Se imparte locamente adverso la sutil extravagancia
de un eco que fluctúa en tu constancia,
el vaivén de las alas entreabiertas
solo rubor de la plata de las selvas.
Adquiere un llano entre las cumbres la maleza
del bostezar el aroma de mil noches,
entre tu piélago que funde la realeza
del horizonte de la bruma de mil noches.
Entre la hora el terciopelo y la mirada
cuenca da a tu murmullo, separada
entre el sosiego de la bruma anonadada
y el pavimento gris de la espuma silverada.
Acontece el terciopelo del espanto no corroe la bruma
el incipiente ardor de mil sábanas de nube
entre el telar de las bocas que la nieve sube
al anhelar despierto la constancia que entre naves
urgía sin el mar la parsimonia de las aves.
Separado en gris aroma, el plectro sonoroso de las loas
que entreabre la silueta de los días, al advertir de la sombra que murmura
el solo eco que anochece en mi cintura
cabalgándole a la noche entre tus sueños
el pelaje de la bruma y oro al alba
entre tus senos que son peñas y mis dueños
cuando musita el verbo errante tu magnolia
y elogiabas la pintura del desvelo,
que acontecía aún, tu terciopelo
vertiéndose al alba tu dulzura.
Escatimo el vuelo de mis alas
a la sorpresa conmovida entre tus velas,
que tu velamen entre sombras tú vuelas
celando al alba la rosa de mis noches.
Preámbulo de sueño y de divino trance
el eco soñador de mi silencio
que en las horas que sueñan tu elocuencia
añora el sigilo y el rubor de tus mejillas...
de un eco que fluctúa en tu constancia,
el vaivén de las alas entreabiertas
solo rubor de la plata de las selvas.
Adquiere un llano entre las cumbres la maleza
del bostezar el aroma de mil noches,
entre tu piélago que funde la realeza
del horizonte de la bruma de mil noches.
Entre la hora el terciopelo y la mirada
cuenca da a tu murmullo, separada
entre el sosiego de la bruma anonadada
y el pavimento gris de la espuma silverada.
Acontece el terciopelo del espanto no corroe la bruma
el incipiente ardor de mil sábanas de nube
entre el telar de las bocas que la nieve sube
al anhelar despierto la constancia que entre naves
urgía sin el mar la parsimonia de las aves.
Separado en gris aroma, el plectro sonoroso de las loas
que entreabre la silueta de los días, al advertir de la sombra que murmura
el solo eco que anochece en mi cintura
cabalgándole a la noche entre tus sueños
el pelaje de la bruma y oro al alba
entre tus senos que son peñas y mis dueños
cuando musita el verbo errante tu magnolia
y elogiabas la pintura del desvelo,
que acontecía aún, tu terciopelo
vertiéndose al alba tu dulzura.
Escatimo el vuelo de mis alas
a la sorpresa conmovida entre tus velas,
que tu velamen entre sombras tú vuelas
celando al alba la rosa de mis noches.
Preámbulo de sueño y de divino trance
el eco soñador de mi silencio
que en las horas que sueñan tu elocuencia
añora el sigilo y el rubor de tus mejillas...
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