Fuera del tiempo.
Como sobrepasar por un instante esa lucidez en que nos encontramos fingiendo, dispuestos a todo para desaparecer de sociedades paranoicas por los rituales del tiempo, entre sentidos opuestos al fin, a la lógica, a la conciencia.
Aburridos de caminar entre lo predestinado por un letargo ocioso de espera al fin de los días de vagos recuerdos, con solo sobrevivencia para pisar algo de tierra, de solo memoria para pensar en levantarse, de solo respiración para ponerse en pie.
Poemas de lujuria llenan la noche, culturas básicas disfrutan el momento, el ritmo acelerado de los latidos, de embriagadas a orilla de fuego, a orilla de frió, a escuchas de amigos con mentes abortivas a punto de declarar retirada.
Sobrepasar mas allá de lo indicado sin anonimato alguno de escondite posible, sin desgastar las miradas ajenas al cuerpo, a lo físico, a lo palpable, a lo silencioso que puede ser volver a aparecer entre los asientos perpetuos con arreglos de año, con las esquinas perpetuas esperando su cambio de color de temporada asignada a cerebros sencillos, pero de especiales habilidades en adoración al paso de los extraños.
Sobrepasar las miradas inquisidoras un poco atrevido, un poco acelerado entre las sombras de naturaleza muerta, de las noches simultaneas con olor a rancio y engaños a la edad, con las ganas de cerrar los ojos y despertar en paraíso sincero, con distintos laberintos, llenos de sueños producidos para no padecer en lo paralítico, en lo anormal, en la rutina, ¿para siempre?
Antonio luna…
Como sobrepasar por un instante esa lucidez en que nos encontramos fingiendo, dispuestos a todo para desaparecer de sociedades paranoicas por los rituales del tiempo, entre sentidos opuestos al fin, a la lógica, a la conciencia.
Aburridos de caminar entre lo predestinado por un letargo ocioso de espera al fin de los días de vagos recuerdos, con solo sobrevivencia para pisar algo de tierra, de solo memoria para pensar en levantarse, de solo respiración para ponerse en pie.
Poemas de lujuria llenan la noche, culturas básicas disfrutan el momento, el ritmo acelerado de los latidos, de embriagadas a orilla de fuego, a orilla de frió, a escuchas de amigos con mentes abortivas a punto de declarar retirada.
Sobrepasar mas allá de lo indicado sin anonimato alguno de escondite posible, sin desgastar las miradas ajenas al cuerpo, a lo físico, a lo palpable, a lo silencioso que puede ser volver a aparecer entre los asientos perpetuos con arreglos de año, con las esquinas perpetuas esperando su cambio de color de temporada asignada a cerebros sencillos, pero de especiales habilidades en adoración al paso de los extraños.
Sobrepasar las miradas inquisidoras un poco atrevido, un poco acelerado entre las sombras de naturaleza muerta, de las noches simultaneas con olor a rancio y engaños a la edad, con las ganas de cerrar los ojos y despertar en paraíso sincero, con distintos laberintos, llenos de sueños producidos para no padecer en lo paralítico, en lo anormal, en la rutina, ¿para siempre?
Antonio luna…
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