Donde los segundos no cuentan,
Y las horas se ausentan de su memoria y de su propio tiempo.
En un lugar donde no hay un fin,
Y el inicio es incierto…
En mil memorias secuestradas añoranzas autistas,
Espejismos con pies,
Oasis de risas;
Esperanzas consumadas por las brazas el olvido.
Gigantes de papel por vencer en diminutas guerras de voces
Internas que batallan en el cerebro…
Se escuchan:
Disparos de risa,
Cañones de locuras,
En donde la muerte...simplemente no existe;
Porque la conciencia no vive…
Murió antes de saber de ella.
Y clamos por justicias
A pulmón abierto se dicen,
Sin temores de nada, sin callar la voz interna;
Sin hacer mudo el miedo,
Y los miedos no habitan.
Como huéspedes en los huesos
Un cuerpo que aun siente.
Los sueños pasajeros de imagines,
En donde en cada estación… se bajan de su pequeña mente…
Y la vida se vive…simplemente por vivirse.
Y la soledad es la amante, la amiga, la novia…
El amor…
(La loca, yo)… fue mi mejor historia.
Pero acabo por dejarme en la locura,
En donde el cuento de la vida
Se detuvo en un rincón de mí existir.
Donde solo viven besos no besados.
Manos desnudas de su cuerpo.
Memorias que perdieron mis sentidos,
En alguna calle de París viviendo yo por Roma.
Laberintos de miradas que no reconozco a mi andar.
Las huellas de mis pasos se borran
Con la lluvia que me moja en los veranos,
Y me seca el cuerpo en los otoños;
Incluyéndome los ojos, marchitos higos llevo incrustados.
No reconozco de aromas,
Pero distingo el olor de su ropa:
Licor de fresas y amarantos,
Que me llenan la copa de papel;
Que llevo entre manos hace más de
Seis diciembres.
Y si no pedí yo nada…
¿Porque me diste tú todo?
¡Y no me quejo por ello!
Es solo que al tú irte,
Allá en donde aun no puedo llegar,
Me dejaste sin nada; llevándote tú mi todo.
Y entre toda esta ciudad y gente que no reconozco,
Busco una imagen de tu Dios;
Que se ensordece a mi voz…
Porque por más que le imploro me lleve a tu mano
Para dejar de arrastrarme como gusano, por lo mundano de esta
Vida vacía, solo me ha dado este tormento.
Que es mi entierro, y no sabes tú todo lo que me he llorado…
Llore mariposas,
Que volaron al viento,
Y sus alas son densas
De tanta tormenta que han navegado,
Novenario de letras…vestigios…
Pero entre toda esta locura
De la ausencia de ti, que aunque muerta,
Vive entre mis manos.
Lo que le agradezco infinita y eternamente a tu Dios,
Es haberte amado yo tanto;
Y tanto te he amado, que en mi cabeza vive una loca;
Y en mis memorias, solo transita en el devenir de los días… tu recuerdo.
Por esa razón me gusta rezarme tus besos en cada estación de mi tiempo.
Y escribirme este poema…
Para pedirle a mi Dios me cierre los ojos,
Y me apague la vela...
¡Y que me lleve contigo!
Gicela Silva Rodríguez.
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