasosiego; la vanguardia hace la voz de una Princesa!
Y al errar por los confines más soñados
vuelve el ala, no sea eco de imposibles tu bengala,
haz la sombra de los soles que sean soles de sombra, amados
cauces soñolientos los cuidados, hermanos de la sala
los poetas que se hermanan con la huella y el futuro
y hacen nitidez del encanto más seguro
sobre el ala que es vendimia y hace sol, las amanece
las poéticas llamaradas que en la luz se fortalece...
Vuelo y ganas, de templar la lira
de sonreír la matemática que admira
lentas estrellas que su cauce sonoroso hace volátil
sobre el ala del sabor que aún la tea más frágil
desentona en la batalla florecida que anochece,
para vestir tu sonrisa, que amanece…
Y precaver que las alas de un ángel siempre fueran
misterios esplendorosos que los humanos sintieran!
Increíble florecer. Nacen pues, dos para amarse,
tú cobijas a mis alas, y yo tu luz, para darse…
entonando eclesiástica sonrisa,
abrevaba de mi sien caduco ángel en la gavia
donde se hermana corazón a corazón, la misma risa…
Sin ti no amara mi capricho de volar,
bajo el desnudo manto de tu Cielo, el mismo Sol
que en la distancia no sabía mi destino de soñar
en aquél vuelo que bastó para besarte el arrebol…
Oro me ampara bajo risas y de estrellas
bajo llanto, tu silencio no acapara mi mudez,
y en sombras quedas mi señuelo en desnudez
sobre los alerces y los pinos aclamara las centellas…
Incesante río en oro, se acometen las pausadas
estrecheces que en el borde son soñadas
para vestir un sueño con la alcurnia más salvaje
que desnudó de oro en las sombras, tu linaje.
Es preciso navegar sobre las olas,
es preciso soñar las gentilezas
y desnudar el alma infinita al tramontar:
Es necesario dos, para volar!
Y así la nívea mano, gallarda, en la promesa
se discurre ya flagrante como encumbrada ensoñación
que hace brillo en la distancia, sin hallar la precaución,
el desasosiego; la vanguardia hace la voz de una Princesa!
Y al errar por los confines más soñados
vuelve el ala, no sea eco de imposibles tu bengala,
haz la sombra de los soles que sean soles de sombra, amados
cauces soñolientos los cuidados, hermanos de la sala
los poetas que se hermanan con la huella y el futuro
y hacen nitidez del encanto más seguro
sobre el ala que es vendimia y hace sol, las amanece
las poéticas llamaradas que en la luz se fortalece...
Vuelo y ganas, de templar la lira
de sonreír la matemática que admira
lentas estrellas que su cauce sonoroso hace volátil
sobre el ala del sabor que aún la tea más frágil
desentona en la batalla florecida que anochece,
para vestir tu sonrisa, que amanece…
Y precaver que las alas de un ángel siempre fueran
misterios esplendorosos que los humanos sintieran!
Increíble florecer. Nacen pues, dos para amarse,
tú cobijas a mis alas, y yo tu luz, para darse…
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