Desnúdate, palabra
Desnúdate, palabra,
qué tienes que decir que no hayan dicho
los que iban a la cámara de gas,
los que salían del motel, los que rezaban,
los que aprendían a leer, los que callaron
en todas las torturas, los que se mordieron
los labios al ser de nuevo despedidos,
los que sintieron que no sirven para nada,
los que sirvieron solamente para eso: servir y más servir,
como lo has hecho tú, como lo han hecho
millones como tú antes de estar paseando en este encuentro.
Desnúdate, palabra, sácate
ese árbol con su letrero del bien y el mal,
sácate esa serpiente de la lengua,
esas hojas de parra que no sirven para nada,
esa célula, esos átomos, el plasma,
que no te han llevado a parte alguna, salvo
a querer creer que el universo es tuyo,
que los hombres son tuyos, la materia,
los ciclos de la vida y de la muerte,
los misterios más allá del infinito
y tu propia voluntad y tu destino.
Desnúdate, palabra, ¿acaso
tú elegiste a aquellos padres,
aquella casa en mitad de las tinieblas,
los años de la escuela, la primera noche
de tu piel con otra piel en el delirio,
acaso tú querías este tiempo,
esta cama en que te escondes cuando sueñas,
este fuego en que te entibias cuando hay frío,
este próspero lugar con anaqueles
para el alma, para la carne, para el juicio,
para salir después como si nada de este viaje?
Desnúdate, palabra,
sé que de nada estás segura,
ni de haberle puesto mesa a aquellas cuatro patas,
ni río al lagrimón de aquellos montes,
ni camisa a lo que cae ahora de tus hombros,
ni miedo a lo que sientes cuando buscas mi mirada.
Sé que quisieras escapar, nombrar un taxi
y pedirle que te deje entre los brazos de tu madre,
nombrar un cine y no llegar
por no saber si al fin se salvaran los jovencitos.
En tanto, aplaudes al recién electo alcalde,
predicas el condón, cuando en verdad ya ni te excitas,
conduces como un loco, sin saber adónde marchas
y acaso comprarás un nuevo libro, que ni leas,
porque no tienes tiempo ni ganas de seguir huyendo.
Desnúdate, palabra, estamos solos,
tú, yo, los millones que te habitan,
los hijos de la luz, que se acaban la cerveza,
los padres del amor, haciendo fila en los moteles,
las mujeres más hermosas, condenadas al silencio,
ya pelen papas, ya levanten edificios,
ya dicten ellas mismas nuevas leyes
que sabrán cómo dejarlas en el mismo sitio,
desnúdate y alégrate de que en tus fosas nasales
vayamos a cantar, con la verdad nombrando tu alma,
tu ojo y tu heredad, tus labios como un nuevo sueño.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
02 04 14
Desnúdate, palabra,
qué tienes que decir que no hayan dicho
los que iban a la cámara de gas,
los que salían del motel, los que rezaban,
los que aprendían a leer, los que callaron
en todas las torturas, los que se mordieron
los labios al ser de nuevo despedidos,
los que sintieron que no sirven para nada,
los que sirvieron solamente para eso: servir y más servir,
como lo has hecho tú, como lo han hecho
millones como tú antes de estar paseando en este encuentro.
Desnúdate, palabra, sácate
ese árbol con su letrero del bien y el mal,
sácate esa serpiente de la lengua,
esas hojas de parra que no sirven para nada,
esa célula, esos átomos, el plasma,
que no te han llevado a parte alguna, salvo
a querer creer que el universo es tuyo,
que los hombres son tuyos, la materia,
los ciclos de la vida y de la muerte,
los misterios más allá del infinito
y tu propia voluntad y tu destino.
Desnúdate, palabra, ¿acaso
tú elegiste a aquellos padres,
aquella casa en mitad de las tinieblas,
los años de la escuela, la primera noche
de tu piel con otra piel en el delirio,
acaso tú querías este tiempo,
esta cama en que te escondes cuando sueñas,
este fuego en que te entibias cuando hay frío,
este próspero lugar con anaqueles
para el alma, para la carne, para el juicio,
para salir después como si nada de este viaje?
Desnúdate, palabra,
sé que de nada estás segura,
ni de haberle puesto mesa a aquellas cuatro patas,
ni río al lagrimón de aquellos montes,
ni camisa a lo que cae ahora de tus hombros,
ni miedo a lo que sientes cuando buscas mi mirada.
Sé que quisieras escapar, nombrar un taxi
y pedirle que te deje entre los brazos de tu madre,
nombrar un cine y no llegar
por no saber si al fin se salvaran los jovencitos.
En tanto, aplaudes al recién electo alcalde,
predicas el condón, cuando en verdad ya ni te excitas,
conduces como un loco, sin saber adónde marchas
y acaso comprarás un nuevo libro, que ni leas,
porque no tienes tiempo ni ganas de seguir huyendo.
Desnúdate, palabra, estamos solos,
tú, yo, los millones que te habitan,
los hijos de la luz, que se acaban la cerveza,
los padres del amor, haciendo fila en los moteles,
las mujeres más hermosas, condenadas al silencio,
ya pelen papas, ya levanten edificios,
ya dicten ellas mismas nuevas leyes
que sabrán cómo dejarlas en el mismo sitio,
desnúdate y alégrate de que en tus fosas nasales
vayamos a cantar, con la verdad nombrando tu alma,
tu ojo y tu heredad, tus labios como un nuevo sueño.
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