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    Mensaje por Invitado Mar Ene 10, 2012 7:40 am

    Si un día de aquellos u hoy o ayer tal vez (tequila y yo confundimos los tiempos verbales) sus ojos se tropezaran de párpados conmigo (más o menos irse de nalgas o de boca) me dejaría usted detenido sin remedio en sus pupilas. Ojalá y no le ofenda que un desconocido entrado en años y carnes (alguna vez fui bello pero el tiempo carcome indetenible) se atreva a confesarle su amor sin máscara ni respiro: la amo desde que la encontré Lucia y puse mis labios sobre la pantalla inerte para sentir los suyos. Quizás se pregunte (urge que el quizás sea una certeza de interés mediante) por qué contuve mis palabras, por qué le hablo ahora que no tengo ni cara ni cuerpo que mostrarle, por qué permití a los días convertirse en otoños, en nostalgias, en lápidas. Y es que no he sido bueno: blasfemo, borracho, putero, y mal poeta. ¿Cómo podría ofrecerle tamañas tristezas, vomitonas, y desesperanzas? El que usted y yo nos hubiéramos amado habría sido su perdición y un pecado más para mi alforja. Alguna vez fui un fidelísimo perrito de collar y caseta en el patio, un amador confiado en los gemidos de la hembra compañera, un ingenuo a la manera de los retratos que Frida hizo de sí misma hasta que le salió bigote. Luego me dejé caer durante varios años en la fosa que conduce a los misterios más íntimos de la fe carnívora: bares, cadenas, esposas, tríos, cuartetos, quintetos, sinfónicas, cuero, muñecas, distancias, espejos, jeringas, azotes, jueguitos de rayuela y un dos tres pollito inglés, dale que te pillo, full de Reinas voy ganando bájese la falda my love, etc., y mejor cierro la bocota porque de seguro va a pensar lo que ya piensa. Volteando la tuerca (ergo: apagando el porro de motu propio y cepillando el traje como si fuera nuevo) pegué la carrera hasta cruzar la línea de meta y salirme del cuadrito: Bosco y Sade a dos manos o los paraísos de lágrima y pellejo. Sería de una falsedad irritante negarle a usted que me lo pase muy bien saltando de cama en cama y sin saber de nombres. Lo jodido es que no hay desayuno, ni periódico, ni café negro: abres los ojos y escuchas el chorrito del bidet, y luego la ducha, un pis, robarse la toalla y el jaboncito minimalista, pelo mojado y a la calle: ¿por dónde vas?, no por tu vía, perro, fue rico mami: ahí nos vidrios en cualquier esquina si Dios quiere. La mierda se dispara cuando abundan las canas y la curva del abdomen dilata sin pausa su presencia. Te miras al espejo y sabes que cambiaste de ranking: se acabaron las niñas entre 16 y 20. Sería como decirle que uno se reconoce más en el Moisés de Miguel Ángel y menos en el David del idem, osea, mejor con toga y bíblica barbaza que pelotas al aire en atlética demostración geométrica. Una vez recalado en la triste aceptación de lo inevitable, te agarras del primer discursito intelectual que se te ocurra: sonó la hora de hacerse o fingirse cínico (también se vale jugar al equívoco, al despiste, o al yo no estaba por ahí cuando se pudrió el espejo) en fin, que incluso la noche puede tornarse una absurda repetición de tragos y coitos despiadados. Llegado que hube al punto en el que te oyes a ti mismo recitando de memoria los versículos estúpidos e infalibles (dizque poeta ebrio de nocturnos dolores y solitaria demencia) decidí que era el momento justo para declinar barras, hoteles, y nochecitas sin día siguiente: abandoné cadáveres por el camino pero también fui cadáver varias veces. No debo. Todo pago. Borrón y cuenta nueva: ya tengo mis alas y mi lira. La cuestión en sí (en no, en quién sabe, en póngame otro y mejor doble) es que tomé la curva menos predecible (con veinte puntos pedí naipe) y terminé por venir a recalar en esta suerte de retiro monacal metódico e intrascendente: comí tanto que ya pocas veces me provoca. Supongo que en su cabeza estará bailando el usual ¿y a mí que me cuentas tú? o por lo menos ya me colgó de corbatín el cliché más evidente: va de psiquiatra el angelito infame. Pues nada, solo que para decir te amo lo mejor es decirlo calato (también me gustan poto y chibola): con todo lo de adentro por fuera y sin excusas. No miento cuando le afirmo que usted siempre estuvo presente en mi pellejo de anónimo cara pálida. El amor era y es usted en lejanía triste y de vez en vez o de novela en novela. No crea que milito en el frágil terreno de la imaginación: sé que basta un dedillo de frente para entender que nada podría unirnos, a excepción de un día de lluvia usted sin paraguas y yo con uno dos puestos tipo taxi. O también podría levantarla al vuelo para saltar los charcos (disculpe mi rodilla cabrona y tiesa maniquí) o acaso tender la chaqueta del terno gris para que marque en ella sus dulces tacones (el placer del hombre comienza en los pies de la mujer: Masoch dixit) no lo he probado aún, pero de admitir un pie sobre mi cuello seria el suyo y ningún otro: su piececito espuela de plata y mi cabeza en el cepo, horca, guillotina, o lo que le provoque a usted cualquier atisbo de cosquillas sorpresivas. Quizás me (nos) permita suceder juntos en la piel de un suave anochecer playero (mínimo bikini para sus formas y largos shorts para las mías): nos veríamos hermosos y ridículos corriendo descalzos por la orilla (usted pone la hermosura y del resto me hago cargo) Incluso escribirle un poema de nerudiana expiración doliente y rudo patetismo anárquico. Acaso una cómuna de frases que se tornen versos y digan te amo en cada una de sus letras, puntos, dos puntos, adjetivos, sinalefas, hipérboles, metáforas, correlaciones e inevitables ausencias. Pero no se me dan las palabras bonitas o todo lo confundo y en un dos por tres la embarro y mando la pata directo al hoyo. Lo único cierto (real, verdadero, gol de media cancha, cesta de tres puntos, 12 en una noche, póker de ases, sus labios como lumbre) es que los engranajes de la máquina se harían pedazos si su rostro no fuera el Tao de este dulce carrusel que habito cada vez que la encuentro en algún canal del mediático plasma: Samsung 21 pulgadas horario estelar 9:00pm. Inevitable que a la milésima de segundo en punto le de click al on que la traerá desde Lima hasta Caracas en un devenir satelital de belleza y talento: Gianella montaña rusa, casa de los espejos, túnel del amor, escopeta de aire dardo en la diana y un beso suyo como premio: suerte de ópera en platea desnudando tardes grises de sábados inertes. Ocasionalmente podríamos optar por escribir un poema a dos manos: la suya dibuja osito y la mía cementerio. Luego vemos que sale o no sale o sale a medias con ligueros y pantys de esos que tienen agujeritos con lazos rosa o del color que prefiera. Perdone si le sueno avaricioso de sus curvas, pero el amor es así: curioso stop de la razón, costillas al aire, nariz contra la pared, trampolín de 100mts más clavado vertical y punto. Nada de esas pajas de urbanidad contemplativa: la tacita de té se alza con dos dedos ni uno más. Irse de round solo con tiernos florilegios sería como decirle adiós a su piel bajo mi piel: síntesis perfecta de rosa y erizo. Recordemos a Bretón: El amor será convulsivo o no será (André dice el arte, pero igual vale… the secret of life is in art/by Oscar) César o nihil grabó en su espada el joven Borgia (y ya sabemos que el cardenal devino en guerrero y se echó al saco principados y degüellos) La consecuencia inmediata (y me disculpa los devaneos mentales propios de un desocupado moral incorregible) es que uno se la juega y pone el resto sobre la clásica mesita de tapete verde, o le apuesta 22 rojo al mágico ritmo circular de un poema dedicado que empiece por su cabello y termine en los deditos de sus pies (de nuevo los susodichos: un par de fetiches de ingenua recurrencia) pasando por la dulce luz de sus pezones para detenerse a beber sobre el álgido diapasón que la dispara: colt 45 en ráfaga de gritos y suspiros. Parafrasear mis deseos seria impropio y un poco tonto a estas alturas de mi corazón al horno 450 grados Fahrenheit vuelta y vuelta en finas hierbas: solo usted podría sacarme de la rutinaria estupidez contemplativa que ajusta mi cinturón al búdico anhelo de la exclusión del yo, del mí, del usted, del quién sabe qué o cómo (la flecha que da en el blanco porque nada sucede) salvándome además de la grotesca impostura que habito diariamente: esa inevitable costumbre de hurgarme los bajos en plena calle, meter mano en los apretujones del metro, sentarme a charlar con un perro, mear donde me sorprendan las ganas, terminar mi café cuando el suicida se da un tiro: sorbo-pausa-disparo-sorbo, pretender ultimar hasta el detalle la mezcla exacta de cloro y jabón que mojará la mopa: viejo boy de mantenimiento con algo de Baudelaire o Vallejo para decorar las treguas. U otra cosa que implique darle vuelta al guante y ser el hombre que se ajuste a sus deseos e intenciones: la pieza que falta para que su vida pierda sentido y sea libre de correr desnuda por cualquier avenida musitando flores y derrotando Minotauros. Le advierto que servirle de engranaje tiene en mi caso un elevado costo: debe resignar su realidad y ajustarse la camisita de fuerza al pelo y sin resquicios. Y entonces mal que bien pasar por alto los espejismos del nightclub cinco estrellas y darle marcha al nada se prohíbe en noches de suburbio: levantar la pierna para burlar el marco de la ventana y olvidar de una y forever ese hartazgo de alambradas mansas que retienen su cara tras la frontera inútil de la respetable inercia (espero que mi costumbre de hilvanar palabras una con otra y tras otra sin signos puntales en la requerida abundancia no le cause a usted problemas de género respiratorio. Ésta desquiciada tendencia se la debo a Proust que me enamoró de los párrafos incontenibles cuando ambos buscábamos el tiempo perdido entre las piernas de rubias inefables can-can marihuana y versos) bien sea para quedarse en casa o jugando a romper las reglas haciendo uso de los recursos típicos del ciudadano promedio, lo que no es romper las reglas en absoluto, sino algo más y menos que estirarlas de a poquito para hacerlas bola y pegar la goma bajo el pupitre (cosa de chicos que juran ser irreverentes sin pasar de ser -cuando más- idiotas) Y a la final supongo (el supongo es un recurso idiomático útil cuando se te salta una puntada y no sabes como enhebrar la aguja) que ya estará usted algo cansada de tanto ir y venir de palabras callejeras que seguramente le parecerán incomprensibles o como mínimo delirantes (solo por amor se desatan los caballos que habitan la distancia: solo por amor la invalidez lejana del lenguaje se torna piel de lágrima y silencio) Sin duda es lamentable caer en el cliché ruleta rusa vuelta y vuelta de tambor: nadie podrá amarla sino la vislumbra como yo en todo instante de pájaros volando, nadie le besará los rincones con la oscura resolución de un poeta ebrio: Gardel para el tango y yo para la cama: cada cual en lo que mejor sabe. Okey, no se lo discuto, puede optar por llamarme mentiroso, de todas formas se terminó, nada hay que hacerle, nunca sabrá si le endoso una historieta o si se perdió un viaje a la luna con todo y angelitos de Murillo a cuestas: soy más que mi boca o eso creo, soy también la gota de lluvia que moja sus nariz, la mano que le abre la puerta o le aparta la silla, el chofer que lleva sus deditos por la carretera de Kerouac, el vodka que alumbrará su pecho con llamas y lamentos. O bien la forma de terminar con este disparate de letras como flores y lagartos sea la de cerrar el círculo sin vacilar en tangentes: nada puedo sino amarla, nada puedo sino señalar su sombra detenida en el inútil parpadeo de mis ojos, nada puedo sino distinguir sus rasgos en cada vidriera, memoria, periferia de entuertos o espejo que visito (a veces me siento maricón sin remedio, porque veo su rostro en lugar del mío al afeitarme: algo de perverso debe haber en semejante trueque de cursi paranoia) Y es eso, no da más, tanto puntito negro para decirle que la amo, que sin usted hace tiempo balcón y de cabeza, tiro en las dos sienes, horca de pastillas, navajazo bruto y baldecito de lata para recoger la sangre. Solo usted me impide dar el paso que deja de lado avisos de peligro y curva peligrosa, cactus espinudos, rosas de papel, colibríes y billares, hoteles, desiertos, poemas y distancias, tragos y amigotes. Solo usted es como atinar una piedra blanca en la nube más próxima y esperar la lluvia bocarriba en silencio murmurando su rostro en mis plegarias, susurrando el Avemaría rojito de sus labios, el amén de mi boca cerrando la suya sin palabras, sin ataduras de símbolos y marionetas, sin laberintos verbales, sin papel firmado que a derecho nos legitime jugando a formular sentencias implacables. Por usted seré la noche tibia de esquinas y placeres, la quietud del agua y el puente que nostálgica transita, el niño enamorado que lleva sus libros, el joven que pinta su nombre en las paredes, el viejo que le habla de Platón y los Beatles: su dulce amante virginal con una pizca de látigo y mordisco, su incondicional para los secretos de piel y calendario, su inquieto can de raza devoto y preferido: la sombra de su sombra presente en los colmillos. Haga memoria por los dos y recuerde cada habitación vacía que le llené de frases como abejas o cerditos camino al matadero: vicios y virtudes en dudoso equilibrio. Detenga sus ojitos en lo bueno y en lo malo, en las cosas bonitas y en las palabrotas que raspan: todo soy yo, imposible separar la pulcra levita de la borrachera infame. Téngame paciencia. No me arroje indefenso al azar de la desesperanza, mire que soy indolente y ya voy por la media de brandy a palo seco: no respondo por fechas de vencimiento ni me atengo al consúmase antes de tal día (la amo de lleno en cualquier instante y en cualquier otro dejaré de amarla) Juro y no cumplo, vivo repleto de promesas inválidas, manipulo shows debidamente meditados (caña, baraja, strippers, y tómese otra copita) la lleno de historias tristes, de mentiritas dolorosas, de absurdas fronteras, de anhelos libertarios: escupo y no volteo (la casa pierde y se ríe: siempre habrá posturas para la ruleta) ¿Entiende que estoy desnudo?: deje de verme la panza y míreme boca a boca de una vez: La amo y le advierto de antemano: tengo el virus de la soledad y me gusta. No busco vacunas de ningún tipo, odio los celulares, me sabe a mierda lo que el vecino haga o deje de hacer, no creo en colectivos porque siempre terminan reclamando cabezas, no soy burgués ni proletario, ni la puta madre que los cagó a toditos: soy un desventurado, un cuervo, un laberinto de bocas sin reflejo, un paria, un embustero: soy uno que la ama y se prohíbe amar a otra. Siga trabajando, siga viniendo de vez en vez a mi pantalla, siga dándome sus ojos para mirar con los míos. La clave no está en edificar un arcoíris con su nombre, la clave soy yo, indomable egoísta, cultor del individuo, yo, que la amo para prevalecer, para existir más allá del verso, del ron, y de la puta, yo, que la necesito para continuar vivo en este baile de cúspides y parodias, yo, que regalo mis dedos hurgando burdeles y poemas, yo, que espero verla noche a noche porque solo su amor me justifica.

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    SUNFLOWERS FOR GIANELLA Empty Re: SUNFLOWERS FOR GIANELLA

    Mensaje por kaina Sáb Ene 28, 2012 3:46 pm

    Excelente compañero


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    SUNFLOWERS FOR GIANELLA Empty Re: SUNFLOWERS FOR GIANELLA

    Mensaje por Invitado Sáb Ene 28, 2012 10:12 pm

    Gracias bella amiga, me alegra que te haya gustado.

    Besos

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