Déjame que te mienta una vez más
que tus oídos sean pozos vacios
donde mi tristeza encuentre paz,
es que esta tarde he muerto, amor;
y una franela negra
se ha trepado al dintel de mi puerta.
Como lloran los amigos,
llora más tu corazón curvo
que ha soportado tanta flecha
y balazos. ha soportado sordo,
mis noches de bardo.
Crepitan las últimas velas.
reclama una madre haberlo perdido todo
¡hay madre querida¡ si fuera jesús
te diría que tienes siete juanes al lado.
Y suplico como suplica cualquier cadáver;
el cese del fluir-eterno de tus lágrimas
Vivir, morir, llorar, reír
todos infinitivos…
y a quien reclamar
de tanta infinidad y ser finitos. ¿a quién?
si a dios lo han confinado en la biblia
desde mucho antes de la edad media.
como también estamos confinados
a este ataúd desde el primer respiro.
Ha llegado la hora de la muerte blanca, y vivo
¡vivo más que nunca¡ en tu corazón
que palpita mi nombre;
¡vivo más que nunca¡ bajo la tierra
que a tus pies sirven de soporte
¡vivo más que nunca¡
porque quizá no esté muerto,
quizá solo te este mintiendo.
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