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por Equinoccio ciego que la luz asoma
donde el astro profana la maleza
de una cálida voz que perfuma los diamantes
del Sol
que embate la mirada
de quien ha visto al sol atada
la libertad.
El rocío que allí se desprende, es espuma del ausente
parsimonia engalanada, de silencio consumida
fortaleza
arriendo de tanta simpleza
ungida en la memoria.
Destino
de la grandeza,
donde el alba se perfuma,
con el claustro que no embota
más allá
del horizonte,
un amigo
en el poniente.
Equinoccio que no ampara, la luz que no repara
la distancia y la melancolía
el ubicuo mar que ansía
la mirada del crepúsculo...
Y se embate la mirada casi ciega
de un trémulo bajel que no licua
el alma en diáfanos preludios
de un horizonte que cede
ante
las lluvias.
donde el astro profana la maleza
de una cálida voz que perfuma los diamantes
del Sol
que embate la mirada
de quien ha visto al sol atada
la libertad.
El rocío que allí se desprende, es espuma del ausente
parsimonia engalanada, de silencio consumida
fortaleza
arriendo de tanta simpleza
ungida en la memoria.
Destino
de la grandeza,
donde el alba se perfuma,
con el claustro que no embota
más allá
del horizonte,
un amigo
en el poniente.
Equinoccio que no ampara, la luz que no repara
la distancia y la melancolía
el ubicuo mar que ansía
la mirada del crepúsculo...
Y se embate la mirada casi ciega
de un trémulo bajel que no licua
el alma en diáfanos preludios
de un horizonte que cede
ante
las lluvias.
» Déjame unir mi mano con la tuya...
» Tu rostro...
» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
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