Ante la maquillada opulencia a destajos, sobre tu peinado de salón
entre tus glamorosas gafas de sol importadas, con el valor equivalente a un galón de agua en Haití -en esos tiempos de desastres naturales o golpes de estado.
Ni por el vibrador con la tecnología de "punta" o el móvil con el acceso rápido al twitter para que presumas cuantos mega pixeles posee
o los caballos de fuerza de tus muslos o tu no se qué, no, nada de eso.
No necesitas una nueva lap, si ya tienes conectividad en tus caderas
y de banda ancha donde es fácil la recepción para cualquiera que pretenda entrar a tu red. No, ni aunque me perjures que estrenarás conmigo esa tanga
donde los diseñadores de Victoria's Secret dejan entre ver sus grandes ideas
plasmadas en tan diminuta tela costosa e igual de miserable
que las cenas románticas que promociona ya el restaurante a donde quieres
que vayamos. Que mira que; tragarme dos chicharitos, una rodaja de tomate y lechuga aderezada de quien sabe qué, traído desde algún país Africano donde aquellos le consideran orines de camello, y nosotros lo pagamos como flujo divino,
no, que de esa miserable ensalada a tu diminuta tanga
prefiero tragarme los condones sucios del grandísimo pelmazo
que tienes como amante y vive bajo la cama, además esos lugares
en donde hacen esta comida, uno debe de dejar la mitad sobre el plato
no sabiendo querida Julieta mía que si yo, tu Romeo, como cualquier otro comensal normal que acude a comer a estos lugares es porque está muerto de hambre
y no los visita para costear o hacer prejuicio o bulla de nuestro status social dependiendo de si sé o no, que tenedor se usa para cada cosa.
Ni siquiera podrás convencerme con uno de esos diálogos dramáticos
de telenovela barata argumentando que no pudiste hacerme desistir;
porque no tienes el tv de plasma que resalta hasta el más mínimo gesto
en la actuación efusiva de la actriz protagonista, aunque en realidad
deseas saber por morbo quien se operó la nariz, se levantó el busto
o tiene garganta profunda.
No, no iré a altas horas de la noche por chocolate egipcio, ni escogeré el reloj sueco
con adornos en diamantina volátil porque tendré que comprarte un par o veinte de zapatillas que hagan juego exacto, que combinen con el perno y la manecilla,
además de que hagan contraste con la marca de este, pues mi Venusina nocturna,
tú nunca usas reloj, tu signo astral, tu caprichoso signo astral te impide usar reloj,
pues al final de todo tú siempre decides la hora para cualquier cosa.
No te imagino cargando un lápiz y un papel para las letras venideras
en semejante bolso ni la poesía que más te ha hecho vibrar,
el rezo al que te encomiendas cuando andas en esos callejones tan fríos,
el recuerdo transmutado imagen, la foto de tu madre,
la de la mía, la de nosotros, la de tus amigos, no, no lo alcanzo a visualizar pues una mujer con bolso es la resonancia del misterio, y, ahora si tuvieses esa cabida monstruosa del Praga Stampa Tempi te quitaría el encanto,
sería tan predecible adivinar tus miradas, el sigilo y el movimiento
de tus manos dulces, por eso un bolso no, porque me aburriría muchísimo
pedirte las llaves de la casa -sobre todo porque esta ya más que visto el truco-;
y que tú me respondas sacando un conejo del sombrero.
Es que ningún detalle, por más bien remunerado que sea
puede hacer corpórea la metáfora del cariño por alguien, porque no te amo
solo este día, porque no me acuerdo de mi madre solo el 10 de mayo
o cuando me la recuerdas con la altisonante oratoria cada que no levanto
la tapa del wáter, porque no deseo abrazarlos solo en navidad o cuando consumo anfetas, y porque no les rezo a mis muertos solo el 2 de noviembre así
como no espero mofarme de mis enemigos cada 28 de diciembre
pues me encanta hacerlo a diario, porque siento todos los días,
odio todas las mañanas, anhelo todas las tardes y muero a cada noche.
Por eso me niego a ser partícipe del Monopolio de Cupido,
reniego de su sacrosanta capilla,
de su positivista recinto, de su asqueroso Centro Comercial porque tú no lo sabes,
pero igual él es un empresario gordo que gusta de la cocaína y la excentricidad aquella de poseer animales raros y sombreros extravagantes que hacen juego
con su mirada voyeur. Por eso no pienso pagarte un peinado de salón,
sabiendo que por culpa de tus inseguridades dañes con aerosoles la capa de ozono
y al final quieras verte bien para todos y no tan solo para ti... ya no digamos para mí.
Por eso no pienso pagar el envío de tus gafas importadas teniendo en cuenta que podríamos comer bien con ese dinero durante un mes,
o al menos mejor que cualquier niño tercer mundista donde el pan
más mohoso vale el doble o más que tu vida y la mía, y si no es así,
pues mínimo le cuesta entregarla por minutos a gordos empresarios como tu Cupido.
No sé, ni me entiendo de tu maldita codicia por desear un vibrador si tienes esta ave marina, una computadora si tu eres un virus, un móvil si tu especialidad
son los mono sílabos, la desgraciada ropa de marca no importa si al final desnuda me entretienes más que vestida, además sea ropa fina, de marca prestigiada o esa sin etiqueta que se encuentran en los mercados de segunda mano
¿qué mas da? el don de dar a luz o de diva sangrona nadie te lo quita.
Y de la cena costosa no sé, ni entiendo a estas mujeres si todas dicen
y se quejan de que; si las llevas por unos tacos, no pasas de tacaño y simple vulgo,
y que si vamos a un restaurante caro no serás más que un altanero y pedante ,
además de ignorante, que no entiende que ustedes, solo tienen hambre y lo que necesitan es un cocinero que atasque de grasa su porción para que se llenen y se sientan satisfechas, a uno que le ponga adornos y lo haga ver como un arte
dadaísta de proporciones reservadas, como si con la infinidad de utensilios
y la larga mirada con la que los percibimos, además de los colores,
la combinación, la vajilla de porcelana, los vasos italianos,
el santo sudario de Turín como mantel, con esas grandes vistas
que uno tiene por la decoración y el análisis que hay que darle al platillo
-por que más que calificarlo como comensal, hay que hacerlo como crítico de arte-
con toda esa infinidad de detalles con cantidad vasta de significados
con eso, ¿creen que van a llenarnos el estómago?
siendo que tú no sabes de conceptos ni de jugar con la comida.
La estúpida tele de vanguardia ¿para qué? con 150 canales,
qué puta flojera buscar las escenas de cama en cada uno de ellos,
el chocolate te causa gases, el reloj no reside el tiempo,
sino la opulencia en las altas clases sociales
-con eso de que ahora para ellos hasta un perro chihuahua es un ya un llavero.
Y el bolso, ¡uy!, el bolso, ¡qué demonios!, que tú traes un bolso hasta para el bolso.
Por eso ningún ornato ostentoso, ninguna edición especial de lápiz labial
ni el infame dogma de que si no es Calvin Klein no vas al tianguis por nada ni por ninguna cosa.
¿Y si aun así necesitas de tu codicia?
¿Y si te sientes menospreciada?
¿Si te sientes incompleta?
¿Si piensas que no te amo?
¿Que se ha arruinado nuestra noche de romance?
¿Y que la única forma de solucionarlo es cumplirte un capricho?
Pues bien te lo cumpliré, hasta te bañaré de oro puro
-descuida no es un golden shower- mira, hasta te diré un poema escucha;
póstrate en la mejor pose mi dulce flor, que es en cuatro, en cuatro;
que en cuatro estaciones florezcas y que en veinte uñas enraíces
que te amaré como un reptil-¡hey! dije un poema, ¿porqué te exaltas?,
tampoco dije que no iba a ser de esos que fuese difícil de digerir uno de esos que tanto odias que me dedique a escribir, además escribir un poema, escribir, que has de saber tú de eso, escribir es tan peligroso como vivir, pero qué has de saber tú, si te deleitas con una tarjetita de timbre de ese monopolio que nada más tienen un verso de esos profundos como tu les llamas “vales mil” esa es tu máxima favorita ¿no?-
Bueno, a lo que iba, si piensas que no te amo, que se ha arruinado nuestra noche de romance, y que la única forma de solucionarlo es cumplirte un capricho. Pues vamos, que te lo cumpliré ¡vamos! te daré gusto con ese capricho de sentirte superior
con cosas materiales me dejaré de preámbulos y pretextos,
de metódicas estadísticas y del desvarío
vamos amor si eso es lo que deseas, vamos mi Julieta si eso es lo que anhelas,
vamos mi Venus si eso es lo que quieres, vamos querida
que esta noche, esta noche
…¡te lo hago con un billete de tres ceros y te quedas con el cambio!
entre tus glamorosas gafas de sol importadas, con el valor equivalente a un galón de agua en Haití -en esos tiempos de desastres naturales o golpes de estado.
Ni por el vibrador con la tecnología de "punta" o el móvil con el acceso rápido al twitter para que presumas cuantos mega pixeles posee
o los caballos de fuerza de tus muslos o tu no se qué, no, nada de eso.
No necesitas una nueva lap, si ya tienes conectividad en tus caderas
y de banda ancha donde es fácil la recepción para cualquiera que pretenda entrar a tu red. No, ni aunque me perjures que estrenarás conmigo esa tanga
donde los diseñadores de Victoria's Secret dejan entre ver sus grandes ideas
plasmadas en tan diminuta tela costosa e igual de miserable
que las cenas románticas que promociona ya el restaurante a donde quieres
que vayamos. Que mira que; tragarme dos chicharitos, una rodaja de tomate y lechuga aderezada de quien sabe qué, traído desde algún país Africano donde aquellos le consideran orines de camello, y nosotros lo pagamos como flujo divino,
no, que de esa miserable ensalada a tu diminuta tanga
prefiero tragarme los condones sucios del grandísimo pelmazo
que tienes como amante y vive bajo la cama, además esos lugares
en donde hacen esta comida, uno debe de dejar la mitad sobre el plato
no sabiendo querida Julieta mía que si yo, tu Romeo, como cualquier otro comensal normal que acude a comer a estos lugares es porque está muerto de hambre
y no los visita para costear o hacer prejuicio o bulla de nuestro status social dependiendo de si sé o no, que tenedor se usa para cada cosa.
Ni siquiera podrás convencerme con uno de esos diálogos dramáticos
de telenovela barata argumentando que no pudiste hacerme desistir;
porque no tienes el tv de plasma que resalta hasta el más mínimo gesto
en la actuación efusiva de la actriz protagonista, aunque en realidad
deseas saber por morbo quien se operó la nariz, se levantó el busto
o tiene garganta profunda.
No, no iré a altas horas de la noche por chocolate egipcio, ni escogeré el reloj sueco
con adornos en diamantina volátil porque tendré que comprarte un par o veinte de zapatillas que hagan juego exacto, que combinen con el perno y la manecilla,
además de que hagan contraste con la marca de este, pues mi Venusina nocturna,
tú nunca usas reloj, tu signo astral, tu caprichoso signo astral te impide usar reloj,
pues al final de todo tú siempre decides la hora para cualquier cosa.
No te imagino cargando un lápiz y un papel para las letras venideras
en semejante bolso ni la poesía que más te ha hecho vibrar,
el rezo al que te encomiendas cuando andas en esos callejones tan fríos,
el recuerdo transmutado imagen, la foto de tu madre,
la de la mía, la de nosotros, la de tus amigos, no, no lo alcanzo a visualizar pues una mujer con bolso es la resonancia del misterio, y, ahora si tuvieses esa cabida monstruosa del Praga Stampa Tempi te quitaría el encanto,
sería tan predecible adivinar tus miradas, el sigilo y el movimiento
de tus manos dulces, por eso un bolso no, porque me aburriría muchísimo
pedirte las llaves de la casa -sobre todo porque esta ya más que visto el truco-;
y que tú me respondas sacando un conejo del sombrero.
Es que ningún detalle, por más bien remunerado que sea
puede hacer corpórea la metáfora del cariño por alguien, porque no te amo
solo este día, porque no me acuerdo de mi madre solo el 10 de mayo
o cuando me la recuerdas con la altisonante oratoria cada que no levanto
la tapa del wáter, porque no deseo abrazarlos solo en navidad o cuando consumo anfetas, y porque no les rezo a mis muertos solo el 2 de noviembre así
como no espero mofarme de mis enemigos cada 28 de diciembre
pues me encanta hacerlo a diario, porque siento todos los días,
odio todas las mañanas, anhelo todas las tardes y muero a cada noche.
Por eso me niego a ser partícipe del Monopolio de Cupido,
reniego de su sacrosanta capilla,
de su positivista recinto, de su asqueroso Centro Comercial porque tú no lo sabes,
pero igual él es un empresario gordo que gusta de la cocaína y la excentricidad aquella de poseer animales raros y sombreros extravagantes que hacen juego
con su mirada voyeur. Por eso no pienso pagarte un peinado de salón,
sabiendo que por culpa de tus inseguridades dañes con aerosoles la capa de ozono
y al final quieras verte bien para todos y no tan solo para ti... ya no digamos para mí.
Por eso no pienso pagar el envío de tus gafas importadas teniendo en cuenta que podríamos comer bien con ese dinero durante un mes,
o al menos mejor que cualquier niño tercer mundista donde el pan
más mohoso vale el doble o más que tu vida y la mía, y si no es así,
pues mínimo le cuesta entregarla por minutos a gordos empresarios como tu Cupido.
No sé, ni me entiendo de tu maldita codicia por desear un vibrador si tienes esta ave marina, una computadora si tu eres un virus, un móvil si tu especialidad
son los mono sílabos, la desgraciada ropa de marca no importa si al final desnuda me entretienes más que vestida, además sea ropa fina, de marca prestigiada o esa sin etiqueta que se encuentran en los mercados de segunda mano
¿qué mas da? el don de dar a luz o de diva sangrona nadie te lo quita.
Y de la cena costosa no sé, ni entiendo a estas mujeres si todas dicen
y se quejan de que; si las llevas por unos tacos, no pasas de tacaño y simple vulgo,
y que si vamos a un restaurante caro no serás más que un altanero y pedante ,
además de ignorante, que no entiende que ustedes, solo tienen hambre y lo que necesitan es un cocinero que atasque de grasa su porción para que se llenen y se sientan satisfechas, a uno que le ponga adornos y lo haga ver como un arte
dadaísta de proporciones reservadas, como si con la infinidad de utensilios
y la larga mirada con la que los percibimos, además de los colores,
la combinación, la vajilla de porcelana, los vasos italianos,
el santo sudario de Turín como mantel, con esas grandes vistas
que uno tiene por la decoración y el análisis que hay que darle al platillo
-por que más que calificarlo como comensal, hay que hacerlo como crítico de arte-
con toda esa infinidad de detalles con cantidad vasta de significados
con eso, ¿creen que van a llenarnos el estómago?
siendo que tú no sabes de conceptos ni de jugar con la comida.
La estúpida tele de vanguardia ¿para qué? con 150 canales,
qué puta flojera buscar las escenas de cama en cada uno de ellos,
el chocolate te causa gases, el reloj no reside el tiempo,
sino la opulencia en las altas clases sociales
-con eso de que ahora para ellos hasta un perro chihuahua es un ya un llavero.
Y el bolso, ¡uy!, el bolso, ¡qué demonios!, que tú traes un bolso hasta para el bolso.
Por eso ningún ornato ostentoso, ninguna edición especial de lápiz labial
ni el infame dogma de que si no es Calvin Klein no vas al tianguis por nada ni por ninguna cosa.
¿Y si aun así necesitas de tu codicia?
¿Y si te sientes menospreciada?
¿Si te sientes incompleta?
¿Si piensas que no te amo?
¿Que se ha arruinado nuestra noche de romance?
¿Y que la única forma de solucionarlo es cumplirte un capricho?
Pues bien te lo cumpliré, hasta te bañaré de oro puro
-descuida no es un golden shower- mira, hasta te diré un poema escucha;
póstrate en la mejor pose mi dulce flor, que es en cuatro, en cuatro;
que en cuatro estaciones florezcas y que en veinte uñas enraíces
que te amaré como un reptil-¡hey! dije un poema, ¿porqué te exaltas?,
tampoco dije que no iba a ser de esos que fuese difícil de digerir uno de esos que tanto odias que me dedique a escribir, además escribir un poema, escribir, que has de saber tú de eso, escribir es tan peligroso como vivir, pero qué has de saber tú, si te deleitas con una tarjetita de timbre de ese monopolio que nada más tienen un verso de esos profundos como tu les llamas “vales mil” esa es tu máxima favorita ¿no?-
Bueno, a lo que iba, si piensas que no te amo, que se ha arruinado nuestra noche de romance, y que la única forma de solucionarlo es cumplirte un capricho. Pues vamos, que te lo cumpliré ¡vamos! te daré gusto con ese capricho de sentirte superior
con cosas materiales me dejaré de preámbulos y pretextos,
de metódicas estadísticas y del desvarío
vamos amor si eso es lo que deseas, vamos mi Julieta si eso es lo que anhelas,
vamos mi Venus si eso es lo que quieres, vamos querida
que esta noche, esta noche
…¡te lo hago con un billete de tres ceros y te quedas con el cambio!
Miér Mar 13, 2024 10:17 pm por caminandobajolalluvia
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Miér Mar 13, 2024 9:23 pm por caminandobajolalluvia
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Miér Mar 13, 2024 9:08 pm por caminandobajolalluvia
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Miér Mar 13, 2024 8:51 pm por caminandobajolalluvia
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