Palabras por un adiós
Tú, que me ofreciste un mundo,
cuando una mesa bastaba,
tú que acogiste sin traba
mis sueños de vagabundo.
Debes partir al segundo,
debes dejar tu promesa,
yo no soy el de grandeza,
quise volar y no pude,
quise ser bueno y no acude
sino el adiós a mi empresa.
Deja mi mano revuelta,
suelta mis ojos baldíos,
son bajos, pero son míos,
mi vida es gris y no hay vuelta.
La ruina ya está resuelta,
salva tus sueños del lodo,
tú que me ofreciste todo
lo hiciste en vano en mi puerta,
mi vida ya estaba muerta,
sólo que hoy lo sé y es todo.
¿Qué pasa, que nos pasó,
la ciudad toda era nuestra,
en qué esquina y por siniestra
la vida nos traicionó?
Quién fue el que nos dijo no,
cuando en todo un sí nos daban
las noches que nos guardaban,
los besos que nos comieron,
cuando felices nos vieron
las calles que nos juntaban.
Quizá eso es todo: una esquina
y dos extraños que parten,
que se aman y se reparten
como una flor con espina.
Quizá es la vida asesina
la que en su engaño nos hiere,
nos trae al mundo, nos quiere,
nos manda a encontrar el cielo,
y tras hallarlo en el suelo
con su esperanza se muere.
Por fin no sabremos nunca
más que la aurora regresa
que es otra voz la que besa
la soledad que nos trunca.
Así en la tierra se enjunca
y se separa la suerte,
deseo que puedas verte
feliz sin mi compañía
y deseo que este día
florezca hasta tras la muerte.
11 02 11
Tú, que me ofreciste un mundo,
cuando una mesa bastaba,
tú que acogiste sin traba
mis sueños de vagabundo.
Debes partir al segundo,
debes dejar tu promesa,
yo no soy el de grandeza,
quise volar y no pude,
quise ser bueno y no acude
sino el adiós a mi empresa.
Deja mi mano revuelta,
suelta mis ojos baldíos,
son bajos, pero son míos,
mi vida es gris y no hay vuelta.
La ruina ya está resuelta,
salva tus sueños del lodo,
tú que me ofreciste todo
lo hiciste en vano en mi puerta,
mi vida ya estaba muerta,
sólo que hoy lo sé y es todo.
¿Qué pasa, que nos pasó,
la ciudad toda era nuestra,
en qué esquina y por siniestra
la vida nos traicionó?
Quién fue el que nos dijo no,
cuando en todo un sí nos daban
las noches que nos guardaban,
los besos que nos comieron,
cuando felices nos vieron
las calles que nos juntaban.
Quizá eso es todo: una esquina
y dos extraños que parten,
que se aman y se reparten
como una flor con espina.
Quizá es la vida asesina
la que en su engaño nos hiere,
nos trae al mundo, nos quiere,
nos manda a encontrar el cielo,
y tras hallarlo en el suelo
con su esperanza se muere.
Por fin no sabremos nunca
más que la aurora regresa
que es otra voz la que besa
la soledad que nos trunca.
Así en la tierra se enjunca
y se separa la suerte,
deseo que puedas verte
feliz sin mi compañía
y deseo que este día
florezca hasta tras la muerte.
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