tras los muros aprieta bien el puño
el niño abandonado;
para luego soltarlo.
Aletea lenta y curiosa
en la punta de sus dedos
mientras entre el barro llega silenciosa;
la muerte de la sirena.
Encierra el pozo un cuerpo dormido
con los ojos abiertos
y el talo en las alas de la mariposa;
honda y umbría
se mezcla en la quietud que levita...
Es momento...
Aquellos frágiles desvelos
son adagios, son de oleo
es el tiempo cero;
breve olivo de gota en gota en sus ojitos ;
hasta llenar la garganta
con el arena de las horas
y los grados por debajo de los cielos.
Lara Bazaldúa.
Indautor 2012.
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