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por Aunque la hiel de las cosas empape tus lágrimas,
aunque la miel de tu alma, desboque sus rosas
aunque el vuelo en tus alas desnude las rimas
del sol que las teje helando sus formas…
Aunque la desesperanza del golpe del mundo
no nieve en tus alas y la melancolía
destroce tu alma y el corazón fecundo
con las rüinas del mar sean fuertes un día…
Aunque el Cielo deponga tus jóvenes luces
y al cantar tus espaldas den brunos matices
de soledad y amargura, de rüinas felices
que el soplo del aire nevará con frescura…
La nïeve y el frío que acerva tu llanto
derruirá sin delito ni culpa, ni manto
sin la flor –la única- que gana tu quebranto
y en su remanso no ciega, sea el bálsamo al llanto…
Correrá por tu sangre, indómita llama
cuando fuiste quedando, y al último estabas,
cual golondrina no emigra por el ser a quien ama
su luz hizo noche, y al día llorabas…
Junto al cedro y al pino, esta ave delgada
por sobre tu vïentre de espuma ya alada
de fresno de silva de loro de aldaba
llamará a tu puerta el Dios que celaba.
Sentirás en tu fuego tan frías las aguas
sentirás el perfume que el oro del alba
ya deja en las flores, sin ansia ni olvido
serás el recuerdo del Dios que te ama.
Y esa joven flor que era espera en tu llanto,
gozará tu sonrisa y tú su silencio
dormirás sin la brisa pero con todo su Canto,
y la odisea en sus manos será la Ley hecha risa…
Dormirás al cuidado de su toque y su Musa,
y serás en la estrella de su alba en que goza…
» Déjame unir mi mano con la tuya...
» Tu rostro...
» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
» Mi ciudad
» Mujer -reclamo tus rosas-
» La huella del amor...
» Desnuda cadencia...
» Son claveles...