Un heraldo-----¡Cleomonte acaba de entrar en la ciudad!
Pelópidas-----¡Cleomonte...!
Todos----(como un murmullo) Cleomonte... Cleomonte...
Pelópidas-----¡Silencio! (al heraldo) ¿Viene sólo?
heraldo-----Con un pequeño grupo de soldados. La gente los escolta hasta palacio.
Pelópidas-----¡Por fin vamos a salir de esta angustia! Dispongámonos para recibirle.
(se oyen aclamaciones en el exterior)
(entran Cleomonte y Prisístales)
Cleomonte-----¡Salud, Pelópidas! ¡Salud, ancianos del consejo!
Pelópidas-----¡Oh buen Cleomonte! No perdamos el tiempo en formalismos y libra nuestras almas de este fuego voraz que las consume. Pues, la verdad que oiremos de tus labios, por muy dura que sea, siempre será preferida a esta angustiosa incertidumbre.
Cleomonte-----¡Hemos vencido, Pelópidas!!!
Pelópidas-----¿Queeee?
(comentearios, cuchicheos, entre los
miembros del consejo)
Cleomonte-----Sí, Pelópidas. Una vez más nuestro glorioso General nos ha llevado a la victoria; su última victoria, puesto que él mismo ha perdido la vida en tan feroz combate.
(vuelven los cuchicheos)
Pelópidas-----¡Silencio! Prosigue buen Cleomonte.
Cleomonte-----Es verdad; cara hemos pagado la victoria. Pero, al fin y al cabo, victoria ha sido. Cuatro mil de los nuestros yacen insepultos, como pasto de los buitres en los campos de Mantinea. No tuvimos tiempo de darles sepultura, como hubiésemos querido, ya que los lacedemonios, al mando del rey Cleómbroto, venían a marchas forzadas sobre nosotros. Yo, que asumí el mando una vez muerto Epaminondas, consideré oportuno huir de allí a toda prisa para salvar lo que aún quedaba de nuestro ejército.
Pelópidas-----Bien hecho, Cleomonte. ¡Ay! Si Epaminondas hubiese hecho lo mismo, antes de presentar batalla...
Cleomonte-----No, Pelópidas; creo que te equivocas, si piensas eso de Epaminondas. Porque, al lado de nuestros cuatro mil muertos yacen también doce mil, entre atenienses y persas que pagaron con la vida su jactancia. ¡Tres por uno! Pelópidas; mira si no valió la pena luchar... Además, el hijo de Xenofonte; el feroz y despiadado Grilo, quien se jacta de haber dado muerte a Epaminondas, es ahora nuestro prisionero. Por él, podremos conseguir unas negociaciones favorables con el enemigo ateniense. Considera pues,
si Epaminondas merece algún reproche por parte nuestra.
Pelópidas-----Tienes razón, Cleomonte: Después de haberte escuchado, sería injusto reprochar nada a Epaminondas. No obstante, sigo pensando que debió retirarse del Peloponeso, antes de presentar tan cruenta batalla. Y, conociéndolo, como lo conocía, no comprendo por qué no lo hizo. ¿Sabes tú, Cleomonte si tenía algún motivo especial para comportarse tal y como lo hizo?.
Cleomonte----- Sí, lo tenía: honrar la memoria de tu hijo. Como tu sabes, Epaminondas sentía un profundo a mor por Lisis; no me extraña que quisiera quedarse todo el tiempo que pudo cerca de su tumba.
Pelópidas-----Sí, Cleomonte; sabía de ese amor entre ambos... Ahora me pregunto...¿Si no fue un error confiar el mando del ejército a hombres como vosotros.
Prisístales-----¡Por Zeus, Pelópidas! Después de haber derrotado en tres batallas consecutivas al temible ejército espartano y haber dejado ocho mil atenienses y tres mil persas muertos en Matinea ¿Te atreves a desconfiar de nuestro valor...?
Pelópidas-----No, de vuestro valor no, Prisístales. Pero, sí de vuestros sentimientos; a veces, demasiados femeninos, que al igual que a las mujeres, os llevan a interponer los asuntos del amor, los domésticos y personales en detrimento de los comunes.
¿Digo bien, Joven Prisístales?.
Prisístales-----Te equivocas, Pelópidas. Precisamente en estos sentimientos que tú mencionas como nefastos, son en los que Epaminondas basaba su estrategia militar. Nos hacia luchar uno al lado del otro, y así, cada uno preocupado en defender la vida del compañero más que la propia, quizá también estábamos luchando inconscientemente por nuestra ciudad, con el mismo valor.
Sí, Pelópidas; y lo hicimos con una furia tal, que jamás vieron los hombres en batalla alguna, y que no verán en siglos venideros.
Cleomonte-----Prisístalales ha hablado con propiedad, decir otra cosa sería injusto.
Palópidas-----Amigo Cleomonte; no pretendo cuestionar vuestro valor, pues sé que bien lo habéis demostrado. Pero, también conozco vuestras miserias; ellas son el centro de mis dudas.
Cleomonte-----Nuestras miserias, no son ni mejores ni peores que las de cualquier otro hombre, somos iguales que los demás. Ya una vez, recuerdo que así se lo dije a Prisístales.
Prisístales-----Es verdad. Y yo te respondí; si es que lo recuerdas, que no estaba de acuerdo contigo. Porque yo estoy convencido de que somos superiores a los demás hombres; bien que lo hemos demostrado, cumpliendo con la patria y con nuestro juramento.
Pelópidas-----¡Por todos los dioses! Por los que no suelo exclamar a menudo, joven Prisístales; explícame entonces, por qué Epaminondas no estaba al lado de mi hijo cuando este murió.¿Por qué le negó la protección de su fuerte brazo, enviándolo solo a aquella adsurda misión de la que no volvió con vida?
¿Qué indujo a Epaminondas a romper de manera tan cruel para mí, su jactancioso juramento?.
Cleomomte-----¡Oh, excelso Pelópidas! Sé el profundo dolor que sientes por la muerte de tu hijo. Pero, aún así y exponiéndome a sufrir tus iras, no puedo dejar que sigas pensando algo indecoroso sobre el comportamiento de Epaminondas; ya que fue tu hijo el que faltó primero a su juramento de fidelidad y esto, como es natural, ya no obliga a la otra parte a cumplir con el suyo. No obstante, el sufrimiento que esta situación le producía a Epaminondas, me consta que siempre obró en justicia con Lisis, como lo demuestra el suntuoso funeral que le tributó.
Prisístales-----No quiero con esto, poner en duda las palabras de Cleomonte, sólo quiero añadir algo que él, quizá conmovido por el sentimiento de admiración hacia Epaminondas... no reparó el día del funeral.
(Cleomonte mira a Prisístales con
perplejidad)
Pelópidas (interesado)----- Continua, joven Prisístales.
Prisístales------Sin faltar el respeto a la memoria que merece Epaminondas... quiero decir que: tan suntuoso funeral, a mi juicio, no fue organizado tanto para honrar a Lisis, como para que nuestro General descargara en la pompa del acto el peso de su conciencia.
(rumores, cuchicheos)
Pelópidas-----Habla más claro, joven.
Prisístales----- Es sólo una observación mía, en la que pudiera estar equivocado. Por eso, tal vez Cleomonte, nos pudiera añadir algo sobre este respecto.
Pelópidas (interesado)-----Hablanos, Cleomonte.
Cleomonte-----Desconozco las intenciones que llevan a Prisístales a sembrar la duda en nuestros corazones. Yo no tengo nada que decir. Me atengo a lo que ya dije anteriormente.
Pelópidas-----¡Por todos los dioses! He de deducir, por vuestro silencio, que estáis en desacuerdo a cómo sucedieron unos hechos que nos han llevado casi a la ruina...?
Cleomonte-----Y yo, Pelópidas. ¿He de deducir, por tus palabras, que dudas de las mías...?
Pelópidas-----El mismo cariño que a mi propio hijo os tuve a ti y a Epaminondas; pero, óyeme Cleomonte, mientras exista la sombra de la duda en este caso, mi deber como, Beotarca me obliga a ser imparcial con vosotros. ¡Y por Zeus! Que averiguaré la verdad, aunque sea lo último que haga en esta vida.
Dime, Cleomonte, ¿Qué relación, además de la de subordinado, te unía a ti con Epaminondas?.
Cleomonte-----¡La de amigo!
Pelópidas-----¿Nada más que amigo...?
Cleomonte-----Nada más. ¡Lo juro por los dioses!
Pelópidas-----¿Y con mi hijo?
Cleomonte-----Amigo y hermano.
Pelópidas (furioso)-----¡Por todos los dioses! Entonces. ¿Quién era aquél de vosotros que se interponía entre Epaminondas y mi hijo?.
Cleomonte-----¡Ah, Pelópidas...! Si yo lo supiera ya no estaría vivo. Juré a Epaminondas matarle con mis propias manos, en cuanto lo descubriera.
Pelópidas-----¿Epaminondas murió en tus brazos?.
Cleomonte-----No; por desgracia. Ya he dicho antes que lo mató Grilo.
Pelópidas-----¡Traedme al cautivo Grilo!
Anciano I-----No comprendo qué te propones con este interrogatorio, Pelópidas.
Pelópidas-----¡Descubrir la verdad!
Anciano I-----La única verdad es que estamos en la ruina.
Pelópidas----- Y yo quiero descubrir los motivos que la causaron.
Prisístales (en tono conciliador) ¡Oh, excelso Pelópidas! Ya que fui yo quien sembró la semilla de la duda, quiero confesarme ante vosotros; pues lo que dije fue con una intención premeditada, no creyendo que mis palabras fueran interpretadas de esta forma. Castígame, si lo consideras oportuno; sí, castígame por mi falta de escrúpulos, al exponer en una hora tan delicada un problema puramente personal; pues yo sólo pretendía que Cleomonte, de cuyo amor vengo dudando hace tiempo, dijera en tu presencia que nada carnal le unía a Epaminondas. Ahora que Cleomonte lo ha jurado y yo he confesado mi falta...¿A qué llevar este asunto más lejos...?.
Pelópidas-----¡Oh, joven inconsciente! Yo haré que se te pasen esos estúpidos celos. No obstante, ya que he llamado al feroz Grilo a mi presencia aprovecharé para indagar en sus intenciones...
(entra Grilo atado con cadenas y custodiado
por varios soldados)
Heraldo-----¡Aquí tenéis a Grilo. Señor!
Pelópidas-----¡Oh, excelso hijo de Xenofonte! Siento que por la torpe decisión de tu anciano padre, al ponerse de parte del común enemigo, tu hermoso cuerpo se vea bajo el peso de esas cadenas, y que tu propia vida esté en peligro, pendiente sólo de las difíciles negociaciones que se avecinan.
Grilo (altivo)-----Ahorrate, pues, las palabras para ellas, y dime para qué me has llamado tan precipitadamente a tu presencia.
Pelópidas-----¡Por los dioses! Que eres altivo, como tu padre lo fue en otros tiempos. Veremos pues, en qué queda todo esto, tratando con personas de tanta soberbia... Me han dicho, Grilo, que tú te jactas de haber dado muerte en feroz combate al esfozado Epaminondas ¿Es eso cierto?
Grilo-----¡Lo es!
Pelópidas----- Si quisieras informarnos ¡Oh Grilo! de los detalles de esa lucha, entre dos Titanes, como eráis Eapaminondas y tú, te estaría enormemente agradecido, y luego, a la hora de negociar con tu padre tu posible rescate, me mostraría benévolo con vosotros.
Grilo-----¿Debo entender con esto, que pones en duda que fuera mi lanza la que acabó con la vida de tu prestigioso General...?
pelópidas-----No, excelso Grilo. Quiero saber, puesto que los hombres suelen en la lid pronunciar palabras con la intención de amedrentar al enemigo, o en el caso de que la Parca les sorprenda, suelen sincerarse con éste a la hora de expirar, si Epaminondas dijo algo; por absurdo que te pareciera, que tú pudieras escuchar y conservar todavía en tu memoria. Me gustaría saberlo Grilo.
Grilo-----Sí, tal como tú dices, así pasó. Ya que los hombres, si son viejos conocidos y del mismo rango que éramos nosotros, a la hora del feroz combate suelen descargar su odio, tanto por el filo de su espada, como por el de su lengua. No me jactaría de haber matado a Epaminondas, si éste no se hubiera comportado en la lucha con el coraje del mismísimo Ayante Telemónida. Por varias veces sentí el temor de perecer en sus manos; tal era la fuerza de su brazo. En cada mandoble de su espada que yo, a duras penas lograba parar con la mía, acercaba a mí su rostro ensangrentado y sudoroso y por su boca, cuyo aliento quemaba mi cuello como el vapor que desprenden las grietas del Tártaro, zahirientes palabras salían de ella, echándonos en cara a los atenienses la traición, según él, cometida. Me amenazaba diciéndome que lo íbamos apagar con nuestras vidas; quizá hubiese muerto, tal y como él me pronosticaba, pues ya comenzaban a flaquear mis fuerzas y mis rodillas se doblaban a cada uno de sus mandobles, a no ser por Atenea, que siempre me ha asistido en el combate, ella puso en mis manos una lanza que, en un momento de descuido, pude endosarle a Epaminondas entre los ijares. Entonces él dobló sus rodillas y echando negra sangre por la boca me miró fijamente a los ojos, así permaneció unos instantes presintiendo la muerte y durante los cueles exclamó: -¡Oh dioses, siento morir sin conocer...!-
No recuerdo si dijo la sombra, o el enigma de la Esfinge... Luego, llegaron los soldados tebanos, que me rodearon con sus lanzas y retiraron el cadáver. esto es todo lo que puedo decir.
Pelópidas----Has logrado, Grilo, sobrecogernos a todos el ánimo con tan épico relato. Mas, me temo que tus palabras tampoco logren despejar nuestras dudas... (a la guardia) Llevaos al prisionero.
(se llevan a Grilo)
Ancieno I-----¡Pelópidas!
Pelópidas-----¿Qué ocurre ahora, Enón...?
Anciano I-----¿No te acuerdas...? Tarsístides dijo que conocía a la Esfinge...
Pelópidas-----¡Es verdad! ¡Tredme a Tarsístides!!!
Prisístales----- (con temor) ¿Está en Tebas Tarsístides...?
Pelópidas----- Sí, hace un rato lo echamos de nuestra presencia, por impertinente. Ahora, no me parece tan loco como creí.
Prisístales (nervioso)-----¿Y vas a dar crédito a las palabras de un viejo chiflado, Pelópidas...?
Pelópidas-----Veremos, joven; veremos...
(entra Tarsístides, quien mirando a
Prisítales, como enloquecido exclama)
Tarsístides-----¡Es él! ¡La Esfinge! (se va hacia un rincón, despavorido) ¡Protegedme! ¡Ah! ¡Ah!.
(Prisístales desenvaina la espada y se
le acerca)
Prisístales-----Te lo advertí viejo. (le mata) Sí, yo soy la Esfinge. Yo soy quien sedujo a tu hijo, para vengarme de Epaminondas, al que creía mi rival en el amor de Cleomonte. Nunca desee la muerte de nadie. Mi único delito es haber antepuesto mi pasión a los deberes que tenía como soldado. Quizá, a Epaminondas le ocurrió lo mismo, cuando mandó a Lisis a aquella misión suicida. ¡Todos hemos pecado! Tú, también Cleomonte, porque a la inversa de mí, tú antepusiste el amor por la patria al nuestro. ¡Todos hemos pecado! ¡Todos hemos faltado, de una forma u otra a nuestro juramento! Tenías razón, Cleomonte, cuando me decías que los homosexuales somos hombres, como los demás. Sí, es verdad, ahora me doy cuenta. Soy un hombre, como los demás, y por tanto, con sus mismas miserias y sus mismas grandezas. ¿Me comprendes, Cleomonte?
Cleomonte-----Sí, te comprendo, Prisístales. Ahora, compréndeme tú a mí. (desenvaina la espada)
Prisístales----- Hiere pues, Cleomonte.
(Cleomonte le mata)
Fin de la obra. Escrita y Registrada por Antonio Jiménez Rey. ]
Última edición por josé logatto el Dom Abr 03, 2011 1:37 pm, editado 1 vez (Razón : por su magistral narración en esta obra.)
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