La ciudad vana

La ciudad vana

En esta ciudad los arenales
se extienden desde la alta cordillera,
sólo ocultos por montes inflexibles,
hasta el mar desangrado por los ritos.
(Huesos de pollo, cáscaras vacías
y un ocaso sólo apto para orgasmos y suicidios)
Así los arenales son diversos,
semejan musgos, piedras, torres y explanadas
y el neón por doquier de burdeles y farmacias.
Nadie los ve, mi teoría
es que no hay nadie en la ciudad, por eso avanzan.
Y en la mesa coja con botellas verdes
y en el cordel inmóvil, donde un solo calcetín
espera al otro que voló buscando un cielo diferente
o un viejo pie amado en la anterior pobreza,
y en esa cruz de los templos que comulgan con las nubes
y en el rumor de estiércol que llamamos río Mapocho,
silban los huesos que su lija desvanece,
cantan los muertos que su ceguera no domina.
En mi ciudad busqué las letras de tu nombre
ni las arenas me devolvieron de tu olvido decisivo.

24 07 12

Son las olas malditas que borran todo lo que se escribe con amor.
Describes muy bien la ciudad.
Ha sido un placer leerte.
Castro

Así es la ciudad, Castro, no por completo, pero a veces así se nos queda en la retina. Saludos.-