Ciegas parsimonias, cual lúdicas errantes coplas,
el plectro sonoro que anochece, cual bruma no asentada
el firmamento diluido de tus ojos de canela
cual sobrio frenesí de un centinela
que nieva entre tu seno la mirada,
la dulce estocada
de tu ícono burlón, que se revela
y enciende la acechanza
de un vago diapasón que no murmura
lenta escritura
caudal de la mañana
arribando la fruición de mi perpleja sombra
anochecida,
cual esbelta paz dormida
entre tu seno la gaviota
caudal que no denota
el asomo de la vertical esperanza encomendada
a sutil encargo
la más mimada de los astros
Diafanea,
que en el plectro soñador de tu cintura
embarga la premura
del caudal principiando el arena que no funde
el sol que se me hunde
entre la piel anochecida,
cual sombra embaída
manantial de mi guitarra
la luna de la ausencia y el reparo de la intrépida cigarra,
con ojos cimitarra, el eco soñador entre la bruma
y la pausa de la pluma,
caudal de golondrinas,
al escatimo del vientre de los cielos
en el preludio de oro de pañuelos
cual vaga sintonía
la mística rosa que acentúa las llamadas
en el seno de los días
con agua me perdía
en el robado intento por aciagas enseñanzas de paloma
al cincel esperando que retoma
la dulce epifanía de las cumbres,
ociosas certidumbres
de pan y picaflores
hundido entre las flores
y la armonía
bosquejo de éste día
enseñando al terciopelo la mirada
de la dulce enamorada
y sintiendo que el señuelo,
era yo con mi pañuelo…
el plectro sonoro que anochece, cual bruma no asentada
el firmamento diluido de tus ojos de canela
cual sobrio frenesí de un centinela
que nieva entre tu seno la mirada,
la dulce estocada
de tu ícono burlón, que se revela
y enciende la acechanza
de un vago diapasón que no murmura
lenta escritura
caudal de la mañana
arribando la fruición de mi perpleja sombra
anochecida,
cual esbelta paz dormida
entre tu seno la gaviota
caudal que no denota
el asomo de la vertical esperanza encomendada
a sutil encargo
la más mimada de los astros
Diafanea,
que en el plectro soñador de tu cintura
embarga la premura
del caudal principiando el arena que no funde
el sol que se me hunde
entre la piel anochecida,
cual sombra embaída
manantial de mi guitarra
la luna de la ausencia y el reparo de la intrépida cigarra,
con ojos cimitarra, el eco soñador entre la bruma
y la pausa de la pluma,
caudal de golondrinas,
al escatimo del vientre de los cielos
en el preludio de oro de pañuelos
cual vaga sintonía
la mística rosa que acentúa las llamadas
en el seno de los días
con agua me perdía
en el robado intento por aciagas enseñanzas de paloma
al cincel esperando que retoma
la dulce epifanía de las cumbres,
ociosas certidumbres
de pan y picaflores
hundido entre las flores
y la armonía
bosquejo de éste día
enseñando al terciopelo la mirada
de la dulce enamorada
y sintiendo que el señuelo,
era yo con mi pañuelo…
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