Ese Letargo.

Hubo hoy un letargo
En ésta línea del tiempo
Que justo ahora, quizás,
Sea la más importante para mí.
Porque ayer pudo ser que no,
Ni mañana fuera factible que tampoco.
Sólo es hoy, y hubo hoy,
Ese grosero letargo.

Mi línea del tiempo confusa
-no muchas veces en otro estado-
Anda hoy, de pena en pena,
Porque ese letargo aproximado
La jodió y tanto...
Que sumidos en vergüenza
Andan cada uno de esos tragos amargos,
Obscenos y desorientados
Habitados en mi alma envenenada.

Me consume el sabor áspero
Con sentido y sin razón
En la ofensa de ese ser...
Ese descansado que seguro hoy,
Del todo se cansó.

Siniestra Nostram.

Bienvenida amiga...Hay letargos inoportunos y traicioneros...Y mira que fastidian!!! Hoy, precísamente hoy...!!! Un abrazo, el foro es tuyo...pero no te lo lleves...jajajaja

Esos letargos que surgen y florecen envenenan el alma. Transforman la materia en sólido gris. Y ya luego de que lo superas, te secas un poco más. Entonces el modo que era muta, y ya no es igual.

G. Sarmiento... De Islas Canarias, hablarás como Yo. Y ja ja ja, qué risas. Descuida que hoy no me lo voy a llevar. Justo ahora detengo la producción de versos.

Un abrazo para ti también. Mañana te visitaré, y te leeré un gran rato, amigo.
Éxitos.

Será mejor que no me leas, te quedarás más tranquila...te lo aseguro. Con lo que tu dices ya vamos sobrados... jajajaja. Que te diviertas en el foro...

Jajajajajaja, qué gracioso y vaya que no había leído éste mensaje. Ahora me generaste más mis ganas de leerte. Y a eso me dispondré ahora mismo. (Sonrisa malvada, estilo "Muajajajaja").

[b]Amiga, Siniestra; veo que seguís Tú y Sarmiento buceando por esos mares tenebrosos del alma. Sólo él parece apreciar tu desnudez de Sirena; mientras que yo, cual Poseidón (te acepto el nombre que me diste) bruto he iracundo permanezco a la expectativa en la tranquila superficie.
Metáforas aparte; te diré mi querida Siniestra, que es tanta la sutileza con la que desnudas tu alma, que no me extraña que muchos de sus contornos pasen para mí desapercibidos.
Abrazos de Recaredo.

Ah, qué hermosas palabras, Recaredo. Gran Poseidón de mis mares... a los que ando ahora y, en el que voy a permanecer al momento de mi deceso. Palabras que recitas, y que van y vienen, pero que no se desencadenan de mí.
Vosotros habéis sentido más con mis escritos, que los demás a los que inocentemente les regalé mis versos, aunque hubieran sido funestos.

Gracias, amigos.