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por La nieve no descansa y se termina, su púrpura resguardo de silencio
y en el vaivén su solo aroma no acrisola
su rojo porvenir que alado siembra, en las minúsculas hierbas del ocaso
donde el pegaso se ensueña y atesora
en el velamen de su plectro sueño dora
nocturno vuelo que apacienta su dulzura.
Oro no teme de su ojo rubí ardiente,
mazmorra undócil de precisa arma que siente
la grave tea
ó el arrullo del pudiente
cuerno de nieve, que el hielo sueña hirviente.
Verde paloma acata lo que dora la cuna su albacea
aminorando el espacio su lujoso vuelo
encarcelado de sí mismo
anidando en un presente
lo que el presente anida
anidándolo al presente.
Y en el bostezo de la hora más hinchada
en el suplicio de la hora sepultada
en el ahora
en el sueño
que es desvelo puro
acierta un ramo de penúltimos abismos,
de avisos en la siembra
como semáforos de agua
el hielo puro,
enseña el cielo del futuro
y acoge la sentencia del silencio
para vestir las fragancias de sus mares indecisos...
La nieve oprime mi pecho ya cansada
de gravitar en mi desvelo, trasnochada,
pálidos los bosques han cerrado sus celadas
hornitos tras el madero del árbol en que confiaba.
Cocinas a los resplandores ciegos del ocaso
donde a ultramar navega un solo duelo
y en el sustrato del doncel un solo anzuelo
inclina las agujas del reloj, al terciopelo.
Se han cerrado las bocas,
se han despertado los ojos y los rumbos
parecen ser los mismos
cuando llueve
a vespertinas horas
la lluvia que lava las huellas de los soles
y en el aroma de la bruma atardecen mis palabras,
bajo un mismo cielo
ella y el ocaso
mi corazón que late
las horas que atempera...
Volando en el pegaso
...Vendrá la Primavera!
y en el vaivén su solo aroma no acrisola
su rojo porvenir que alado siembra, en las minúsculas hierbas del ocaso
donde el pegaso se ensueña y atesora
en el velamen de su plectro sueño dora
nocturno vuelo que apacienta su dulzura.
Oro no teme de su ojo rubí ardiente,
mazmorra undócil de precisa arma que siente
la grave tea
ó el arrullo del pudiente
cuerno de nieve, que el hielo sueña hirviente.
Verde paloma acata lo que dora la cuna su albacea
aminorando el espacio su lujoso vuelo
encarcelado de sí mismo
anidando en un presente
lo que el presente anida
anidándolo al presente.
Y en el bostezo de la hora más hinchada
en el suplicio de la hora sepultada
en el ahora
en el sueño
que es desvelo puro
acierta un ramo de penúltimos abismos,
de avisos en la siembra
como semáforos de agua
el hielo puro,
enseña el cielo del futuro
y acoge la sentencia del silencio
para vestir las fragancias de sus mares indecisos...
La nieve oprime mi pecho ya cansada
de gravitar en mi desvelo, trasnochada,
pálidos los bosques han cerrado sus celadas
hornitos tras el madero del árbol en que confiaba.
Cocinas a los resplandores ciegos del ocaso
donde a ultramar navega un solo duelo
y en el sustrato del doncel un solo anzuelo
inclina las agujas del reloj, al terciopelo.
Se han cerrado las bocas,
se han despertado los ojos y los rumbos
parecen ser los mismos
cuando llueve
a vespertinas horas
la lluvia que lava las huellas de los soles
y en el aroma de la bruma atardecen mis palabras,
bajo un mismo cielo
ella y el ocaso
mi corazón que late
las horas que atempera...
Volando en el pegaso
...Vendrá la Primavera!
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