Tu risa nacarada y nívea, temprana, asida
sostenida de ángeles y cirros
campana mineral a los esbirros
que la lucha con la flor duerme bandida...
Tea que, efímera tal vez, diurna, bizarra
la sola tiza que descansa en tu pizarra
sorteo de difusas mieles en las flores
mis ojos te desvelan, mi canto con pudores...
Tal vez tu mano esbelta, tal vez tu pie de nieve
junto al verdor nacarado del relieve
de los besos de lo verde del suspiro
de los céspedes y noches de zafiro
pueden más que nombrarte en el regazo
la constancia de morir bajo tu abrazo
y en el roble, süntuoso he de admirar
cabalgatas hacia el cerro, tu lugar...
Tus pies de nieve tocaron a mi luna,
que sostenida en tu lugar, tú me besabas
y el desvelo descubría tu cintura, alabas
el viento en mis laureles, noche alguna...
Fría espada de oro que trasluce plata casta
efímera y flagrante como el océano en el sol
iluminada y mortal como el hechizo a tu arrebol
venerada y lumínica espada mineral... me basta!
Me basta tu silencio y tu miel de golondrina
sobre el clavel que la sangre afirma con tus labios
-pájaros sabios- durmióse en tu silencio, endrina
tu testa ärdiente que costumbres sabias doran tus resabios...
Gemido del pájaro soberbio que humilde me reclama
profundo en mi verso, alado hacia mi cama
aleas tus caderas en mi verbo frágil,
tus pies de luna casta muerden mi sonrisa ágil...
Otëan en la bruma sabios resplandores
igualando en los albores, en las aguas imprecisas
las aguas de tus risas, y flores que fecundas irisas
anidada en mi vientre tus palomas estrellas y sudores
que gimen con estrellas en tu rubio ámbar,
legando mi silencio hacia el vuelo de tus rosas
poniendo ebrias mis alas junto al vino, a tu almíbar
que la Gloria de tus ojos entreabren en las cosas...
Muero así, desvestido y en tu unión
caliginosa tarea, semblante hecho blasón
Brillante eres, perfumada, casta y nívea
deleitada y sonrïente perfumada, rübia,
desolada en tristes albas tus flores y tus velas
besada hasta tu flor, gozada y aún me celas
robada en alusión, Helena de la Gloria
moza y oro en noche, oscuro dial alado, estrella, euforia.
La Gloria de tus ojos es mi miel,
aleve tensa áurea, tus pezones, y tu piel.
sostenida de ángeles y cirros
campana mineral a los esbirros
que la lucha con la flor duerme bandida...
Tea que, efímera tal vez, diurna, bizarra
la sola tiza que descansa en tu pizarra
sorteo de difusas mieles en las flores
mis ojos te desvelan, mi canto con pudores...
Tal vez tu mano esbelta, tal vez tu pie de nieve
junto al verdor nacarado del relieve
de los besos de lo verde del suspiro
de los céspedes y noches de zafiro
pueden más que nombrarte en el regazo
la constancia de morir bajo tu abrazo
y en el roble, süntuoso he de admirar
cabalgatas hacia el cerro, tu lugar...
Tus pies de nieve tocaron a mi luna,
que sostenida en tu lugar, tú me besabas
y el desvelo descubría tu cintura, alabas
el viento en mis laureles, noche alguna...
Fría espada de oro que trasluce plata casta
efímera y flagrante como el océano en el sol
iluminada y mortal como el hechizo a tu arrebol
venerada y lumínica espada mineral... me basta!
Me basta tu silencio y tu miel de golondrina
sobre el clavel que la sangre afirma con tus labios
-pájaros sabios- durmióse en tu silencio, endrina
tu testa ärdiente que costumbres sabias doran tus resabios...
Gemido del pájaro soberbio que humilde me reclama
profundo en mi verso, alado hacia mi cama
aleas tus caderas en mi verbo frágil,
tus pies de luna casta muerden mi sonrisa ágil...
Otëan en la bruma sabios resplandores
igualando en los albores, en las aguas imprecisas
las aguas de tus risas, y flores que fecundas irisas
anidada en mi vientre tus palomas estrellas y sudores
que gimen con estrellas en tu rubio ámbar,
legando mi silencio hacia el vuelo de tus rosas
poniendo ebrias mis alas junto al vino, a tu almíbar
que la Gloria de tus ojos entreabren en las cosas...
Muero así, desvestido y en tu unión
caliginosa tarea, semblante hecho blasón
Brillante eres, perfumada, casta y nívea
deleitada y sonrïente perfumada, rübia,
desolada en tristes albas tus flores y tus velas
besada hasta tu flor, gozada y aún me celas
robada en alusión, Helena de la Gloria
moza y oro en noche, oscuro dial alado, estrella, euforia.
La Gloria de tus ojos es mi miel,
aleve tensa áurea, tus pezones, y tu piel.
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