Maltrato Infantil

Este fenómeno que como una pandemia se extiende a nivel mundial se considera “Una falta no intencional de padres bien intencionados al que tener que educar los desbordó” Conclusiones éstas de una moral perversa proveniente del mundo de los adultos y que nunca tiene en cuenta el sufrimiento infantil, el cual llega a ser tan insoportable que resulta inimaginable que un niño pura inocencia llegue, a través de los años, a transformarse en un monstruo capaz de generar genocidios, de llevar a un pueblo entero a un holocausto, tal su carga de odio… En otros casos el odio se descarga contra sí mismo llevando a serias enfermedades físicas y/o mentales, suicidios, etc.
El desempleo y exceso de trabajo se mencionan como causales del maltrato de parte del padre y las tensiones matrimoniales del de la madre que descarga en el hijo todas sus frustraciones y rabia. Estas son unas de las numerosas justificaciones de la conducta adulta.
Esta conducta está tan enraizada en la sociedad que a cualquier adulto le cuesta admitir haberla padecido, aun cuando esté padeciendo enfermedades que se curarían o tendrían un alivio importante con el sólo hecho de descargar todo el odio y dolor que esos padres, ya interiorizados, produjeron.
Nuestra sociedad necesita la paz pero hasta que no eliminemos este flagelo ésta sólo será una utopía. Consideremos que todo el odio que genera el maltrato, al no poder volcarse hacia los padres, puesto que el niño los necesita, se vuelca hacia el prójimo y hacia sí mismo. Éste es causa, también, de desconfianza básica y de conflictos personales puesto que da origen a seres carenciados emocionalmente que irán por la vida reclamando un amor que ellos difícilmente puedan prodigar y, además, sienta las bases para el maltrato a generaciones futuras.
Consideremos como maltrato, también, aquellas formas inaparentes, pero no menos dañinas, como el psicológico, la indiferencia, el abandono en todas sus formas: material, afectivo, social; no nos olvidemos, lógico, del abuso sexual, tan dañino y extendido.
Hagamos conciencia, la construcción de un mundo mejor debe comenzar por cambiar la forma de conducirnos en familia; empecemos con nuestro entorno inmediato como primer paso para el logro de una sociedad más feliz y, por ende, más saludable.