Un heraldo de mi beso

Un heraldo de mi beso

Motivo afluente copia fiel emana,
retórico no huye, sin su flor, privanza hiela
cual de su moza la cautela
abrevia de su llanto, gentil, vana
la sombra intrépida se hermana,
en sólo ánimos de amor, la voz profunda
y Citerea goza el alba, tan temprana
como aquél ruiseñor las ascuas de su funda…

Ribete alzado, no su voz, el mar prohíbe
cual el desmedro de su amor la cal desata,
entre que el júbilo no nieva a lo escarlata
herido preña de su flor, la mar exhibe…
El llanto cede búsquedas tan hondas
cual el acierto de su boca en las mitades,
cual de su fruto, el mismo amor solas edades
van a su mella, aquél ardor que ahondas…

Tan de su cïega alcurnia nueva milla,
enciende en su panoja, las deidades
cual el proclive lento andar de mocedades
sobre la orilla de su ósculo, la trilla…
Pasión emerge de su boca, en lenta crin
cardumen pétreo de su flor en verde aroma,
tan afianzado de su voz, tañe y redoma
de su suplicio lenta flor, mi rosa ruin…

Y no de arcilla, devanada con orgullo,
así tus muslos de tu piel envuelve el goce
cual se destaca ya la flor que en ti no roce,
desde aquél mar, que se pronuncia, bello…
Asïente aquello, que la fragua de tus ojos,
a la marea de mi boca es estandarte
cual sóla bella y radiante quiere amarte,
y sólo albura de tus pechos, prueban lujos…

Mi sola helada, sin afluente en tus resïduos,
has afianzado de tus mieles, mis cabestros
para robarte de la luna de mis estros,
la luna acabe por ser miel, tactos asiduos…
Mi roja vena alzada contra albura
legitimada de tu piel, tañe y se besa,
cual golondrina lacerada en tu piel presa
nace coartada de tu hiel, tu sombra pura…

Escoge el tamo de mi flor, que es nacarado,
para blandir, tenaz, el sólo cielo
de tu pañuelo cometido y ya acerado
cual lenta piel estoque el ala de mi vüelo…
Mi brisa apañe, clausurando la blasfemia
tan lenta, ruin helada que promueve última llave,
para abrir, ya coronada, la voz que mi voz premia:
la de tus labios, cuando al fin, te beso süave…

Mi boca enciende, lajistremia del Verano,
tan ruda mi alma encinta, no mora, yace en vano…

Ó tan herido, aduce mi flor más lacerante,
mi boca apresa tu júbilo triunfante.