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por Desde mi albogue
Solemne risa interpela mi mandato
de escudriñar lo sencillo del aroma
en virtud pueble su septiembre que no mato
nunca abrevar los suspiros de mi loma…
Mi voz es risa, sin el alba acicalada
por sobre el manto de mi voz, cuenca en el río
de voz y alfanje sudoroso en el estío,
que llama un verbo tronador de enamorada…
Mi voz es diestra sombra del verdor anochecido
de mil plegarias hasta nieve encarcelada,
de mi suspiro hasta la voz, la voz nevada
de mi silencio de mi voz y mi gemido…
Mi voz aclama sólo sombras en la noche,
y entre panteras nacaradas estero asombra
por sobre la mirada de mi voz que no me nombra
hasta la selva de tu nombre que me atroche…
No mi suspiro, no lo gualdo me embelesa
hacia la voz de mi fortuna, de mi presa,
desde mi espada no la sombra, distraída
vuelve contorno no la niebla asida…
Venablo, aliento de mi robo aún especula
la voz abreva de mi sombra y de mi ornato
la parsimonia de un sendero, como un gato
vuelve llanero la mirada que vacila…
Verde la impronta de tu voz y su mirada,
verde, hacia el mar verde, de su espejo
la enardecida canción de su entrecejo,
mirada enhiesta, pues la voz, empaña alada…
Mi voz es risa de mi sombra acristalada
sobre la endecha de mi canto poderoso
cual nubla hostil el desmedro de su gozo,
en sombra henchida, no su ósculo, abrevada…
Viaja su acero cual la cumbre enajenada
loco su estero hacia la miel de mi pisada,
sobre el librero de mi cumbre sonrosada
por el almendro de una flor aletargada…
Asombra su amanecer copla de mi vertiente
y vierte su copla ardiente
su voz prominente en el destello
de su voz, de su risa y su cabello…
Mirada añeja si la sombra, aún abstraída
no la cuece de verano, consumida
entre mi bruma, de mi sol, mi sombra herida
de tu verano, no mi ardor: mi Vida.
Así se rige sin estoicos arrebatos,
entre la risa de la sombra, aún perpleja
ya la morada de mi ruina candileja
mi sombra austera de mi sombra, luz añeja…
Mi voz es Vida, si las hay, en tu memoria,
no desde el luto, no se advierte, ya su historia…
Solemne risa interpela mi mandato
de escudriñar lo sencillo del aroma
en virtud pueble su septiembre que no mato
nunca abrevar los suspiros de mi loma…
Mi voz es risa, sin el alba acicalada
por sobre el manto de mi voz, cuenca en el río
de voz y alfanje sudoroso en el estío,
que llama un verbo tronador de enamorada…
Mi voz es diestra sombra del verdor anochecido
de mil plegarias hasta nieve encarcelada,
de mi suspiro hasta la voz, la voz nevada
de mi silencio de mi voz y mi gemido…
Mi voz aclama sólo sombras en la noche,
y entre panteras nacaradas estero asombra
por sobre la mirada de mi voz que no me nombra
hasta la selva de tu nombre que me atroche…
No mi suspiro, no lo gualdo me embelesa
hacia la voz de mi fortuna, de mi presa,
desde mi espada no la sombra, distraída
vuelve contorno no la niebla asida…
Venablo, aliento de mi robo aún especula
la voz abreva de mi sombra y de mi ornato
la parsimonia de un sendero, como un gato
vuelve llanero la mirada que vacila…
Verde la impronta de tu voz y su mirada,
verde, hacia el mar verde, de su espejo
la enardecida canción de su entrecejo,
mirada enhiesta, pues la voz, empaña alada…
Mi voz es risa de mi sombra acristalada
sobre la endecha de mi canto poderoso
cual nubla hostil el desmedro de su gozo,
en sombra henchida, no su ósculo, abrevada…
Viaja su acero cual la cumbre enajenada
loco su estero hacia la miel de mi pisada,
sobre el librero de mi cumbre sonrosada
por el almendro de una flor aletargada…
Asombra su amanecer copla de mi vertiente
y vierte su copla ardiente
su voz prominente en el destello
de su voz, de su risa y su cabello…
Mirada añeja si la sombra, aún abstraída
no la cuece de verano, consumida
entre mi bruma, de mi sol, mi sombra herida
de tu verano, no mi ardor: mi Vida.
Así se rige sin estoicos arrebatos,
entre la risa de la sombra, aún perpleja
ya la morada de mi ruina candileja
mi sombra austera de mi sombra, luz añeja…
Mi voz es Vida, si las hay, en tu memoria,
no desde el luto, no se advierte, ya su historia…
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