A Esteban Charpentier

A Esteban Charpentier

No sé lo que me pasa, Esteban Charpentier,
leí no sé qué cosa tuya y no he podido
sino desesperar hasta ponerme a hablar contigo,
es claro que no soy ni amigo tuyo,
quizá ni mis camisas te hagan falta,
pro algo me pasó, repito, yo ni idea,
que aquí me tienes, comentándote la espina.
Soy del país, tengo también la cordillera,
quizá mi océano es inverso, pero arrulla como el tuyo
soy un señor que a sus cincuenta escribe versos,
que hace sus clases de números a niños,
que tiene un hijo, una ciudad, una hora a solas
con cada estrella, cada noche, en cada cama,
acaso el porvenir que ya ni existe
nos deja allá en la diáfana ternura
de ese latir como las olas o las pieles
algún mensaje que ni el sexo nos descifra.
La cosa es pues que no soy más que un hombre medio,
no quiero ni salvar a las princesas de los lobos,
ni lobo hacerme para ver si alguna cae,
no quiero huir ni ser distinto a lo que sido,
sí aquí encontrar una mirada en que encontrarme.
Ya no sé más, juro que leí tus versos,
que me gustaron, que ni idea de si vives,
que tal vez también me he muerto de orar tanto,
pero que aquí te van estas palabras desde lejos.
Un abrazo te doy, si el viento ríe,
sabré o que estoy loco, o que tú, loco también,
habrás reído en tu lugar, lejos del mundo,
pero no de tus nosotros ni de tus propios laberintos.

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