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por Oscar64 Miér Sep 17, 2014 7:02 amAmor de vida breve
No es que ya no te ame, no es que yo me aleje,
más bien es que ha crecido la puerta entre nosotros,
se apartan las montañas entre nuestras miradas
y el mar prefiere huir hasta el más negro subterráneo.
No es que no me quieras, es que partes
de pronto hacia las selvas de un lejano olvido
o hacia la libertad de un viento sucio
que nunca arrastrará sino hojarasca de recuerdos.
Es todo lo que queda, no hay motivos
para más soledad que la de un charco,
las piedras del dolor que ya vivimos
se dejarán caer hasta la hondura en su mal sueño,
el musgo crecerá como la sombra
y de noche cada estrella le cantará a algún fiel batracio.
No es que no sigamos, es que vivos
nos tiene el porvenir en sus listados,
es que por no porfiar contra tus ojos
los míos no arderán sino al ocaso,
es que por no seguirme te harás mueca
de quien sube al caballo de la aurora
y no deja mirar en sus pupilas cómo caigo
yo en tierra y germinal, como no amando
ya más que lo que amamos bajo el cielo.
No es que no nos amemos, es que nunca
la tierra volverá tras nuestros pasos,
es que de las ciudades nadie sabe
qué fue y qué sucedió con los cabellos,
qué fue y qué sucedió con las ventanas
que los notarios cierran y los clientes
se encargan de olvidar en cuanto consiguen un timbre.
Quizá, dirá el doctor, nunca ha existido esta dolencia
y ustedes que no duermen simplemente andan soñando,
mejor, dirá el banquero, preocúpense del saldo,
que de esta deuda queda eternamente
para cada humano un mar de cuotas imposibles.
Así nadie sabrá lo que pasó y oficialmente
ninguno de los dos dejó de amar ni de exigirse,
ninguno abandonó la brega por el cielo
y, al caer cada cual, ninguno supo
qué pasó con esas alas que quizá nunca existieron.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
17 09 14
No es que ya no te ame, no es que yo me aleje,
más bien es que ha crecido la puerta entre nosotros,
se apartan las montañas entre nuestras miradas
y el mar prefiere huir hasta el más negro subterráneo.
No es que no me quieras, es que partes
de pronto hacia las selvas de un lejano olvido
o hacia la libertad de un viento sucio
que nunca arrastrará sino hojarasca de recuerdos.
Es todo lo que queda, no hay motivos
para más soledad que la de un charco,
las piedras del dolor que ya vivimos
se dejarán caer hasta la hondura en su mal sueño,
el musgo crecerá como la sombra
y de noche cada estrella le cantará a algún fiel batracio.
No es que no sigamos, es que vivos
nos tiene el porvenir en sus listados,
es que por no porfiar contra tus ojos
los míos no arderán sino al ocaso,
es que por no seguirme te harás mueca
de quien sube al caballo de la aurora
y no deja mirar en sus pupilas cómo caigo
yo en tierra y germinal, como no amando
ya más que lo que amamos bajo el cielo.
No es que no nos amemos, es que nunca
la tierra volverá tras nuestros pasos,
es que de las ciudades nadie sabe
qué fue y qué sucedió con los cabellos,
qué fue y qué sucedió con las ventanas
que los notarios cierran y los clientes
se encargan de olvidar en cuanto consiguen un timbre.
Quizá, dirá el doctor, nunca ha existido esta dolencia
y ustedes que no duermen simplemente andan soñando,
mejor, dirá el banquero, preocúpense del saldo,
que de esta deuda queda eternamente
para cada humano un mar de cuotas imposibles.
Así nadie sabrá lo que pasó y oficialmente
ninguno de los dos dejó de amar ni de exigirse,
ninguno abandonó la brega por el cielo
y, al caer cada cual, ninguno supo
qué pasó con esas alas que quizá nunca existieron.
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