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por Fernando Liendro (E.P.S) Mar Nov 30, 2010 9:40 pmAndo siempre en el mismo colectivo cada día de mi vida,
el frio tapa congela mis manos y los resfríos tapa el aire.
Todos los que veo sueñan con su futuro o con su familia
y tratan de alejarse de la realidad que al rato aparece.
Sentado y esperando el fin de mi camino, veo la ventana,
recorro mil cuadras y admiro cada calle, cada cuadra
que en su momento eran lugares seguros y tranquilos,
pero el dolor llevo sorprendiendo a la gente y gano.
Escucho la música de siempre y siempre me canso,
pero jamás me hace descansar mi mente (no hay calma)
porque me reclama la inspiración en la hoja
y me ataca con lanzas del pasado.
Me hace recordar momentos que una vez existieron
y que una vez, había un chico que tenía el corazón
en las manos del amor y que el mismo lo apuñalo,
matando a mi ángel que ahora vuela en el cielo.
Recuerdo como era el cielo en las primaveras pasadas,
tan azul como el mar y siempre las flores andaba disfrazadas
de hermosos pétalos rojos y se creían lindas rosas,
pero siempre se engañaban y al final eran puras risas.
Ahora es tan gris como el humo de las dudas más amargas,
las flores ya no están, pero yo sé que renacerán una vez mas
y todo es tan triste que no puedes caminar en la misma rutina,
el mar grita las tristezas que no pueden decir las almas.
En este colectivo donde pasan las gente y se va a su destino,
yo ando recorriendo todo el tiempo y siempre con el cuaderno,
para que no se escapen las palabras y llamo al silencio,
cuando es el momento de estar durmiendo con los movimientos.
Sonidos del motor, letras destruidas por los terremotos de las calles,
una mujer que siempre observo cuando estamos en distintos lugares,
un hombre insultando a los peatones cuando se cruzan en su carrera
y una paisaje de mi cuidad que me alegra cuando puedo mirar.
Termino siempre bajándome de él y continuando el recorrido,
eres tan grande que andas como elefante hecho de metal.
El año lo pase con vos y seguiré sentado en tus asientos,
pasando páginas, de mi vida, de nuestra historia.
el frio tapa congela mis manos y los resfríos tapa el aire.
Todos los que veo sueñan con su futuro o con su familia
y tratan de alejarse de la realidad que al rato aparece.
Sentado y esperando el fin de mi camino, veo la ventana,
recorro mil cuadras y admiro cada calle, cada cuadra
que en su momento eran lugares seguros y tranquilos,
pero el dolor llevo sorprendiendo a la gente y gano.
Escucho la música de siempre y siempre me canso,
pero jamás me hace descansar mi mente (no hay calma)
porque me reclama la inspiración en la hoja
y me ataca con lanzas del pasado.
Me hace recordar momentos que una vez existieron
y que una vez, había un chico que tenía el corazón
en las manos del amor y que el mismo lo apuñalo,
matando a mi ángel que ahora vuela en el cielo.
Recuerdo como era el cielo en las primaveras pasadas,
tan azul como el mar y siempre las flores andaba disfrazadas
de hermosos pétalos rojos y se creían lindas rosas,
pero siempre se engañaban y al final eran puras risas.
Ahora es tan gris como el humo de las dudas más amargas,
las flores ya no están, pero yo sé que renacerán una vez mas
y todo es tan triste que no puedes caminar en la misma rutina,
el mar grita las tristezas que no pueden decir las almas.
En este colectivo donde pasan las gente y se va a su destino,
yo ando recorriendo todo el tiempo y siempre con el cuaderno,
para que no se escapen las palabras y llamo al silencio,
cuando es el momento de estar durmiendo con los movimientos.
Sonidos del motor, letras destruidas por los terremotos de las calles,
una mujer que siempre observo cuando estamos en distintos lugares,
un hombre insultando a los peatones cuando se cruzan en su carrera
y una paisaje de mi cuidad que me alegra cuando puedo mirar.
Termino siempre bajándome de él y continuando el recorrido,
eres tan grande que andas como elefante hecho de metal.
El año lo pase con vos y seguiré sentado en tus asientos,
pasando páginas, de mi vida, de nuestra historia.
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