Al encuentro de la iluminada muchedumbre

Me alejé
de mi cuarto,
aquélla tarde,
después de cerrar el último libro,
y busqué un racimo de luz
que se apiadaba de mis pasos
cuando dejé la puerta
y la casa a solas…

Desde la cima del cerro, descubrí
una paloma
que irrumpió en el vuelo
del atardecer
tras mi último suspiro,
y se elevó a la noche
como una luna.

A la mañana siguiente,
caminé entre las calles, oteando la penumbra
y deslizándome en serpentín
de la desnuda gente
que a su paso saludaba
mi semblante,
como un nacarado sol de primavera
que los buscaba sin cesar
en una hoguera
de esperanza.

Vi cabellos largos,
niños felices, de la mano,
luces que acompañaban mi sendero vulnerado
y ya: entre ellos, era como un
pez en el agua,

sentía la calidez de un mar despierto,
que se acobija y reluce con la tarde
socavando al horizonte sus secretos
y amontonándose luego de los valles
en un ir y venir, y luego ya a la vuelta,
como un lento resplandor
de agua ya celeste,
en la espuma intrépida y agreste
de un sol que palpitaba en sus cabellos,
y hasta sus ojos
se demoraban
en mí.

Al llegar, otra vez, mi mirada con los libros
y elogié la penumbra con mis versos
sosteniendo del aroma de la noche
la luz tenue de mi alma
en mis adentros…

Muy bien poeta,sigue así, un abrazo.

Muchísimas gracias, amigo!!!! Un abrazo grande, Poeta!!!!

Felicidades!!!!