Es sábado para reverdecer

Es sábado para reverdecer

Es sábado, un montón de cosas nos esperan,
la rosa de la tarde en su pistilo
de sol abrasador y aroma delirante,
la casa en que meter los muebles del cansancio
para no lastimarse cuando el beso nos encuentre,
el gran sillón allí, debajo de mis diez pulmones,
la puerta bien cerrada al mal hablado tedio,
en el espejo el mar con la emoción de sus recuerdos
y en pleno pan la mesa en que sentarnos con un buen tecito.
Es sábado, el dolor dejó su aguja en la oficina,
la carga en el taller, el vil abuso
entre las hojas sin llenar de cada día de injusticia.
Es tiempo sin reloj, es copa llena
de abrazos que verter, de abrigo y canto,
quizá de soledad, pero de aquella como el fruto,
que tras crecer y madurar brindó su pulpa a la existencia,
es ropa de color cuando el trabajo se termina
y el uniforme hay que lavar, por fin desnudos de su largo peso.
Acaso algún botón hay que poner donde va el pecho
o el bolsillo vaciar de esa nostalgia mientras cumples turno,
lo cierto es que al final tu piel y nuestras pieles
laten y florecen refundidas
en el candor de descubrirnos nuevamente.
Es sábado, no hay sal en las heridas de la prisa,
en las arrugas del dolor, en los espasmos
de cada día ausente y sin ti en la arremetida,
te veo, te veré, tendremos tiempo
de comenzar de nuevo la historia de esos besos
en los que te encontré cuando las cosas no tenían nombre,
ni días ni valor para cada gesto conquistado.
Ahora, ya lo ves, hay que esperar por este oasis,
soñar con sus arenas de amuleto compartido,
de franca libertad cuando en el orden de los ciclos
es sábado otra vez, y renacemos
como en todos los horizontes de este mundo en que luchamos.

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08 03 14