Afrodita
El Sol dora el divino cuerpo níveo,
de la puntual deidad de voz amante;
Sol y diadema para su atractivo,
imagen de color, y Luz fragante…
Su pecho, globos de ámbar no dormidos,
ofrecen alimento a los poetas,
-ya cándido el amor, que no fingido-
Venus trae, de su Reino, cual centella…
Cabellos de Oro y ojos celestiales,
de su figura, lecho en su deleite,
armada con sus rosas y jazmines,
y flores contumaces y valientes…
En sus mejillas cándidos abrigos,
su róseo helado sobre sus corales,
labios invictos ¿Sueño de lo dulce?
que su perfume ebrio no lo priva…
La Luna en su cintura, no sus piernas,
acogen su mixtura balanceada,
sandalias en sus pies de helada nieve
si portentosa miel, sus labios: casta…
Sus manos, el dolor de estar cautivas,
y abraza su Verano de sudor,
con el collage retórico del habla,
se abrasa su cariño y su fulgor…
Presa es, -de tu honra y de tus sueños-
de tus actos, bondad y tu silencio-
presa es, de tu amor de lo sensible-
que acoge en este mundo -sus heridas-;
vulnerabilidad entre los seres,
-no a la violencia- que la mata y hiere,
regala su virtud más deseada,
para que el fruto amor, dé fruto: Viva…
Ella venció a la guerra y las diatribas,
-y su belleza impar nos acompaña-
para blandir la destrucción del odio,
y ser amanecer del amor mutuo-
Ella venció el dolor de lo innombrable,
y padeció el sufrir junto a dolientes,
-el alba y el crepúsculo se han hecho,
para entender el fin, y el nacimiento-
Su corazón es toda la belleza
que necesita el hombre en su grandeza…
Alejandro Rodrigo Flagel
El Sol dora el divino cuerpo níveo,
de la puntual deidad de voz amante;
Sol y diadema para su atractivo,
imagen de color, y Luz fragante…
Su pecho, globos de ámbar no dormidos,
ofrecen alimento a los poetas,
-ya cándido el amor, que no fingido-
Venus trae, de su Reino, cual centella…
Cabellos de Oro y ojos celestiales,
de su figura, lecho en su deleite,
armada con sus rosas y jazmines,
y flores contumaces y valientes…
En sus mejillas cándidos abrigos,
su róseo helado sobre sus corales,
labios invictos ¿Sueño de lo dulce?
que su perfume ebrio no lo priva…
La Luna en su cintura, no sus piernas,
acogen su mixtura balanceada,
sandalias en sus pies de helada nieve
si portentosa miel, sus labios: casta…
Sus manos, el dolor de estar cautivas,
y abraza su Verano de sudor,
con el collage retórico del habla,
se abrasa su cariño y su fulgor…
Presa es, -de tu honra y de tus sueños-
de tus actos, bondad y tu silencio-
presa es, de tu amor de lo sensible-
que acoge en este mundo -sus heridas-;
vulnerabilidad entre los seres,
-no a la violencia- que la mata y hiere,
regala su virtud más deseada,
para que el fruto amor, dé fruto: Viva…
Ella venció a la guerra y las diatribas,
-y su belleza impar nos acompaña-
para blandir la destrucción del odio,
y ser amanecer del amor mutuo-
Ella venció el dolor de lo innombrable,
y padeció el sufrir junto a dolientes,
-el alba y el crepúsculo se han hecho,
para entender el fin, y el nacimiento-
Su corazón es toda la belleza
que necesita el hombre en su grandeza…
Alejandro Rodrigo Flagel
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