Yo soy la muerte.

No busques mi aguda mirada
de retina perpetua y sepulcral;
No me idealices en magro ritual
o esperes ulterior carcajada

pues mi voz es altiva y potente,
con el garbo del eterno abandono.
Del olvido intransigente, soy mayordomo
y a mis pies, todos van penitentes…

Soy el destructor de la vida.
Ese instante rapaz y circunspecto
que a todos alcanza, por defecto;
Cárcel sin celda ni salida

una deidad de rostro nacarado
que eclipsa destinos en forma inescrutable,
y seduce con un beso devoto y abominable…
Un rey de corazón enmascarado.

Puedes escapar o ignorarme
u ostentar el señorío de todo imperio;
Pero igual te aguardaré en el cementerio
ya que nada ni nadie puede postergarme…

Puedes dibujar en las estrellas
o escribir en la tierra todo derrotero.
Pero recuerda: Solo eres simple pasajero

…Todas las almas son mías, todas ellas…