Fiebre de la herrumbre

Cana de oro, no la plata  goce rema,
asidua gema, ramo de oro, sol, diamante,
cual estólido cencerro en voz triunfante
la duna queja, sombra estéril, sol, diadema…
Nacida al estro, fantasía de oro mella
cardumen pétreo, ya el ósculo reclama,
el fondo de mi ojo se desama
rotunda huella, sobre el llano, mi querella…

Goza de plata, cerviz, oro triunfante,
galardonado sobre ardid, planicie hendida
la fosa aguarda y es deslumbre la partida
solo silencio de mi brisa mascullante…
Arroba un plectro soñador, estrecho cauce
tan dolorida seña, amor, perpetuo roce,
Sol que declara manto añil, cual mudo goce
la fïebre adueñada de mí, mas sola fauce…

Errátil cántaro de fiebre enamorada,
ya pace el süeño, de la voz, la sombra alada,
bajo centëlla de mi amor, el trance ocupa
la golondrina alzada de su sombra, arropa…
Y cierne, no su mella, oro triunfante acaso,
venerando aquél febril desmán de sol añejo
cual el delirio de mi sombra en el espejo,
voz si tremola, el llanto arduo, frente al vaso…

De mi silencio, la comarca hendida, ígnea
sopesa afable la mirada al sol: declina
al sólo paso del ardor, de voz endrina
cual sólo mella dura sombra que delinea…
Cual espesor que delata de mi puerto,
cual golondrina amante, cual un ave
la sola flor de mi coturno, no es tan süave
como el destello de mi flor, mi amor incierto…

Cual hacinado amor, relumbro, aquejo,
de mi silencio cual llano que herrumbrara
no mi destello, ó mi sol, mi sol ya viejo
cual golondrina errante que viajara…
Mi voz es trémula, mi ojo no despierto,
la fantasía amante de mi sombra, aclara
cual golondrina afable que mezclara
su vuelo amante con mi dolor ya muerto…

Desluce el eco de su fuga en dote,
su Sol níveo templara mi naufragio a flote…