Transparente y sin vacío
Hoy jueves uno de marzo
contigo charlo y te beso,
regresas y a ti regreso
y tus dolores resarzo.
Junto a ti mi canto esparzo,
mis sueños, mis voluntades,
son tantas ya las edades
de errar por el laberinto
que un rumbo en tu piel yo pinto
que venza las soledades.
Ya es claro, el amor no basta,
más claro, sin tu amor muero,
también con tu desespero,
también con mi desamparo.
Contigo pido y declaro
comprender y hacer convenio,
yo de ponderar mi genio,
tú de echar fuera tus juicios,
y entre dos de hacer propicios
los rumbos para el quinquenio.
Sé bien que nada se sabe
de los destinos del hombre,
que hay poco que nos asombre,
que a veces se hunde la nave.
Más también sé que no es grave
nuestra razón de estar vivos:
ser felices, no cautivos,
ser dignos, no maltratados,
si estamos enamorados
florezcan ya los olivos.
Y es que una cosa es nacer
y otra cosa hacerse humano,
se aprende dando la mano,
se logra al uno crecer.
No es magia y sí es un deber
tomar un sitio en la tierra,
no abusando, no en la guerra,
sino en la lucha interior
por ser cada vez mejor
y abrirse al amor que encierra.
Yo te llamo, cielo mío,
a que me escuches y me hables,
a que conmigo tú entables
un diálogo como un río.
Transparente y sin vacío,
con un puente en sus orillas,
con un pez como semillas
que nos una con su ofrenda
y que del amor la rienda
nos brinde en sus maravillas.
01 03 12
Hoy jueves uno de marzo
contigo charlo y te beso,
regresas y a ti regreso
y tus dolores resarzo.
Junto a ti mi canto esparzo,
mis sueños, mis voluntades,
son tantas ya las edades
de errar por el laberinto
que un rumbo en tu piel yo pinto
que venza las soledades.
Ya es claro, el amor no basta,
más claro, sin tu amor muero,
también con tu desespero,
también con mi desamparo.
Contigo pido y declaro
comprender y hacer convenio,
yo de ponderar mi genio,
tú de echar fuera tus juicios,
y entre dos de hacer propicios
los rumbos para el quinquenio.
Sé bien que nada se sabe
de los destinos del hombre,
que hay poco que nos asombre,
que a veces se hunde la nave.
Más también sé que no es grave
nuestra razón de estar vivos:
ser felices, no cautivos,
ser dignos, no maltratados,
si estamos enamorados
florezcan ya los olivos.
Y es que una cosa es nacer
y otra cosa hacerse humano,
se aprende dando la mano,
se logra al uno crecer.
No es magia y sí es un deber
tomar un sitio en la tierra,
no abusando, no en la guerra,
sino en la lucha interior
por ser cada vez mejor
y abrirse al amor que encierra.
Yo te llamo, cielo mío,
a que me escuches y me hables,
a que conmigo tú entables
un diálogo como un río.
Transparente y sin vacío,
con un puente en sus orillas,
con un pez como semillas
que nos una con su ofrenda
y que del amor la rienda
nos brinde en sus maravillas.
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