Sin retorno

Sin retorno

Entró la Andrea de Cañete oscuro,
rápida, feroz en lo gozoso de sus vidas:
una, la de araña capturando el fuego,
otra, la del sol, meditativo y puro.
Bajita, palpitante, con su bolsa de remedios,
abrió la puerta y no pidió permiso,
vino al círculo de dudas y firmezas,
trajo una risa envuelta de ojos tristes.
Yo que me voy, yo que vengo desde un irme,
la vi quedarse tras su propia ausencia.
Algo dejó como un perfume o como sombra,
que huelo y sigo calle abajo, sur abajo
de la cornisa a la que entrabas, Andrea, sin retorno.

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02 02 13