A ésa. A ésa risa oculta tras el llanto. Aquélla voz tardía en el encierro.
A ti. A ti me asomo.
No niego que me he estado escondiendo en palabras sin unísono, sin forma.
No niego que recién, sólo recién, he golpeado a tu puerta.
Solo me encuentras, y te encuentro, en ésta habitación desvalida de Universos,
para clamar tu amparo, cielo,
para besar tu llanto,
para encender la calma
para permanecer
callado
a un instante de tu voz
y tu suspiro…
Para el deleite del alma, siempre encontraremos la mañana.
Siempre tocará a tu puerta el dócil légamo de otoño, ó primavera, ó de verano
ó aún invierno, que recala aún en tu sombra
preguntando por tu libertad y tu sonrisa…
Yo sólo vengo a una mirada de estrellarme con tu Canto.
De penetrar el Cielo Hermoso de tu nacimiento.
Sólo espero… sólo espero verte sonreír ésta mañana…
ser tu sonrisa… Ser un latido de complicidad, que deje abierta tu ventana.
Aquí estoy, amiga mía.
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