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Siguiendo la huella ardiente,
de tus más locos delirios,
voy encendiendo los sirios
de una lujuria creciente.
Palmo a palmo con mi boca
recorro toda tu piel,
bebiendo toda la miel
que a mis instintos provoca.
Tú me indicas el camino
con un brinco y un suspiro,
yo te recorro y deliro,
sobre tu cuerpo divino.
Tu lengua sagaz y astuta
va en busca de mi demencia,
sin poder pedir clemencia,
calmo mi sed en la gruta.
Sudor, azúcar y menta,
sal, veneno e in cordura,
la más hermosa locura
que al disfrutar, atormenta.
Una y otra vez tú estallas,
en mil luces de colores,
disfrutando los fulgores
que entre gemidos detallas.
Dentro de ti se derrama,
el cántaro de la esencia,
es un himno a la existencia,
que de amor, la vida inflama.
De Julio Madriaga
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