…O tal vez, un horizonte

Ó tal vez un horizonte a caballo de fuego en tu mirada nocturna…

La miel de aquellas flores,
donde el polen a la tibieza de tus labios
era un florido sol
en mi boca de beso.

Ó la miel de aquellos peces
rimbombando el remolino
a la boca del delirio de una
tonina.

Ó tal vez un horizonte a caballo de fuego en tu mirada nocturna.

Caminamos,

ésas fueron las huellas
de nuestro despertar
tan hondo,

tan enamoradas nuestras manos

ante la bravura de la arena,

al anochecer.

Huí de ti
pero tus pasos
me seguían

como un fresco Otoño
percibe manantiales
a lo lejos…

Nuestros sueños compartían el mismo Verano
donde los árboles más grandes y su sombra sedienta
de nuestros suspiros
cantaban con gorriones
el atardecer, que desvestía su silencio
hasta que el viento soplaba en tu cabello
la bandera de tu vestido callado,
murmurando a mis muñecas
la pasión de no dejarte

entre la sal del ocaso.

Repetíamos las mismas palabras, los mismos atardeceres, los mismos
sueños soñábamos, entre dunas milagrosas y
el pan
nos desayunaba,
el café
nos admiraba
y parecía que posábamos
ante el mantel como un Picasso
vestido en sus últimos colores,

con los tenues del alba enmudeciendo tu capricho
de mujer piadosa,

desenvuelta entre mis manos

como la mañana,

éramos sus artesanos
que cantábamos
la sombra

con tu boca de ciruela.

Que bello horizonte compañero, me gustó!

Muchas gracias, Liz!!!!! Qué suerte que te gustó, querida amiga!!!!!

Te mando un abrazo y gracias por pasar por éstas letritas...!!!!!

Fué un placer compañero.