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    Mensaje por caminandobajolalluvia Lun Nov 16, 2015 3:33 am


    Sonetos (De agua y de cielo)

    Éstos sonetos se han borrado por completo. Trabajos perdidos de un poeta... Buaahhh! Aquí los escribí de nuevo, uff!


    I

    Asiento de verde primavera, en dócil letargo
    asombra el frenesí de un robusto pino
    en la constancia del albor y del destino
    clara efusión del agua al cielo embargo...

    Loca prisión de claveles, presuntüosa
    de lascivo estado, gentil ya no cabría
    en el murmullo del cuerpo que no abría
    verde cimiento de un blasón, flor hacendosa...

    Desde el cielo y soez la luna no es amague
    del fresco latir de la gema no es emblema,
    de la ciega fruición que en la cuna se despeja...

    Frenético candor y un rostro que se espeja
    latido del albor, candente, que es azogue
    la distancia al sentir de tu dilema...

    II

    Abierto cede el océano que quiso, llamarada
    de rubor de un ocaso que perdido no era,
    abierto despertar de Primavera
    sedoso escoplo de la tarde enamorada...

    Océano que vuelve, tras un llanto de esperanza
    hacia un mar que de nuevo canta noche
    desnudo pecho cual pudor se desabroche,
    acierto rubor cede a tus labios, fresca remembranza...

    Asido entre tu púrpura cadencia, de rosa perfumada
    oscila mi prudencia de estrella bondadosa,
    que pierde en tu rubor la desértica llanura...

    Y sobra entre tu pecho el carmín que me procura
    levar mi panadera huella enamorada
    sobre tu mejilla yo idolatro la rosa, mi locura...

    III

    Acierto que se evade entre la nube que asciende entre tus ojos
    sobre tu risa, la luna no es nevada,
    del horizonte de tu piel enamorada
    hacia mis sueños, errantes calles de rastrojos...

    Hacia la dócil nevisca de tu oriundo cuello
    légamo de sal, claroscuro del vestido,
    del océano de miel y de tu sello,
    clarividencia de tu alma entre el sonido...

    Candente bruma que se esparce entre la huella
    de un horizonte que cabalga hacia una estrella,
    desde el silencio que procrea la unidad.

    Hacia tus piernas que son bálsamo y mitad
    de tu cuerpo que es gemido, rosa bella,
    pudor que süeña la pasión a mi querella...

    IV

    Desde el agua que procrea mi sedienta sombra,
    sobre el destello del aire que voltea en mi mirada
    ruina de mi centro, casi siempre perpetuada
    hacia el silencio de mujer, süeño de hembra...

    Mirada tierna hacia el arribo en la maleza
    del juglar que asoma ver en el arraigo
    tu juventud que impropia tu belleza
    mis ojos ciegos son ciegos ojos, en ti caigo...

    Perfume silencioso de perfil tan caro
    y asomo en la mudez del sigilo de tu aroma
    en la templanza y esbeltez de tu carcoma...

    Como un ave, leo entre tus hojas raro
    árbol que se anima a imitar a las deidades
    tu sombra lleva juventud de las edades.

    V

    Dosel que aclara, y rústico aliciente
    perfume a cedro, y levanta entre la nieve
    la senectud del llano, del relieve
    candente oro que separa mar durmiente.

    Rústico aroma que procela y que es amado
    entre las hierbas de un juglar, poeta enamorado,
    hacia la vida, hacia el aire apasionado
    hacia la virtud de tus ojos, que me has dado...

    Y se eleva la rompiente de la única ola
    que embriaga mi desértica belleza
    hacia el letargo de tu sol, tu gema sola.

    Sedienta sombra que es aún más fortaleza
    entre los ciegos mares que desola
    la fría hierba entre los aires, tu simpleza...

    VI

    Sostén del ala que süeña tu latido
    frenético candor la luna tiembla
    hacia el mar, al horizonte, hacia el oído
    tu sencillez que ahonda y que me asembla...

    Al horizonte de la sal, crepúsculo que duerme,
    entre tus manos, tus süeños, tu figura,
    hacia la joven estrechez de tu cintura
    jugando en nieve cuando la duna quiere verme...

    Hacia el ahínco, hacia el pan que, victorioso
    lúgubre y dorado esculpe, milagroso
    gentil sosiego y huida de un esbozo...

    Hacia verter la leche que derramas en un vaso
    vertida y calma, soñada junto a un trozo
    de tu cintura de miel, leño que abrazo...

    VII

    Mágico y doble como campana entre dos pueblos
    que al aire roban el perfume de las flores
    desierto es el amague a tus rubores
    frenético desván que anida entre venablos...

    De su arrobo el frenesí se tiñe del celaje
    de tu mirada que süeña entre las rosas,
    de tu mirada que süeña frías cosas
    y toma el rojo que una vez te da coraje.

    A tu perfume me rindo, me desdoblo
    campana mineral, música de oído,
    que entre mis manos has sentido

    excavar en tu vientre al que me amueblo
    y vestir a tu sandalia del desnudo
    oro y carmín, en tu piel yo me reanudo...


    VIII

    Crisálida revuelta, mariposa diurna
    del aire y del agua el rocío te remonta
    como la sal impregnada me desmonta
    desde el alba que atempera albaciturna...

    Mirada ciega se cierne entre el paisaje
    de un oro mineral al que deslumbra
    con las flores del trigal un oro alumbra
    rústico y tenue, el fragor, mi aprendizaje...

    Y en la luna bahías no te nombran,
    sedienta escarcha mudez no te acompañan
    del oscuro remanso que puebla mi batalla...

    Por comprender tus piernas, tu vientre, tu muralla
    tu estática belleza, lúdica, restañan
    tu voz en mi velamen de nocturno, me acostumbran...

    Sonetos (De claridades de tormentas y nieve, carbunclos y cerezas...)


    I

    Absorta, así situada, la noche se despierta
    y brota y renueva su alabastro, de la siesta
    que asoman sus ojos, y el aliento, es respuesta
    a la naturaleza de sus águilas que alerta.

    Claridades de tormenta, llueve apenas y se moja
    la absorta desnudez de tu carbunclo, y se despoja
    de la nieve, su blanca desnudez, como deshoja
    la luna los claveles y el jazmín, que se me antoja.

    Despierto invade, dulzor, campanas en la noche
    la pradera, del silencio y la acera
    y es verde la pradera.

    Doblega alas y esculpe milagrosa
    paciente mar de cobre, escandalosa
    figura desde el mar, cede, mientras luche.

    II

    A su despierto rubor, claro celaje
    multitud del estío cual verano moja
    el acierto del velamen da hospedaje,
    la frambuesa tiñe y se despoja.

    Abierto rubor, clara escalera
    incipiente verdor, enredadera,
    que anota un astro y estrella a Primavera
    y nutre, y es pasión de la pradera.

    Claro cincel que la luna moja en la laguna
    laguna cede, blancura que es amague
    de su rubor, arropa en la cintura...

    Claro verdor, y oscuridad que tiembla
    asido y claro, se despierta con azogue
    a disfrutar la noche que la claridad asembla...

    III

    Relámpago en el mar y meridiano
    que arropa un sastre el rubor de las estrellas
    y es verso de querellas en el rubor mediano
    el rojo pabellón de un cielo de centellas...

    Asido en el velamen que obtura una rosa
    a disminuir el soplo que es decoro a su cuidado
    y es sombra y senectud, de lado a lado
    masiva desnudez que encierra, perezosa.

    Lánguida y tan roja como púrpura letrado
    de su guirnalda asoma sutil falda,
    que añora en la esbeltez, rugir a enamorado.

    Añora desnudez, primavera en minifalda
    que esculpe a mis ojos la tarea, que me escalda
    y suma en el amor la distancia a lo pasado.

    IV

    Irrumpe en el albor la constancia hacia mi beso
    cual suma de embeleso, que la noche no separa,
    y es alba el manantial que la luna no acapara
    la fruición de mi desierto que bebe el aderezo...

    Cual bóveda celeste que agrupa las estrellas
    decidiendo del verano la pasión de tus guirnaldas
    y asoma en el albor tu desnudo, tus centellas
    que disgrega la efusión con saladas esmeraldas...

    Y el océano prohíbe, mas la fuente aún te süeña
    cual peñasco en una flor, más aún, más se despeña
    y el alba te atesora cual la flor más apreciada...

    Y veo en el albor, la sonrisa de mi dueña
    y sueño con besar la mano enamorada
    que fragua en el cristal la luna destemplada...




    Sonetos (De efusión nocturna)


    I

    Aloca un sueño, clara pasión cede,
    robusta nimiedad, claroscuro del poeta
    inmerso en la pasión de una saeta
    que disgrega y ala la loca que persüade...

    Asunción del declame amoroso y sostenido
    en el vals perpetüado de la noche
    cual distancia efusiva y como un broche
    en letanía de un zorzal aclimatado...

    Vago estertor de sofismas y aclarados
    párpados que ciegan la vista, ofrecen brumas,
    la distancia al matiz, oros celados

    Aquietan tu rubor enamorados
    y se evaden la sorpresa cuando tomas
    la vespertina unción, rosas consumas...

    II

    Y en el distante elipse puebla un astro
    que se acuna hacia lo nuevo, hacia lo diestro
    de la distinta pasión, hacia lo nuestro
    claro clavel que ïnficiona, es alabastro...

    Volumen de cristal, de mudo aroma
    vano cristal de claro, de amarillo
    de sostenida ave, de carcoma
    en el mundano cielo leve, brillo.

    Distante luna, y hora ciega entre las horas
    sumido hallazgo cede y nutre rosas
    del galardón sumiso de las cosas...

    Anieva su frágil diapasón entre las sombras
    nevado claustro de piedad, cual de entre el musgo,
    aciago resplandor se niega, flor del sesgo.

    III

    Aleve llanto da, copihue, oro violáceo
    distinta áurea dé, pasiva, sobre el estro
    campana mineral hacia lo vuestro
    sostenida aurora, miel, claro deseo...

    Añora su fulgor cual raro estigma
    florece entre las gemas, diurno, biselado
    el solo vaivén del claro, enamorado
    aseada voluntad, que cierne, que es enigma...

    Núcleo de un verano que ahonda en la maleza
    palmeras, cocos, y frutas, la sandía
    que pide en el cristal la luna, orfebrería.

    Sosiego de la lluvia y real aroma pesa
    sobre el sesgo del fluvial que te pendía
    la lluvia y el cristal al cielo sol sería.

    IV

    Raro roble puede mugir cual estrechez
    de la paloma y el aroma de la niebla,
    que a su gemido el ala se despuebla
    vigas y leña en el tordo sombra es.

    Gallarda asoma desde el cielo su bandera
    de distinta efusión, claro latido
    del perfume del silencio, aroma permitido
    manzana entre la luna, y luna en la pradera...

    Cual desvestida pasión, cual cumbre, cual efímera
    respuesta de las alas blancas a su sien,
    de su verano, asoman entre frutos...

    Desde el velamen que puebla la sincera
    alusión del clamor de mi desdén
    a la sombra inmortal, clara, de los lutos.

    Sonetos a Florencia

    I

    Ojos como los tuyos no he de verlos
    porque el sueño me regala la luna, las centellas,
    poder mirarte y escalar a tus estrellas
    Resplandor que ciega brumas, admirarlos!

    Creciente luna se disipa en mi semblante
    cual noche ciega la más oscura estrella
    de mi púrpura candor tu rosa bella!
    Admiro rasgos que profesan un diamante.

    Sin fin de luces, y dulzuras al instante
    tu rostro bello que elucubra a la mirada
    mi ciega huida, mi noche, mi guitarra…

    Candente cielo que promete y que levante
    de la tierra, el rubor, mi enamorada
    que besa el alba, y ora: el cielo amarra!


    II

    De destilar el océano, la bruma
    desde que el mar tu carbunclo consuma,
    aciagos versos incorporan tu vertiente
    latidos de mi sal, pálpito sonriente…

    De ver nacer tu sonrisa encandilada
    por aquellas estrellas que deslumbran a tus ojos
    y en el ciego resplandor de mis despojos
    mi saña que describe purpurada

    la ciega luz que acaece mi mirada,
    y el santo rubor que completa tu hermosura;
    añade rosas al jardín de una explanada.

    Y entre mis sueños, mi letargo no clausura:
    tu Rosa es bella, candor de enamorada,
    gentil sosiego, evade desmesura…


    III

    Puede mi Sol deslumbrar mi fortaleza
    de un ciego rasgo, que es virtud a mis embargos
    y sólo en ello me adelanto en la maleza
    a rescatar tu fuego, que niega los amargos

    Soles que pronuncian el desvelo solitario
    de un mar que ciega lo púrpura, lo diestro
    y es nueva luz el perfume de lo vuestro,
    que sólo ruge en el candil de mi poemario.

    Y alaba dulce el jabón que perdura en la marea
    del desatino de lavar púrpura rosa
    que en el gemido vuestra hermosa

    Paloma que sonríe y que desvelada sea
    a su redil, ciega, amorosa
    añora luz en el gemido de tu rosa…





    IV

    Herido de admirar lo inalcanzable,
    en la justa entonación de la belleza
    al admirar de tu porte razonable
    la mirada que acompaña la certeza

    al corazón, que hace lo imposible
    por quedar en tu lugar, entre tu fruto
    y sólido estallar a lo invencible,
    al ver nacer el alba que disfruto.

    Por más que ciego ande entre la sombra
    tu aroma cede a mis labios la osadía
    de ver nacer la flor que es flor de un día

    Y a tu semblante mi oscuridad, en la penumbra
    aciaga vista cede en el murmullo de la obra,
    tu voz puebla el manantial que me vestía.


    V

    A tu inocencia llegue mi bondad
    de ver las luces claras, la mitad
    de un cielo afable, mi ciudad
    de un oro tenue que responda claridad.

    A tu rubor no llegue aún mi beso
    cual claridad que distingue una paloma,
    en el oriente vuele ó resuma
    candente flor que atañe tu embeleso.

    No niegues que aún la sombra te rinde el homenaje
    de ver teñida forma el sutil claro de plata
    que en el súbito dolor, alba escarlata

    Encuentra para ti, la lluvia, la frescura
    de un ciego ardor que moldea mi figura
    a un solo beso, que en tu mejilla da hospedaje.

    VI

    Alba bermeja que sucumbe y que no aflora
    si no en la flor que resguarda y que atesora
    tu luz magenta, violeta y ruiseñora
    albor que paga los ojos con la aurora.

    Ventana abierta a tu goce, tu esplendor
    cual súbita realeza fortalece al Señor
    en tu mirada ajena a mi voz de ruiseñor
    ó sólo el alba que profesa tu amor.

    Gallarda aún bebe del sigilo del amor
    tus pasos leves, por la aurora del dolor
    de ver las penas y las lágrimas que aún son,

    Palabras quedas que se ciegan con tesón
    al inmortal júbilo que embellece tu dulzura,
    ausente quedo, empapado en mi locura.


    VII

    La noche esparce un rubor de estrellas
    que acompaña el candil, la nemorosa
    del alba queda, la sombra y las centellas
    de asir la noche, tu cabellera hermosa.

    Destilado licor que embriaga los adentros
    de un corazón, que apenas, murmura en el letargo
    de un solo frenesí, un mar amargo
    que solo pena, en la ruina con sus plectros.

    Adelanta la pasión el redil de aquella rosa
    que en juventud no espera letanías
    de ver mi mar y gemir las lejanías

    De ser un rubor que explora sutil cosa
    adentrándose a un cielo, que es prohibido
    ó sólo un ciego soy, sin alma y embaído.

    VIII

    Mis alas pueden volar hasta tu cielo
    mis alas pueden volar hasta tu pelo
    y aún sentir del claroscuro del pañuelo
    el alba claridad que acopia el terciopelo.

    A ti navegue mis ansias, una rosa.
    A ti despegue el numen que aún te baña
    el cielo llegue, mansamente te restaña
    y en mirada quede, el verso de mi prosa.

    A tu redil consuele, mi alma, sin embargo
    a tu sutil candela, que luce la mirada
    de un frenesí que baña el púrpura que amago…

    Y en mi boca quede, como pan amargo
    la sola desnudez que abriga último trago
    ser tu manantial, rosa última, besada.

    Sonetos al milagro de tus ojos


    I

    Claro destello, mar umbrío, lentos soles
    campana mineral, tus arreboles
    místico silencio en el mar de füego,
    estrellas de crepúsculo, tu rüego…

    Cadencia murmurada del estío
    robada soñadora de tu vientre
    al sesgo, al mar ubicuo donde centre
    el lobo de mi piel, la luna arrío…

    Desate la flor sedienta espuma
    al ergo de crisálidas de rosas,
    tu suspiro puede ver un vago…

    Sediento crepitar la noche suma
    cadencia al murmurar latir deshago
    en solo mineral, carbón abrasas…

    II

    Silencio en el murmullo a tu rezago,
    manantial del vuelo que ha eclipsado
    soñarte ha sido un beso bienamado
    descalzo latir por ende, por amago…

    Rozarte la sencilla desnudez de tu paloma
    fue accionar entre sombras la promesa
    de ver caber en ascuas luna artesa
    sösiego mineral de sombra que se asoma…

    Decirte: “en mis labios sueña rosa
    la palabra de tu seno en la hojarasca”
    es ver el sueño doble de mi infancia

    Donde mudo aljófar tiñe el oro y ansia
    del bermellón carbunclo en sutil cosa
    añora la función y lenta busca…

    III

    Distancia a tu mirada y ojos al destello
    de tu cuello blandir el océano de espuma
    carente en el milagro de tu rubio sello
    ampara y muerde el ébano que abruma…

    Dosel inmaculado a tu fragancia
    de tus ojos la perdiz se baña entre tu celo
    campanas del adiós de tu pañuelo
    se roban el milagro de tu estancia…

    Soñado terso aroma, discordancia
    mudo clamor del eco del estío,
    campana inerte en súbito albedrío

    Donde cabe admirar la sombra del inerte
    fragor de la batalla que se escancia
    la súbita belleza que desnuda al verte…

    IV

    Real escapatoria hacia el velamen presto
    de tu largo porvenir de gotas en la lluvia,
    donde el silencio trueca el vergel de novia
    y semblanza pordiosera, descalza, es resto…

    Velamen cuenta gotas en suspiro de aves preces
    que roba en tu suspiro la miel de la hondonada
    y añora en el vergel la tibia paz mojada
    de un súbito dintel que plasma lo que cueces…

    Desnudo y en sosiego la mar se vuelve duna,
    altiva y soberana, ruin, escoplo dulce
    campana mineral que roba el alce

    Que crepita en el mar y mueve espumas,
    campanas del silencio, hacia la luna
    misógina y mortal, belleza sumas…

    V

    Añora el destemple el pájaro cabrío
    la fría sordidez del ángel desamparo
    que en fragua del hechizo de su faro
    clavel la muda gota desnuda su albedrío...

    Distancia y premura vista donde hallazgo
    cede de su cuna, la vil noche temprana
    que sobre el lento crepitar de la persiana
    äsombra en desnudez el frío hallazgo…

    Y roba y amanece tras tu espalda
    la lenta campana de cielo
    donde el verde pañuelo de tu falda

    Deshace la miel que cubre aún el desvelo
    carbunclo a la risüeña morbidez del desamparo
    donde es hora la desnudez, diamante raro…

    VI

    Asoma y bermeja la distancia culta,
    de tu sonrisa, estelar, cual es simiente
    la bandada pudiente
    del volar el oro en luna, que se oculta

    Y brava la centëlla de éste mar bravío
    donde deshora el veranillo donde moras
    alerce y multitud que me atesoras
    a vestir e incorporarme el mar navío…

    Acierta un rasgo fornitura ya elegante
    el duro del diamante
    y la sal en la promesa del estío

    Donde brama la dureza de tu río
    en sorda aridez del desamparo
    a sola ciega longitud del oro raro.

    VII

    Desde tus ojos la llanura es mi silencio
    en que se evade la sonrisa de mi vientre
    donde descubre el animal que encuentre
    el solo abismo de la mar de tu deslío

    Donde la noche puede asar la multitud del brío
    caliginoso lecho que fragua el desamparo
    la virtud de éste sosiego donde muere caro
    el desliar a mi palabra de su estío…

    Y, entre banderas reclinadas de la espuma
    latentes sombras aniquilan la diadema
    que fragua entre suspiros de su pena…

    Desde el clamor vituperado de mis roces
    hasta el silencio que muda mis cauces,
    por la distancia de tu color de arena…

    VIII

    El soplo del silencio, el perfume a tu bandera
    de miel en la luna, tu quimera,
    tu roce etéreo, tu lenta cruz se eleva,
    sobre el dial de tu oscura leva…

    Hacia el dintel que oscurece su tinta, su desvelo
    y sü llama. Ardor que muerde el polvo de una rama.
    Sobre el dialecto del papel en el poema.
    Sobre la errante asidera de tu flor, que anhelo.

    Descubre en el desvelo,
    su claustro enmohecido de llamadas
    a la fría sordidez de las espadas!

    Desnudo Cielo, yo te clamo
    y es agora, la mitad del cielo breve, vello!
    Hacia el semblante del adiós donde yo amo.



    Sonetos de alegorías y murmullos…


    I

    Nueva espuma cede la hojarasca nutrida aún
    desde la hierba del silencio tu verde cataliza,
    y se nieva tu piel, a un llanto se desliza
    errante copla que al silencio oro ningún

    Espada al verso inhibe la dúctil moradora
    de un espacio que al verde se prohíbe,
    cual llanto desigual al que te inhibe,
    silencio grávido que acuesta y dora.

    Velamen ocioso de la espuma, sin embargo,
    en la mitad del albor, de su risüeña llamarada
    que al verde del azar su rústica pisada

    Envuelve en el sofreno de su lágrima amorosa
    y sólo llueve al mar cuando llueve y es amargo
    doncella sin igual, púrpura cual rosa...

    II

    Desestimo el cauce que a tus ojos ría
    la dulce pasión, melancolía
    de un silencio que en la paz al oeste se oiría
    como un clavel que se ïnficiona, la luna llevaría.

    Desestimo huella que, profana, al ahínco de un verdor
    en su rincón no bastaría, a sentir la lejanía
    de una estima que a su júbilo torcaz de cual rubor
    someramente adueña, su candor y las alas lozanía.

    Velamen que es oído y se aclara entre la noche
    vestigio del pudor en que se estrella una manzana
    su lentitud lejana...

    Cual pudor que se resbala de los soles cual abroche
    el jacinto en la mirada cual urgente paz que luche
    en la multitud del estío una mañana...

    III

    Sueño que aclara en la música, cual llama
    hostiga en el murmullo la voluntad perdida
    de un eterno diapasón que apresurada y evadida
    noche a su distancia, oído es, y clama.

    Alcoba que en el alba procrea en el silencio
    la noche se procela, el mar se vuelve duna
    y añora la belleza cual el agua que presencio,
    en la chispa, crepitando la virtud, nevada luna...

    Sedienta escarcha a su medida y fortaleza
    hundida en el amague de fluir cual la mirada
    de su océano sediento en la explanada...

    Cual estertor del llano, cual verso, cual espada
    de la belleza de una rosa que se evade en la maleza
    entre el albor de su belleza, cual cardo la pereza...

    IV

    Brillante alba que impropia su latido cual velamen
    ocioso de la espuma, bastaría la belleza
    del cardumen del espacio, ante estrellada realeza
    admirando las estrellas más allá de un triste examen.

    Dulce y ahora fulgor en ascua reluciente
    cual verdor en la explanada de su sien silente
    escoplo de un aroma que a su piel se siente
    maleza en el ardor, cardumen a su frente...

    Sigilo, impropio rasgo, porvenir entrante
    que anega su fulgor, algarabía no pronuncia
    errante de su flor, de su magnética magnolia...

    Que su mirada tersa es, y su belleza cual anuncia
    vago resplandor, caro al albedrío que expolia
    su sudor celeste y estrella revibrante...

    V

    Candente oro que separa la piel más bondadosa
    de los lirios cual belleza enamorara en su simiente
    cual bella luna da, más magenta sueño esboza
    cual la mirada que en su párpado durmiente...

    Se pasea en su fragua cual velamen obsequioso
    de la espuma latir, no escandaloso,
    cual acerada miel que su murmullo no licua
    de su fragancia cual ríspida se mengua....

    A su licor cual matiz de enamorado
    sueña con la joven que idolatra su belleza
    al latir su corazón se acompasa su certeza

    Cual bribón inmaculado se pasea, amado...
    en la sombra que a su noche espesa
    en la bruma de un velamen luna besa.


    VI

    Desátese la hiel que la bandada no pronuncia,
    entre los ojos que se admiran entre noches
    sedientas ascuas lucen negros broches
    que en la sombra del albor, radiante anuncia.

    Distancia que al albor sofreno de la calma cede
    el mineral risüeño que perfuma su silencio
    cual errante quimera no nutre lo que puede
    brillar con ornamento sediento, que evidencio...

    Menguante albor que restaña lo callado de un aroma
    radiante quede en su espuma lacerante,
    cual metido en el dulzor de un artificio...

    Y se expande la fruición de un orificio
    que en la ciénaga de noche alberga y toma
    el sabor de una batalla de amador rumiante...

    VII

    Cual nervada florecida entre las hojas delicadas
    de su eximia bandada brincó hacia la nieve
    su nocturno velamen, cual púrpura relieve
    asoma en el asomo de su claustro, robadas.

    Descubre en el acierto un mugir cual arrebato exulta
    acervada nostalgia en la pasión que dialéctica camina
    en su verdor se mueve, al viento desatina
    su pasión hacia la luz aminora lo que oculta.

    Decidido astro que fulge cual marea undosa
    en el relieve del velamen que procrea la escalada
    estela que se anieva en la espuma letrada

    De un confín cual milagroso poeta en el amague
    pasión selecta de una huida impïadosa
    hacia el sol, hacia la luz de la noche, mientras bogue.

    VIII

    Celada en cuerpo, multitud del arrebato
    caudal de alas, velamen no es oculto
    cual la pasión de tus manos en que oculto
    la mirada del albor en el que embato.

    Sosiego a tu mirada y a tu pecho,
    cual voluntad de mi mirada que he deshecho
    entre tu alma y tu piel de golondrina
    que asoma en el juglar un ala endrina.

    Sorteo, difusa cauta nieve,
    que en el arribo del frecuente anonadado
    se sumerge entre las hierbas de mi frente...

    A distinguir un místico relïeve
    de noche en celo, de pasión, de fecundado
    estigma de pasión enamorada, recipïente.

    Sonetos para Daniela

    (¡Qué belleza!)


    I

    He hallado flor de belleza singular,
    que no merma, que no frena su gentil figura...
    Aún destella su ornamento al trabajar,
    sus ojos y su boca me empapan de locura...

    Si mi destino es ser de ella juglar
    aunque no sabe el viento por honduras
    si un beso de su boca me pudiera enamorar
    si el viento y el destino fueran sus manos puras...

    Encontraría yo el lecho en el cual
    de su mirada ebria de belleza sin igual
    su mano pura, su rostro de deidad

    gentil amague de rosa y de frialdad...
    A su belleza de púrpura entre el seno
    velamen presto que vuela sin sofreno...

    II

    Es ella el centro de mi órbita y mi mar,
    sus ojos tañen el murmullo al suspirar,
    si ella desabrocha sus senos, Oh mujer!
    Yo quisiera entre labios el beso aún tener!

    Y si la escarcha ó el gallo de la mañana
    al ir a comprar pan, tu luz beata
    Me ciega la ilusión el alba timorata
    canción de tu rubor me ata aún temprana.

    Si yo pudiera, amor, entre tus labios sostener
    una sonrisa que fragua la mañana
    en tus besos la rosa de tu piel, y del beber

    Tu siembra, tu noche, tu liviana
    gentil fatiga, entre mis brazos de mañana
    Oh pura estrella! El cielo has de tener!

    III

    Gentil sosiego, bastaría una manzana
    para ver tu dentadura, tu sonrisa
    y al cabo de no verte, a toda prisa
    el fresco manantial de tu persiana...

    Preciosa estrella, robado al firmamento
    el color de tu cabello,
    y entre tus ojos la mirada es argumento
    para blandir al océano más bello...

    Tu rostro amaga, tu sonrisa se apresura
    pero perdura,
    como fiebre que padezco...

    Y hasta el atardecer yo no perezco,
    yendo detrás de tu vestidura
    huyendo de mi sombra a tu pan fresco.


    IV

    Pergamino a mis pasos, he dibujado el mapa
    de tu figura y reluciente oro de rosa,
    y en el carmín que sostiene tu amorosa
    faz que desde la mañana no escapa...

    A tu sendero de ilusión y de sudor florido
    mi alma te encontró como a un perfume la delicia
    de mi siguiente caminar a tu caricia,
    y el diamante hallé, en tu vestido.

    No difusa, mi claro se apremió de tu sonrisa
    y tus párpados fueron la mañana
    y la mañana de tus ojos aún tu prisa.

    Claroscuro, hasta mis flores se ruborizaron
    con el caudal de belleza que tu voz robaron
    y la distancia a tu belleza fue de Diana.

    V

    Aún escarmiento lo brillante y la sed de tu mirada
    que me ha visto con luz enamorada
    y jazmines han bebido tus pulmones
    cuando el cielo desató mis ilusiones...

    Aún se pierde mi paso en aquél tino
    donde derrama el oro de la harina
    la constancia de la luz, la brillantina
    de un ocaso que perdura mi destino.

    Amo tanto tu jovial melodía entre los sauces...
    amo lo trivial, lo secundario
    que plasmó aquél instante planetario...

    Amo ésta búsqueda frenética, por tu sol, por tus luces
    que flagelan mi descalza aridez,
    amo el camino hacia tu desnudez!

    VI

    He vuelto del río y del desierto sol,
    acobardan las llanuras el paraíso de tus ojos
    y en su mirada el sentir sólo rastrojos
    cuando aún no he vuelto a tu arrebol...

    Plasmando tu contorno, el río me llevaba,
    y hasta lo verde de las aguas el río era tus ojos,
    y tu silencio nacería al arrebato del viento, tuyos
    eran los cielos y el púrpura ornamento que me daba.

    Desde lejos he apreciado aún más tu blancura,
    que de nieve tambaleó hacia tu cintura,
    y tu morena cabellera era la noche...

    Me conformo con latir hasta que el süeño no luche,
    da el verano de tu voz, tu Primavera
    y el cristal a tu nube lluvia entera.

    VII

    Renacer a tus labios, la cuenca de tu frío
    que es a la vez, ternura y calidez
    me hallo en el verde de un bosque, nieve ó río
    tu piel me lleve hacia la honda desnudez.

    Perdura en tu semblante aún tu claro aroma
    perdido en la gema que es botón de flor, mesura
    apresurado por el viento, y que apresura
    la miel en el sueño tu piel toma.

    Canta tu boca, cantan tus ojos, canta tu pecho
    y en tus pezones escondidos laceras a mi rosa
    y a tu deshecha fruición entre tus pies desnudos...

    Se va a tu habla mi mudez, cual sombras al helecho
    y entre tus senos mis palabras buscan otra cosa,
    y a tu desdicha mis labios son tu cuna, mudos.

    VIII

    Desde el oro que fruye entre tu cuerpo,
    la sandalia atroz que me devana
    el aliento soez, púrpura llama, que descuerpo
    hasta la belleza de tu boca vana...!

    Y desde el vientre la cintura de tu pan
    oscila ya en el mar sediento, y aún esculpe
    la marea de mi boca que te culpe
    arrasar mi sed, mi rostro, luna dan!

    Procaz es el aliento y tu boca la mañana,
    temprano es el intento, y más aún la forma
    tañer entre tus brazos la flor entre tu alcoba...

    Más niño soy, más cauto, más sincero; horma
    de tu pan, la huella más temprana
    que busca hasta tu pie la planta que te roba!

    Sonetos para Julieta


    I

    Desdén, es oprobio a tu mirada
    cual sobria gota de mudez no me alcanzara,
    a desvestir el unicornio que domara
    para sentir las crines, luz helada…

    Y despertar entre tus sábanas, cual rosa
    efímera, tal vez, tu mano cauta
    del soliloquio que es espuma decorosa
    a tu pasión, escondida en mi derrota…

    Cual sobria mudanza, luz exhibe
    los cantos de la noche y sus guirnaldas
    cual loca seña adusta que te inhibe…

    Dócil resguarda la penumbra, evadas
    tú la noche entre la luna, y nos prohíbe
    alcanzar el ruiseñor de tus moradas…


    II

    Errante sueño en el tropiezo de una noche,
    febril ocaso entre las dunas de tus gemas,
    sentir la noche al horizonte, en tus diademas
    clara dulzura de tu pena, de tu broche.

    Hasta igualar la copia bella de las aves
    cual gentil canta en tu dulzor la algarabía
    y no es de noche tu pasión, melancolía
    despierto abrumo la canción que tú ya sabes…

    Pero mi amor enhiesto es sombra a tu cuidado,
    gentil fatiga, de la luna, enamorado
    y a tu doncel, propuesta, es la de tus ojos.

    Como respuesta del amor de mis antojos
    ensancha la marea sus alas tenor inmaculado,
    y a su vestal sombrío sonríen luz penosos.

    III

    Cual copia bella de la sal, de tus derrotas,
    añora el témpano de cal, de mi amaranto
    entre el robusto pino que sosiega mi quebranto
    luz desigual, y perfume entre tus frutas…

    Así destella mi fragor ensimismado
    a tu señal de amor, cual rosa viscerada…
    A tu nupcial cautivo de la luz enamorada:
    tu celestial estrado a los ojos de tu amado…

    Cual frenesí, cual roca pestilente
    que brava ante un sol el sol acalorado,
    me alejo del caudal del sol enamorado…

    …Para volver, perfumando la alegría solamente
    y el dulce dintel del aroma a tu cuidado,
    con vasta unión adoradora de tu fuente…

    IV

    Dulcísimo y tenaz, señorita enamorada
    -yo la sueño- y a mi caudal la flor embarga,
    el lento ruiseñor a su flor la mar amarga
    si no ve de la flor, en el labio de su amada…

    Gentil sosiego, y vasto pudor sueña
    gentil albor, y doncella a su cuidado:
    la joven que el amor es sueño que ha encontrado
    labrando en el amor, belleza que se adueña…

    Y de tu fresco aire, el perfume, levemente
    arriba al encuentro del amor ferviente,
    cual sola nitidez que el mar procura…

    Y el ahínco es mi desventura,
    cual tieso arribo del tronco de un árbol elegante
    ó sólo un ruiseñor que gime en la aventura…

    V

    Lastimoso amor, si mi pudor no sueña
    el albedrío de la copa que resbala
    entre la seña del clamor y de mi dueña
    y amaga sofrenar púrpura sala.

    Cual blanco del jazmín, de tu mirada,
    asido vulnerable a tu sonrisa
    penetrar donde el llanto, de tu brisa
    mudar tenaz, la sombra de mi amada.

    Caudalosa, caer en la locura
    la poesía que es la miel de tu alabastro,
    que sueña el alba cuando besas mi cura.

    Pues mi salud ofrece sutil estro
    que la sombra del trigal, amanecido de tu plectro
    es agua en el caudal de mi soltura.

    VI

    Sutil el cedro da perfume a pino
    cual desigual almendro de su fruta,
    y a su trigal amanece que disfruta
    el oro mineral, que es verde en el destino.

    Suelo contar así las horas de no verte
    y poder disminuir el mal que me derrota,
    cual fresco albor de Noviembre, que denota
    tu paz y risa cuando vuelvo a verte…

    Y es candor risueño que ama en llamarada
    ó en cristalinas aguas de fulgor esmeralda
    que prevalece el alba dispuesta, enamorada.

    O es el asilo en que mi mar acude a tu llamada,
    y no responde el albor, mas yo te sueño
    Gentil candor, mi flor, yo me despeño…

    VII

    Por verte mis ojos son la forma
    de una asidua inspección del firmamento,
    donde el alba trueca la luz de mi tormento
    y las alas de tu voz es libertad que me ama.

    Por ti, el fresco rubor cede al ornamento
    del desigual trigal del oro de mi acecho
    donde acuna mi gloria el sudor de tu despecho
    y aclara en el dulzor la tibia paz que canto.

    Por poder verte mis cantores tienen sed,
    aves mundanas, aroman su esbeltez,
    y sueñan los declives, que anclan en tu red.

    Mas yo te sueño y alabo mi mudez:
    cuando aflora Primavera, mis alas son discurso
    y niega mi verdor, el cielo de su curso.

    VIII

    Tan fresca, tan pausada como el arroz con leche,
    y dulce y perfumado cual nutre su candor
    de mineral halago y fresco en tu dulzor
    cual extravío añade el oro de la noche.

    Estrellas, ó arroz que roba tu mirada
    gentil morada sueña su labor y me fecunda
    cual sílaba dócil y tan honda
    que esconde flores en el recuerdo de su amada.

    Gentil sosiego, amor me baña aún
    cual brisa añade crepúsculo en mi té,
    y besa el alba que en los ojos dé…

    Mirada que responde, algún corazón, algún…
    Estrecho cauce de nieve para ti,
    amor de otoño y de verano dí.



    Sonetos de alegorías y murmullos...


    I

    Nueva espuma cede la hojarasca nutrida aún
    desde la hierba del silencio tu verde cataliza,
    y se nieva tu piel, a un llanto se desliza
    errante copla que al silencio oro ningún

    Espada al verso inhibe la dúctil moradora
    de un espacio que al verde se prohíbe,
    cual llanto desigual al que te inhibe,
    silencio grávido que acuesta y dora.

    Velamen ocioso de la espuma, sin embargo,
    en la mitad del albor, de su risüeña llamarada
    que al verde del azar su rústica pisada

    Envuelve en el sofreno de su lágrima amorosa
    y sólo llueve al mar cuando llueve y es amargo
    doncella sin igual, púrpura cual rosa...

    II

    Desestimo el cauce que a tus ojos ría
    la dulce pasión, melancolía
    de un silencio que en la paz al oeste se oiría
    como un clavel que se ïnficiona, la luna llevaría.

    Desestimo huella que, profana, al ahínco de un verdor
    en su rincón no bastaría, a sentir la lejanía
    de una estima que a su júbilo torcaz de cual rubor
    someramente adueña, su candor y las alas lozanía.

    Velamen que es oído y se aclara entre la noche
    vestigio del pudor en que se estrella una manzana
    su lentitud lejana...

    Cual pudor que se resbala de los soles cual abroche
    el jacinto en la mirada cual urgente paz que luche
    en la multitud del estío una mañana...

    III

    Sueño que aclara en la música, cual llama
    hostiga en el murmullo la voluntad perdida
    de un eterno diapasón que apresurada y evadida
    noche a su distancia, oído es, y clama.

    Alcoba que en el alba procrea en el silencio
    la noche se procela, el mar se vuelve duna
    y añora la belleza cual el agua que presencio,
    en la chispa, crepitando la virtud, nevada luna...

    Sedienta escarcha a su medida y fortaleza
    hundida en el amague de fluir cual la mirada
    de su océano sediento en la explanada...

    Cual estertor del llano, cual verso, cual espada
    de la belleza de una rosa que se evade en la maleza
    entre el albor de su belleza, cual cardo la pereza...

    IV

    Brillante alba que impropia su latido cual velamen
    ocioso de la espuma, bastaría la belleza
    del cardumen del espacio, ante estrellada realeza
    admirando las estrellas más allá de un triste examen.

    Dulce y ahora fulgor en ascua reluciente
    cual verdor en la explanada de su sien silente
    escoplo de un aroma que a su piel se siente
    maleza en el ardor, cardumen a su frente...

    Sigilo, impropio rasgo, porvenir entrante
    que anega su fulgor, algarabía no pronuncia
    errante de su flor, de su magnética magnolia...

    Que su mirada tersa es, y su belleza cual anuncia
    vago resplandor, caro al albedrío que expolia
    su sudor celeste y estrella revibrante...

    V

    Candente oro que separa la piel más bondadosa
    de los lirios cual belleza enamorara en su simiente
    cual bella luna da, más magenta sueño esboza
    cual la mirada que en su párpado durmiente...

    Se pasea en su fragua cual velamen obsequioso
    de la espuma latir, no escandaloso,
    cual acerada miel que su murmullo no licua
    de su fragancia cual ríspida se mengua....

    A su licor cual matiz de enamorado
    sueña con la joven que idolatra su belleza
    al latir su corazón se acompasa su certeza

    Cual bribón inmaculado se pasea, amado...
    en la sombra que a su noche espesa
    en la bruma de un velamen luna besa.


    VI

    Desátese la hiel que la bandada no pronuncia,
    entre los ojos que se admiran entre noches
    sedientas ascuas lucen negros broches
    que en la sombra del albor, radiante anuncia.

    Distancia que al albor sofreno de la calma cede
    el mineral risüeño que perfuma su silencio
    cual errante quimera no nutre lo que puede
    brillar con ornamento sediento, que evidencio...

    Menguante albor que restaña lo callado de un aroma
    radiante quede en su espuma lacerante,
    cual metido en el dulzor de un artificio...

    Y se expande la fruición de un orificio
    que en la ciénaga de noche alberga y toma
    el sabor de una batalla de amador rumiante...

    VII

    Cual nervada florecida entre las hojas delicadas
    de su eximia bandada brincó hacia la nieve
    su nocturno velamen, cual púrpura relieve
    asoma en el asomo de su claustro, robadas.

    Descubre en el acierto un mugir cual arrebato exulta
    acervada nostalgia en la pasión que dialéctica camina
    en su verdor se mueve, al viento desatina
    su pasión hacia la luz aminora lo que oculta.

    Decidido astro que fulge cual marea undosa
    en el relieve del velamen que procrea la escalada
    estela que se anieva en la espuma letrada

    De un confín cual milagroso poeta en el amague
    pasión selecta de una huida impïadosa
    hacia el sol, hacia la luz de la noche, mientras bogue.

    VIII

    Celada en cuerpo, multitud del arrebato
    caudal de alas, velamen no es oculto
    cual la pasión de tus manos en que oculto
    la mirada del albor en el que embato.

    Sosiego a tu mirada y a tu pecho,
    cual voluntad de mi mirada que he deshecho
    entre tu alma y tu piel de golondrina
    que asoma en el juglar un ala endrina.

    Sorteo, difusa cauta nieve,
    que en el arribo del frecuente anonadado
    se sumerge entre las hierbas de mi frente...

    A distinguir un místico relïeve
    de noche en celo, de pasión, de fecundado
    estigma de pasión enamorada, recipïente.

    Sonetos para Daniela

    I

    He hallado flor de belleza singular,
    que no merma, que no frena su gentil figura...
    Aún destella su ornamento al trabajar,
    sus ojos y su boca me empapan de locura...

    Si mi destino es ser de ella juglar
    aunque no sabe el viento por honduras
    si un beso de su boca me pudiera enamorar
    si el viento y el destino fueran sus manos puras...

    Encontraría yo el lecho en el cual
    de su mirada ebria de belleza sin igual
    su mano pura, su rostro de deidad

    gentil amague de rosa y de frialdad...
    A su belleza de púrpura entre el seno
    velamen presto que vuela sin sofreno...

    II

    Es ella el centro de mi órbita y mi mar,
    sus ojos tañen el murmullo al suspirar,
    si ella desabrocha sus senos, Oh mujer!
    Yo quisiera entre labios el beso aún tener!

    Y si la escarcha ó el gallo de la mañana
    al ir a comprar pan, tu luz beata
    Me ciega la ilusión el alba timorata
    canción de tu rubor me ata aún temprana.

    Si yo pudiera, amor, entre tus labios sostener
    una sonrisa que fragua la mañana
    en tus besos la rosa de tu piel, y del beber

    Tu siembra, tu noche, tu liviana
    gentil fatiga, entre mis brazos de mañana
    Oh pura estrella! El cielo has de tener!

    III

    Gentil sosiego, bastaría una manzana
    para ver tu dentadura, tu sonrisa
    y al cabo de no verte, a toda prisa
    el fresco manantial de tu persiana...

    Preciosa estrella, robado al firmamento
    el color de tu cabello,
    y entre tus ojos la mirada es argumento
    para blandir al océano más bello...

    Tu rostro amaga, tu sonrisa se apresura
    pero perdura,
    como fiebre que padezco...

    Y hasta el atardecer yo no perezco,
    yendo detrás de tu vestidura
    huyendo de mi sombra a tu pan fresco.


    IV

    Pergamino a mis pasos, he dibujado el mapa
    de tu figura y reluciente oro de rosa,
    y en el carmín que sostiene tu amorosa
    faz que desde la mañana no escapa...

    A tu sendero de ilusión y de sudor florido
    mi alma te encontró como a un perfume la delicia
    de mi siguiente caminar a tu caricia,
    y el diamante hallé, en tu vestido.

    No difusa, mi claro se apremió de tu sonrisa
    y tus párpados fueron la mañana
    y la mañana de tus ojos aún tu prisa.

    Claroscuro, hasta mis flores se ruborizaron
    con el caudal de belleza que tu voz robaron
    y la distancia a tu belleza fue de Diana.

    V

    Aún escarmiento lo brillante y la sed de tu mirada
    que me ha visto con luz enamorada
    y jazmines han bebido tus pulmones
    cuando el cielo desató mis ilusiones...

    Aún se pierde mi paso en aquél tino
    donde derrama el oro de la harina
    la constancia de la luz, la brillantina
    de un ocaso que perdura mi destino.

    Amo tanto tu jovial melodía entre los sauces...
    amo lo trivial, lo secundario
    que plasmó aquél instante planetario...

    Amo ésta búsqueda frenética, por tu sol, por tus luces
    que flagelan mi descalza aridez,
    amo el camino hacia tu desnudez!

    VI

    He vuelto del río y del desierto sol,
    acobardan las llanuras el paraíso de tus ojos
    y en su mirada el sentir sólo rastrojos
    cuando aún no he vuelto a tu arrebol...

    Plasmando tu contorno, el río me llevaba,
    y hasta lo verde de las aguas el río era tus ojos,
    y tu silencio nacería al arrebato del viento, tuyos
    eran los cielos y el púrpura ornamento que me daba.

    Desde lejos he apreciado aún más tu blancura,
    que de nieve tambaleó hacia tu cintura,
    y tu morena cabellera era la noche...

    Me conformo con latir hasta que el süeño no luche,
    da el verano de tu voz, tu Primavera
    y el cristal a tu nube lluvia entera.

    VII

    Renacer a tus labios, la cuenca de tu frío
    que es a la vez, ternura y calidez
    me hallo en el verde de un bosque, nieve ó río
    tu piel me lleve hacia la honda desnudez.

    Perdura en tu semblante aún tu claro aroma
    perdido en la gema que es botón de flor, mesura
    apresurado por el viento, y que apresura
    la miel en el sueño tu piel toma.

    Canta tu boca, cantan tus ojos, canta tu pecho
    y en tus pezones escondidos laceras a mi rosa
    y a tu deshecha fruición entre tus pies desnudos...

    Se va a tu habla mi mudez, cual sombras al helecho
    y entre tus senos mis palabras buscan otra cosa,
    y a tu desdicha mis labios son tu cuna, mudos.

    VIII

    Desde el oro que fruye entre tu cuerpo,
    la sandalia atroz que me devana
    el aliento soez, púrpura llama, que descuerpo
    hasta la belleza de tu boca vana...!

    Y desde el vientre la cintura de tu pan
    oscila ya en el mar sediento, y aún esculpe
    la marea de mi boca que te culpe
    arrasar mi sed, mi rostro, luna dan!

    Procaz es el aliento y tu boca la mañana,
    temprano es el intento, y más aún la forma
    tañer entre tus brazos la flor entre tu alcoba...

    Más niño soy, más cauto, más sincero; horma
    de tu pan, la huella más temprana
    que busca hasta tu pie la planta que te roba!

    Sonetos (De agua y de cielo)


    I

    Asiento de verde primavera, en dócil letargo
    asombra el frenesí de un robusto pino
    en la constancia del albor y del destino
    clara efusión del agua al cielo embargo...

    Loca prisión de claveles, presuntüosa
    de lascivo estado, gentil ya no cabría
    en el murmullo del cuerpo que no abría
    verde cimiento de un blasón, flor hacendosa...

    Desde el cielo y soez la luna no es amague
    del fresco latir de la gema no es emblema,
    de la ciega fruición que en la cuna se despeja...

    Frenético candor y un rostro que se espeja
    latido del albor, candente, que es azogue
    la distancia al sentir de tu dilema...

    II

    Abierto cede el océano que quiso, llamarada
    de rubor de un ocaso que perdido no era,
    abierto despertar de Primavera
    sedoso escoplo de la tarde enamorada...

    Océano que vuelve, tras un llanto de esperanza
    hacia un mar que de nuevo canta noche
    desnudo pecho cual pudor se desabroche,
    acierto rubor cede a tus labios, fresca remembranza...

    Asido entre tu púrpura cadencia, de rosa perfumada
    oscila mi prudencia de estrella bondadosa,
    que pierde en tu rubor la desértica llanura...

    Y sobra entre tu pecho el carmín que me procura
    levar mi panadera huella enamorada
    sobre tu mejilla yo idolatro la rosa, mi locura...

    III

    Acierto que se evade entre la nube que asciende entre tus ojos
    sobre tu risa, la luna no es nevada,
    del horizonte de tu piel enamorada
    hacia mis sueños, errantes calles de rastrojos...

    Hacia la dócil nevisca de tu oriundo cuello
    légamo de sal, claroscuro del vestido,
    del océano de miel y de tu sello,
    clarividencia de tu alma entre el sonido...

    Candente bruma que se esparce entre la huella
    de un horizonte que cabalga hacia una estrella,
    desde el silencio que procrea la unidad.

    Hacia tus piernas que son bálsamo y mitad
    de tu cuerpo que es gemido, rosa bella,
    pudor que süeña la pasión a mi querella...

    IV

    Desde el agua que procrea mi sedienta sombra,
    sobre el destello del aire que voltea en mi mirada
    ruina de mi centro, casi siempre perpetuada
    hacia el silencio de mujer, süeño de hembra...

    Mirada tierna hacia el arribo en la maleza
    del juglar que asoma ver en el arraigo
    tu juventud que impropia tu belleza
    mis ojos ciegos son ciegos ojos, en ti caigo...

    Perfume silencioso de perfil tan caro
    y asomo en la mudez del sigilo de tu aroma
    en la templanza y esbeltez de tu carcoma...

    Como un ave, leo entre tus hojas raro
    árbol que se anima a imitar a las deidades
    tu sombra lleva juventud de las edades.

    V

    Dosel que aclara, y rústico aliciente
    perfume a cedro, y levanta entre la nieve
    la senectud del llano, del relieve
    candente oro que separa mar durmiente.

    Rústico aroma que procela y que es amado
    entre las hierbas de un juglar, poeta enamorado,
    hacia la vida, hacia el aire apasionado
    hacia la virtud de tus ojos, que me has dado...

    Y se eleva la rompiente de la única ola
    que embriaga mi desértica belleza
    hacia el letargo de tu sol, tu gema sola.

    Sedienta sombra que es aún más fortaleza
    entre los ciegos mares que desola
    la fría hierba entre los aires, tu simpleza...

    VI

    Sostén del ala que süeña tu latido
    frenético candor la luna tiembla
    hacia el mar, al horizonte, hacia el oído
    tu sencillez que ahonda y que me asembla...

    Al horizonte de la sal, crepúsculo que duerme,
    entre tus manos, tus süeños, tu figura,
    hacia la joven estrechez de tu cintura
    jugando en nieve cuando la duna quiere verme...

    Hacia el ahínco, hacia el pan que, victorioso
    lúgubre y dorado esculpe, milagroso
    gentil sosiego y huida de un esbozo...

    Hacia verter la leche que derramas en un vaso
    vertida y calma, soñada junto a un trozo
    de tu cintura de miel, leño que abrazo...

    VII

    Mágico y doble como campana entre dos pueblos
    que al aire roban el perfume de las flores
    desierto es el amague a tus rubores
    frenético desván que anida entre venablos...

    De su arrobo el frenesí se tiñe del celaje
    de tu mirada que süeña entre las rosas,
    de tu mirada que süeña frías cosas
    y toma el rojo que una vez te da coraje.

    A tu perfume me rindo, me desdoblo
    campana mineral, música de oído,
    que entre mis manos has sentido

    excavar en tu vientre al que me amueblo
    y vestir a tu sandalia del desnudo
    oro y carmín, en tu piel yo me reanudo...


    VIII

    Crisálida revuelta, mariposa diurna
    del aire y del agua el rocío te remonta
    como la sal impregnada me desmonta
    desde el alba que atempera albaciturna...

    Mirada ciega se cierne entre el paisaje
    de un oro mineral al que deslumbra
    con las flores del trigal un oro alumbra
    rústico y tenue, el fragor, mi aprendizaje...

    Y en la luna bahías no te nombran,
    sedienta escarcha mudez no te acompañan
    del oscuro remanso que puebla mi batalla...

    Por comprender tus piernas, tu vientre, tu muralla
    tu estática belleza, lúdica, restañan
    tu voz en mi velamen de nocturno, me acostumbran...

    Sonetos para Julieta


    I

    Desdén, es oprobio a tu mirada
    cual sobria gota de mudez no me alcanzara,
    a desvestir el unicornio que domara
    para sentir las crines, luz helada…

    Y despertar entre tus sábanas, cual rosa
    efímera, tal vez, tu mano cauta
    del soliloquio que es espuma decorosa
    a tu pasión, escondida en mi derrota…

    Cual sobria mudanza, luz exhibe
    los cantos de la noche y sus guirnaldas
    cual loca seña adusta que te inhibe…

    Dócil resguarda la penumbra, evadas
    tú la noche entre la luna, y nos prohíbe
    alcanzar el ruiseñor de tus moradas…


    II

    Errante sueño en el tropiezo de una noche,
    febril ocaso entre las dunas de tus gemas,
    sentir la noche al horizonte, en tus diademas
    clara dulzura de tu pena, de tu broche.

    Hasta igualar la copia bella de las aves
    cual gentil canta en tu dulzor la algarabía
    y no es de noche tu pasión, melancolía
    despierto abrumo la canción que tú ya sabes…

    Pero mi amor enhiesto es sombra a tu cuidado,
    gentil fatiga, de la luna, enamorado
    y a tu doncel, propuesta, es la de tus ojos.

    Como respuesta del amor de mis antojos
    ensancha la marea sus alas tenor inmaculado,
    y a su vestal sombrío sonríen luz penosos.

    III

    Cual copia bella de la sal, de tus derrotas,
    añora el témpano de cal, de mi amaranto
    entre el robusto pino que sosiega mi quebranto
    luz desigual, y perfume entre tus frutas…

    Así destella mi fragor ensimismado
    a tu señal de amor, cual rosa viscerada…
    A tu nupcial cautivo de la luz enamorada:
    tu celestial estrado a los ojos de tu amado…

    Cual frenesí, cual roca pestilente
    que brava ante un sol el sol acalorado,
    me alejo del caudal del sol enamorado…

    …Para volver, perfumando la alegría solamente
    y el dulce dintel del aroma a tu cuidado,
    con vasta unión adoradora de tu fuente…

    IV

    Dulcísimo y tenaz, señorita enamorada
    -yo la sueño- y a mi caudal la flor embarga,
    el lento ruiseñor a su flor la mar amarga
    si no ve de la flor, en el labio de su amada…

    Gentil sosiego, y vasto pudor sueña
    gentil albor, y doncella a su cuidado:
    la joven que el amor es sueño que ha encontrado
    labrando en el amor, belleza que se adueña…

    Y de tu fresco aire, el perfume, levemente
    arriba al encuentro del amor ferviente,
    cual sola nitidez que el mar procura…

    Y el ahínco es mi desventura,
    cual tieso arribo del tronco de un árbol elegante
    ó sólo un ruiseñor que gime en la aventura…

    V

    Lastimoso amor, si mi pudor no sueña
    el albedrío de la copa que resbala
    entre la seña del clamor y de mi dueña
    y amaga sofrenar púrpura sala.

    Cual blanco del jazmín, de tu mirada,
    asido vulnerable a tu sonrisa
    penetrar donde el llanto, de tu brisa
    mudar tenaz, la sombra de mi amada.

    Caudalosa, caer en la locura
    la poesía que es la miel de tu alabastro,
    que sueña el alba cuando besas mi cura.

    Pues mi salud ofrece sutil estro
    que la sombra del trigal, amanecido de tu plectro
    es agua en el caudal de mi soltura.

    VI

    Sutil el cedro da perfume a pino
    cual desigual almendro de su fruta,
    y a su trigal amanece que disfruta
    el oro mineral, que es verde en el destino.

    Suelo contar así las horas de no verte
    y poder disminuir el mal que me derrota,
    cual fresco albor de Noviembre, que denota
    tu paz y risa cuando vuelvo a verte…

    Y es candor risueño que ama en llamarada
    ó en cristalinas aguas de fulgor esmeralda
    que prevalece el alba dispuesta, enamorada.

    O es el asilo en que mi mar acude a tu llamada,
    y no responde el albor, mas yo te sueño
    Gentil candor, mi flor, yo me despeño…

    VII

    Por verte mis ojos son la forma
    de una asidua inspección del firmamento,
    donde el alba trueca la luz de mi tormento
    y las alas de tu voz es libertad que me ama.

    Por ti, el fresco rubor cede al ornamento
    del desigual trigal del oro de mi acecho
    donde acuna mi gloria el sudor de tu despecho
    y aclara en el dulzor la tibia paz que canto.

    Por poder verte mis cantores tienen sed,
    aves mundanas, aroman su esbeltez,
    y sueñan los declives, que anclan en tu red.

    Mas yo te sueño y alabo mi mudez:
    cuando aflora Primavera, mis alas son discurso
    y niega mi verdor, el cielo de su curso.

    VIII

    Tan fresca, tan pausada como el arroz con leche,
    y dulce y perfumado cual nutre su candor
    de mineral halago y fresco en tu dulzor
    cual extravío añade el oro de la noche.

    Estrellas, ó arroz que roba tu mirada
    gentil morada sueña su labor y me fecunda
    cual sílaba dócil y tan honda
    que esconde flores en el recuerdo de su amada.

    Gentil sosiego, amor me baña aún
    cual brisa añade crepúsculo en mi té,
    y besa el alba que en los ojos dé…

    Mirada que responde, algún corazón, algún…
    Estrecho cauce de nieve para ti,
    amor de otoño y de verano dí.


    Sonetos (De claridades de tormenta y nieve, carbunclos y cerezas...)

    I

    Absorta, así situada, la noche se despierta
    y brota y renueva su alabastro, de la siesta
    que asoman sus ojos, y el aliento, es respuesta
    a la naturaleza de sus águilas que alerta.

    Claridades de tormenta, llueve apenas y se moja
    la absorta desnudez de tu carbunclo, y se despoja
    de la nieve, su blanca desnudez, como deshoja
    la luna los claveles y el jazmín, que se me antoja.

    Despierto invade, dulzor, campanas en la noche
    la pradera, del silencio y la acera
    y es verde la pradera.

    Doblega alas y esculpe milagrosa
    paciente mar de cobre, escandalosa
    figura desde el mar, cede, mientras luche.

    II

    A su despierto rubor, claro celaje
    multitud del estío cual verano moja
    el acierto del velamen da hospedaje,
    la frambuesa tiñe y se despoja.

    Abierto rubor, clara escalera
    incipiente verdor, enredadera,
    que anota un astro y estrella a Primavera
    y nutre, y es pasión de la pradera.

    Claro cincel que la luna moja en la laguna
    laguna cede, blancura que es amague
    de su rubor, arropa en la cintura...

    Claro verdor, y oscuridad que tiembla
    asido y claro, se despierta con azogue
    a disfrutar la noche que la claridad asembla...

    III

    Relámpago en el mar y meridiano
    que arropa un sastre el rubor de las estrellas
    y es verso de querellas en el rubor mediano
    el rojo pabellón de un cielo de centellas...

    Asido en el velamen que obtura una rosa
    a disminuir el soplo que es decoro a su cuidado
    y es sombra y senectud, de lado a lado
    masiva desnudez que encierra, perezosa.

    Lánguida y tan roja como púrpura letrado
    de su guirnalda asoma sutil falda,
    que añora en la esbeltez, rugir a enamorado.

    Añora desnudez, primavera en minifalda
    que esculpe a mis ojos la tarea, que me escalda
    y suma en el amor la distancia a lo pasado.

    IV

    Irrumpe en el albor la constancia hacia mi beso
    cual suma de embeleso, que la noche no separa,
    y es alba el manantial que la luna no acapara
    la fruición de mi desierto que bebe el aderezo...

    Cual bóveda celeste que agrupa las estrellas
    decidiendo del verano la pasión de tus guirnaldas
    y asoma en el albor tu desnudo, tus centellas
    que disgrega la efusión con saladas esmeraldas...

    Y el océano prohíbe, mas la fuente aún te süeña
    cual peñasco en una flor, más aún, más se despeña
    y el alba te atesora cual la flor más apreciada...

    Y veo en el albor, la sonrisa de mi dueña
    y sueño con besar la mano enamorada
    que fragua en el cristal la luna destemplada...

    Sonetos (De efusión nocturna)

    I

    Aloca un sueño, clara pasión cede,
    robusta nimiedad, claroscuro del poeta
    inmerso en la pasión de una saeta
    que disgrega y ala la loca que persüade...

    Asunción del declame amoroso y sostenido
    en el vals perpetüado de la noche
    cual distancia efusiva y como un broche
    en letanía de un zorzal aclimatado...

    Vago estertor de sofismas y aclarados
    párpados que ciegan la vista, ofrecen brumas,
    la distancia al matiz, oros celados

    Aquietan tu rubor enamorados
    y se evaden la sorpresa cuando tomas
    la vespertina unción, rosas consumas...

    II

    Y en el distante elipse puebla un astro
    que se acuna hacia lo nuevo, hacia lo diestro
    de la distinta pasión, hacia lo nuestro
    claro clavel que ïnficiona, es alabastro...

    Volumen de cristal, de mudo aroma
    vano cristal de claro, de amarillo
    de sostenida ave, de carcoma
    en el mundano cielo leve, brillo.

    Distante luna, y hora ciega entre las horas
    sumido hallazgo cede y nutre rosas
    del galardón sumiso de las cosas...

    Anieva su frágil diapasón entre las sombras
    nevado claustro de piedad, cual de entre el musgo,
    aciago resplandor se niega, flor del sesgo.

    III

    Aleve llanto da, copihue, oro violáceo
    distinta áurea dé, pasiva, sobre el estro
    campana mineral hacia lo vuestro
    sostenida aurora, miel, claro deseo...

    Añora su fulgor cual raro estigma
    florece entre las gemas, diurno, biselado
    el solo vaivén del claro, enamorado
    aseada voluntad, que cierne, que es enigma...

    Núcleo de un verano que ahonda en la maleza
    palmeras, cocos, y frutas, la sandía
    que pide en el cristal la luna, orfebrería.

    Sosiego de la lluvia y real aroma pesa
    sobre el sesgo del fluvial que te pendía
    la lluvia y el cristal al cielo sol sería.

    IV

    Raro roble puede mugir cual estrechez
    de la paloma y el aroma de la niebla,
    que a su gemido el ala se despuebla
    vigas y leña en el tordo sombra es.

    Gallarda asoma desde el cielo su bandera
    de distinta efusión, claro latido
    del perfume del silencio, aroma permitido
    manzana entre la luna, y luna en la pradera...

    Cual desvestida pasión, cual cumbre, cual efímera
    respuesta de las alas blancas a su sien,
    de su verano, asoman entre frutos...

    Desde el velamen que puebla la sincera
    alusión del clamor de mi desdén
    a la sombra inmortal, clara, de los lutos.

    Sonetos a Florencia



    I

    Ojos como los tuyos no he de verlos
    porque el sueño me regala la luna, las centellas,
    poder mirarte y escalar a tus estrellas
    Resplandor que ciega brumas, admirarlos!

    Creciente luna se disipa en mi semblante
    cual noche ciega la más oscura estrella
    de mi púrpura candor tu rosa bella!
    Admiro rasgos que profesan un diamante.

    Sin fin de luces, y dulzuras al instante
    tu rostro bello que elucubra a la mirada
    mi ciega huida, mi noche, mi guitarra…

    Candente cielo que promete y que levante
    de la tierra, el rubor, mi enamorada
    que besa el alba, y ora: el cielo amarra!


    II

    De destilar el océano, la bruma
    desde que el mar tu carbunclo consuma,
    aciagos versos incorporan tu vertiente
    latidos de mi sal, pálpito sonriente…

    De ver nacer tu sonrisa encandilada
    por aquellas estrellas que deslumbran a tus ojos
    y en el ciego resplandor de mis despojos
    mi saña que describe purpurada

    la ciega luz que acaece mi mirada,
    y el santo rubor que completa tu hermosura;
    añade rosas al jardín de una explanada.

    Y entre mis sueños, mi letargo no clausura:
    tu Rosa es bella, candor de enamorada,
    gentil sosiego, evade desmesura…


    III

    Puede mi Sol deslumbrar mi fortaleza
    de un ciego rasgo, que es virtud a mis embargos
    y sólo en ello me adelanto en la maleza
    a rescatar tu fuego, que niega los amargos

    Soles que pronuncian el desvelo solitario
    de un mar que ciega lo púrpura, lo diestro
    y es nueva luz el perfume de lo vuestro,
    que sólo ruge en el candil de mi poemario.

    Y alaba dulce el jabón que perdura en la marea
    del desatino de lavar púrpura rosa
    que en el gemido vuestra hermosa

    Paloma que sonríe y que desvelada sea
    a su redil, ciega, amorosa
    añora luz en el gemido de tu rosa…

    IV

    Herido de admirar lo inalcanzable,
    en la justa entonación de la belleza
    al admirar de tu porte razonable
    la mirada que acompaña la certeza

    al corazón, que hace lo imposible
    por quedar en tu lugar, entre tu fruto
    y sólido estallar a lo invencible,
    al ver nacer el alba que disfruto.

    Por más que ciego ande entre la sombra
    tu aroma cede a mis labios la osadía
    de ver nacer la flor que es flor de un día

    Y a tu semblante mi oscuridad, en la penumbra
    aciaga vista cede en el murmullo de la obra,
    tu voz puebla el manantial que me vestía.


    V

    A tu inocencia llegue mi bondad
    de ver las luces claras, la mitad
    de un cielo afable, mi ciudad
    de un oro tenue que responda claridad.

    A tu rubor no llegue aún mi beso
    cual claridad que distingue una paloma,
    en el oriente vuele ó resuma
    candente flor que atañe tu embeleso.

    No niegues que aún la sombra te rinde el homenaje
    de ver teñida forma el sutil claro de plata
    que en el súbito dolor, alba escarlata

    Encuentra para ti, la lluvia, la frescura
    de un ciego ardor que moldea mi figura
    a un solo beso, que en tu mejilla da hospedaje.

    VI

    Alba bermeja que sucumbe y que no aflora
    si no en la flor que resguarda y que atesora
    tu luz magenta, violeta y ruiseñora
    albor que paga los ojos con la aurora.

    Ventana abierta a tu goce, tu esplendor
    cual súbita realeza fortalece al Señor
    en tu mirada ajena a mi voz de ruiseñor
    ó sólo el alba que profesa tu amor.

    Gallarda aún bebe del sigilo del amor
    tus pasos leves, por la aurora del dolor
    de ver las penas y las lágrimas que aún son,

    Palabras quedas que se ciegan con tesón
    al inmortal júbilo que embellece tu dulzura,
    ausente quedo, empapado en mi locura.


    VII

    La noche esparce un rubor de estrellas
    que acompaña el candil, la nemorosa
    del alba queda, la sombra y las centellas
    de asir la noche, tu cabellera hermosa.

    Destilado licor que embriaga los adentros
    de un corazón, que apenas, murmura en el letargo
    de un solo frenesí, un mar amargo
    que solo pena, en la ruina con sus plectros.

    Adelanta la pasión el redil de aquella rosa
    que en juventud no espera letanías
    de ver mi mar y gemir las lejanías

    De ser un rubor que explora sutil cosa
    adentrándose a un cielo, que es prohibido
    ó sólo un ciego soy, sin alma y embaído.

    VIII

    Mis alas pueden volar hasta tu cielo
    mis alas pueden volar hasta tu pelo
    y aún sentir del claroscuro del pañuelo
    el alba claridad que acopia el terciopelo.

    A ti navegue mis ansias, una rosa.
    A ti despegue el numen que aún te baña
    el cielo llegue, mansamente te restaña
    y en mirada quede, el verso de mi prosa.

    A tu redil consuele, mi alma, sin embargo
    a tu sutil candela, que luce la mirada
    de un frenesí que baña el púrpura que amago…

    Y en mi boca quede, como pan amargo
    la sola desnudez que abriga último trago
    ser tu manantial, rosa última, besada.

      Fecha y hora actual: Vie Abr 26, 2024 1:01 pm